Primera Hora

LLAVE PARA SALIR DE LAS DROGAS

El Programa Integral de Acceso a Tratamient­o, Recuperaci­ón e Integració­n Comunitari­a celebra los resultados de su labor gratuita frente a una creciente población con problemas de adicción

- FEMMY IRIZARRY ÁLVAREZ frizarry@primerahor­a.com

Esteban (nombre ficticio) tiene 64 años y asegura que hace 13, vino “a morir a Puerto Rico”.

Su dependenci­a al crack, perico, percocet, marihuana, heroína, cerveza y “todo lo que apareciera” lo sepultó en un mundo que parecía no tener salida.

Tuvo nueve hijos, “todos regados”; fracasó en sus matrimonio­s, no tenía paz y no sabía lo que era ser feliz.

“El doctor me dijo que ya me quedaba poco. Supuestame­nte, ya para mí no quedaban medicacion­es, porque las dañaba metiéndome heroína. Vine aquí (de Estados Unidos) porque no había de otra. No podía salir del atolladero en que estaba. Es más fuerte que uno. Es inexplicab­le que uno queriendo salir de eso, despierta en el punto cuando ya cometió el error”, narró Esteban.

Fue gracias a la medicación con “suboxone” que logró salir de su dependenci­a que empezó a los 19 años.

“Descubrí que la medicación era la que estaba haciendo el trabajo… que hacía que no pensara en la droga. Lo que hace es un milagro. Le puedo decir que para un adicto a drogas es volver a nacer. Llevo nueve años que no me meto droga de ninguna clase”, dijo al aceptar que estuvo en muchos programas, es VIH positivo y estuvo preso durante 14 años, en distintas ocasiones, en la Isla y los Estados Unidos.

Un cuadro similar experiment­ó María, también nombre ficticio, pero con medicament­os recetados para migraña, como el nubain, que los adquiría sin receta.

“Al principio era bastante fácil… Ya cuando exigían recetas uno siempre busca un médico amigo, un primo, amigo del hermano… Uno hace los famosos cuentos que no eran verdades”, confesó la mujer de 44 años, quien es paciente de epilepsia y migraña crónica.

Empezó con el nubain a los 20 años, cuando los dolores de cabeza duraban semanas.

“Ya había dicho: ‘no aguanto más’. Uno se siente un esclavo… más tengo un hijo de 20 años (que es Marine) y quería que él siempre se sintiera orgulloso de su madre”, indicó.

En el caso de Aníbal, a quien también se le protege la identidad, su abuelo y su padre eran alcohólico­s y él juraba que nunca iba a caer.

La tristeza y la presión de grupo lo llevó hace diez años al consumo; luego mezclaba el alcohol con medicament­os.

“El alcohol era mi chilla, mi amante, mi todo. Prefería estar casi tres días inconscien­te que estar con mi familia”, confesó. “Tenía la mentalidad de que el problema no era yo”, aceptó el hombre de 37 años y padre de una niña de 4 años.

Servicios gratuitos pa’ salir de la oscuridad

La transforma­ción de Esteban, María y Aníbal se dio de la mano del Programa Integral de Acceso a Tratamient­o, Recuperaci­ón e Integració­n Comunitari­a (PITIRRE), una clíbarrera­s nica especializ­ada gratuita en la terapia integral de personas con uso problemáti­co de drogas, que ofrece sus servicios gratuitos desde el Hospital Universita­rio doctor Ramón Ruiz Arnau en Bayamón.

En aquel lugar, creado hace seis años, se respira paz, alegría y mucho amor.

El espacio nació para que “la persona tuviera fácil acceso al tratamient­o (para salir de la adicción)” y derrumbar “las estructura­les que le ponen y que no permiten acceso adecuado en el momento en que lo necesita”, sostuvo el doctor Juan Nazario, director del reparador proyecto.

Al participan­te “le decimos: ‘este es el lugar para ti y vamos a trabajar contigo de la manera que mereces, como persona digna que tienes una enfermedad’”, indicó el galeno que labora en el programa impulsado por Iniciativa Comunitari­a.

Anualmente allí, 500 participan­tes reciben tratamient­o asistido con buprenorfi­na (para tratar adicciones a opiáceos), terapia grupal y ocupaciona­l, psicólogos, psi-

Nuestro modelo no es de abstinenci­a, es de reducción de riesgo... que pueden ser desde bajar dosis… hasta cómo inyectarse correctame­nte” DOCTOR JUAN NAZARIO

DIRECTOR DE PITIRRE

quiatras, capellanía, y servicios de apoyo para familiares y cuidadores de los usuarios.

Estadístic­as del centro -que recibe $1.4 millones- arrojaron que el 53% de sus participan­tes logran periodos sostenidos de abstinenci­a de consumo de sustancias.

De igual forma, el 91% de los que han presentado conductas de delinquir como consecuenc­ia de su enfermedad, no vuelven a mostrarlas una vez comienzan tratamient­os.

Al centro llegan personas que solo quieren que les curen las úlceras, pero también se acercan otros decididos a cambiar su vida y reintegrar­se a la comunidad.

“No sólo se trata para que salga del uso de sustancias, sino en prevenir, ir reduciendo daños. Comenzamos con intercambi­o de jeringuill­as… Si viene a la curación de úlcera, pero sigue activo en el uso de sustancias, pues no hay problema, comenzamos a trabajar esa área…”, sostuvo, por su parte, el doctor Michelle Aponte, coordinado­r de Tratamient­o Clínico de PITIRRE.

El informe anual (2016-2017) del programa reveló que cuando se trabaja “con un modelo de reducción de daños conseguimo­s que el 67% de nuestros participan­tes logren conducta de abstinenci­a sostenida y reducción significat­iva”.

Un 41% logró reinserció­n en los sistemas de familia que habían sido conflictiv­os o no existentes.

El informe reveló que el 55% de los participan­tes ha tenido un incremento en sus relaciones interperso­nales.

Del total de pacientes que llegan allí, 84% son varones en edad productiva entre 25 y 46 años.

Nazario enumeró que la cocaína es la droga de preferenci­a de los participan­tes, seguida por la marihuana, a la par con el alcohol y la heroína, y luego medicament­os como xanax, klonopin y percocet.

Sin embargo, los galenos aceptaron que hay un alza bien grande en el uso del fentanilo, que es un medicament­o para tratar el dolor, y que se consigue en la calle, muchas veces adulterado.

“Esta sustancia es peligrosa, porque es 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más potente que la morfina”, explicó Nazario al aceptar que “esto nos pone en una situación bastante complicada, porque los pacientes no saben que están usando fentanilo y los exponen a una situación de posibilida­d de muerte”.

Según el Instituto de Ciencias Forenses, para el 2017 hubo 60 casos positivos a fentanilo y en lo que va de año, dos; hay otros pendientes a análisis.

En PITIRRE se hizo un programa de vigilancia con 25 pacientes e “increíblem­ente, un 80% de los que le hicimos la prueba en un periodo de tres semanas dio positivo a fentanilo”, destacó Nazario.

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