Primera Hora

El valor de las cosas

- ALEXANDRA FUENTES PRESENTADO­RA DE TV / alefuentes­ph@gmail.com

Luego de que los nenes hicieron y deshiciero­n los regalitos de los Reyes, me puse a organizar el cuarto, donde tengo una pequeña oficina de trabajo.

A unos amigos que nos visitaban les pedí ayuda con una impresora que lleva un tiempito dándome problemas, por lo que tuvieron que entrar al cuarto-oficina. De inmediato, uno de ellos comenzó a reírse de un cuadro que tengo en la pared, donde aparece mi cara pintada.

A todas luces se notaba que no fue un pintor profesiona­l quien lo había realizado. Los ojos un poco más separados de la cuenta, la boquita grande y otros detalles.

“Oye Ale, no sabía que tenías un Picasso en tu casa. Te lo tenías calladito”, bromeaba mi amigo sin saber la historia detrás de aquella especial obra de arte.

Aunque no es un Picasso, para mí esa pintura tiene un valor similar. Me la llevó al estudio de televisión un joven con Síndrome Down, con la intención de agradarme. Aquel joven, quien además de pintor también es timbalero, había puesto todo su empeño, esfuerzo y, sobre todo, mucho amor sobre aquel lienzo, lo que convertía la mencionada pintura en algo muy especial.

Por eso está en la pared del cuarto y disfruto tanto al verla. Las cosas valen por lo que significan y ese cuadro significa mucho para mí.

Demás está decirles que cuando supo la historia de la pintura se quedó “sosito”, pero yo era consciente de que no había maldad ni ánimo de ofender.

Ese principio de valorar lo que con amor se nos obsequia, es importante inculcarlo a nuestros hijos desde pequeños. La Navidad, sin dudas, es el periodo ideal.

En casa, mi esposo aprovechab­a una canción de Felipe Rodríguez: “Los Reyes no llegaron”, y que su padre cantaba siempre el 6 de enero, para hacerle énfasis a los nenes de la importanci­a de valorar los regalos, independie­nte de su costo y tamaño. No agradecerl­os sería una falta mayor y tendría, sin lugar a dudas, consecuenc­ias.

Debo compartir con ustedes una experienci­a sobre ese mismo 6 de enero, en Vega Alta, cuando participab­a en una entrega de juguetes que Lin Manuel Miranda coordinó para los niños en Puerto Rico.

Es inevitable que cuando vamos a estos eventos no recordemos a la mujer de Caguas que años atrás en un evento similar se quejó del regalo que le tocó a su hijo. Fue cuando se inmortaliz­ó la infame frase: “Una trapo ‘e bola”.

Bueno, me alegró mucho ver en Vega Alta la otra cara de la moneda. Una madre regañando a su hija por la expresión de desagrado que hizo al recibir su juguete. La obligó a pedir disculpas. ¡Muy bien por aquella madre! Así tiene que ser.

Aprender y convertir en hábito la cortesía y reconocer el verdadero valor de las cosas. Por eso la pared de mi cuarto sirve de exposición permanente al bello cuadro del joven de nombre Carmelo.

“Ese principio de valorar lo que con amor se nos obsequia, es importante inculcarlo a nuestros hijos desde pequeños. La Navidad, sin dudas, es el periodo ideal”

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