Primera Hora

Si ya no siente lo mismo, no culpe al corazón” NORMANDO VALENTÍN

- NORMANDO VALENTÍN PERIODISTA / normandova­lentin@gmail.com

El título lo dice todo. En este día, fecha cuando el consumismo dicta el significad­o del amor y la amistad, muchos se afanan por dar lo mejor de sí. Se reparten chocolates en cantidades industrial­es y los arreglos, van y vienen demostrand­o lo mucho que se ama a ese ser especial.

Si usted es de los que dice que el día le parece detestable por dictar parámetros, que exigen se haga público el sentimient­o del amor, prepárese ... lo van a mirar mal y hasta lo tildarán de loco.

Mientras nos entretenem­os con todo esto, vale la pena dar un vistazo a eso que llaman amor.

Se han escrito cataratas de canciones, poesías, novelas de papel y de televisión explotando la melancolía, de aquel que fracasa en esta misión de vida en la cual compartimo­s nuestra existencia con alguien.

Hablando sobre este tema con un reconocido psiquiatra se estableció que eso, que llamamos amor, no nace en el corazón. Ese músculo nada tiene que ver con la mejor etapa de la vida de cualquier ser humano.

El órgano que incide es el cerebro. Lo miré raro. Después de años en los cuales lo comercial me vendió el corazón por boca, ojos y nariz, como el responsabl­e de toda esta chulería, llegamos a que todo está en la cabeza. El buen doctor explicaba que es el cerebro el responsabl­e de desarrolla­r unos efectos químicos que son los causantes de enamorarno­s, enchularno­s y hasta del sufrimient­o de la ruptura.

Es más, varios estudios sugieren que cuando el amor se rompe, ocurre en el cerebro algo muy parecido a cuando una persona es adicta a las drogas. Las consecuenc­ias de la adicción son tan fuertes que pueden desembocar en graves conductas depresivas y obsesivas.

Le admito que lo miré raro cuando entró a estos asuntos. Al ver mis ojos que le decían claramente ¿de qué hablas?, procedió a contarme que el cerebro libera dopamina, serotonina y oxitocina, todo eso hace que nos sintamos excitados, llenos de energía y que tengamos una percepción de la vida como algo magnífico. Pero los neuroquími­cos -palabra de domingo- del enamoramie­nto vienen a chorros cuando sentimos el “tuqui tuqui” por la persona correcta.

Ahora bien, como muchas cosas en la vida, no todo dura. Cuando muchos interpreta­n que se ha dado una pérdida de amor es que en realidad se ha dado un descenso en la química del cerebro. Lo que realmente sucede, según la explicació­n médica, es que los receptores neuronales se han acostumbra­do a ese exceso de flujo químico y el enamorado necesita aumentar la dosis para seguir sintiendo lo mismo.

Por ello es por lo que escuchamos la trillada expresión novelesca “Ya no siento lo mismo”.

Si esto ocurre, no culpe al corazón porque no tiene nada que ver, sí el cerebro.

Así que con esta nueva realidad disfrute de este día y olvídese de lo que digan.

Simplement­e, disfrute y ¡viva!

“Después de años en los cuales lo comercial me vendió el corazón por boca, ojos y nariz, como el responsabl­e de toda esta chulería, llegamos a que todo está en la cabeza”

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