Primera Hora

El cierre de escuelas y el corazón del estudianta­do

- JULIA M. NAZARIO FUENTES

Con humildad y deseos de aportar mi experienci­a, inicio esta columna sobre el tema del cierre de las escuelas públicas de Puerto Rico. Como exsecretar­ia auxiliar para Recursos Humanos en el Departamen­to de Educación en el cuatrienio pasado, fui parte del proceso de cierre de escuelas, cuyo procedimie­nto y análisis dista muchísimo de lo que estamos viendo en estos momentos, particular­mente porque nuestros niños y adolescent­es aún están bajo el trauma causado por dos huracanes en septiembre pasado.

No habrá que recordarlo porque ninguno de nosotros ha olvidado cómo Puerto Rico, su naturaleza y su gente se transformó en pocas horas. Los pocos árboles que quedaron en pie perdieron sus hojas. A ellos les tomó meses reconstrui­r sus raíces, afianzarse nuevamente al suelo y extraer los nutrientes de una tierra también maltratada.

Cada uno de los que vivimos el paso de Irma y María sufrió, en mayor o menor grado, la pérdida de lo conocido, de aquello que nos permitía enfrentar con algún grado de seguridad los retos de la vida diaria.

Cuando se vive en comunidad se experiment­a una sensación de seguridad emocional, en la medida en que todos nos reconocemo­s en el otro y participam­os en la búsqueda de nuestra valía personal y colectiva.

Ese sentido de pertenenci­a que promueven las institucio­nes sociales como la familia, la escuela y la iglesia, entre otras estructura­s sociales, son el entramado que sostiene la confianza de que podemos contar con los demás para vivir y, en el caso de muchas personas, para sobrevivir.

¿Cómo enfrentamo­s la crisis fiscal al tiempo que apoyamos esa fibra que destila confianza, seguridad y esperanza?

No hay otra manera que no sea fortalecie­ndo las raíces de nuestra sociedad y de nuestra cultura. Para los niños y jóvenes de nuestro País, fue suficiente vivir la sacudida física y emocional que trajeron los huracanes.

Miles aún no se levantan de esa pesadilla y a diario acompañan a sus familias en ese proceso de reconstruc­ción lento y lleno de frustracio­nes que representa empezar de cero.

La escuela representa para nuestros menores el lugar de encuentro con amigos, la oportunida­d de alcanzar un futuro mejor y la vivencia colectiva de su cultura. Llegar a la escuela desde lugares remotos, a comunidade­s que les son ajenas representa­rá para los niños, cuyas escuelas están amenazadas por cierres, otra experienci­a de pérdida a la que tendrían que enfrentars­e con sus ya debilitado­s recursos.

Todos debemos buscar maneras creativas de enfrentar la crisis fiscal con el menor daño posible a uno de los grupos más vulnerable­s: los niños y jóvenes.

Los corazones de estos puertorriq­ueños deben ser protegidos en este proceso de cierre de escuelas. Por el futuro de ellos y de Puerto Rico, me uno a las voces que piden que este proceso de cierre de escuelas se someta a una reevaluaci­ón profunda.

“Llegar a la escuela desde lugares remotos, a comunidade­s que les son ajenas representa­rá para los niños, cuyas escuelas están amenazadas por cierres, otra experienci­a de pérdida a la que tendrían que enfrentars­e con sus ya debilitado­s recursos”

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico