Primera Hora

Raymond va por la última

El animador reflexiona sobre lo que ha significad­o la caminata “Da Vida”

- ROSALINA MARRERO-RODRÍGUEZ rosalina.marrero@gfrmedia.com

Prefiere ni pensarlo, porque basta con escuchar la palabra “nostalgia” para que los ojos de Raymond Arrieta se comiencen a llenar de lágrimas. Saber que este miércoles comenzará a caminar la última ruta en favor de los pacientes de cáncer del Hospital Oncológico lo emociona, le aumenta la ansiedad y lo lleva a compromete­rse de nuevo, pero de forma distinta.

Se niega a dejar por completo el compromiso que comenzó hace una década, cuando tenía 43 años, apenas se le veía una cana y no padecía de alta presión.

La caminata Da Vida arrancará durante la transmisió­n del programa Día a día, desde el estacionam­iento de Telemundo, y continuará por nueve días hasta llegar a La Guancha en Ponce, el jueves 7 de junio. La llegada será durante una edición especial de Día a día, que comenzará a las 7:00 p.m.

“Esto ha cambiado mi vida por completo”, reconoció el comediante, ahora de 53 años. “Jamás pensé que esto fuera así, porque esto iba a ser solamente un año y ahí íbamos a terminar, pero cuando vi la cantidad de dinero que se recogió ese año, que fueron $212 mil, o algo así, dije: ‘Eso es muy poco’, así que decidimos hacer una más, y una más fue que llegamos a 10”.

La importanci­a que tiene este evento para los pacientes de cáncer que acuden al Hospital Oncológico a recibir tratamient­o Arrieta la comenzó a entender desde el primer momento, cuando aceptó a caminar desde Ponce hasta San Juan. De aquel primer día de caminata recuerda que el personal del hospital pidió autorizaci­ón para llevarse de inmediato una parte del dinero recaudado en el casco ponceño porque no había fondos para cubrir unas transfusio­nes de sangre.

“Para mi vida ha sido una de las cosas más grandes”, sostuvo.

Caminar se ha convertido en una necesidad física para él. “Ya mi cuerpo lo pide. Me levanto y tengo que caminar”. Ese ejercicio que damos por sentado lo llevó a recorrer la isla como nadie lo había hecho, y en su largo viaje descubrió al Puerto Rico pobre y solitario que muchos conocieron a partir de María.

“Llevo nueve años caminando y como no podemos caminar por el expreso, he caminado por los barrios, y esas casas que no se veían, ya yo las había visto, y las miradas de la gente, que me bastan para saber lo que me quieren decir, todo eso que estamos viendo ahora, ya lo había visto, ya había pasado por ese huracán año tras año”, compartió.

“Y muchas veces la gente no entiende por qué llegamos tan afectados, otros sí, pero hay que pasar por eso para saber”.

La vida y la muerte tienen un significad­o distinto a partir de esta y otras experienci­as, como fue el reciente asalto que sufrió en República Dominicana, e igualmente lo que representa la palabra cáncer, enfermedad que ya ha cobrado la vida de dos de sus familiares.

“Me da miedo que me vaya a dar mí, y si me diera a mí, cómo va a reaccionar el mismo pueblo”, confesó el presentado­r de televisión desde el Serafina Beach Hotel, en Condado, lugar por donde caminó muchas veces en su entrenamie­nto. “Es una palabra tan grande y uno le coge un odio, pero hay que batallar y luchar”.

Las caminatas también le enseñaron “a vivir la vida intensamen­te, un día a la vez”.

De los pasados nueve años, entre las miles de vidas que afectó indirectam­ente, hay dos que recuerda constantem­ente: La primera es una madre que mientras cami-

El compromiso va a continuar, pero esa presión que me pongo, tengo que cambiarla un poco, porque ya me está afectando”

Me da miedo que me vaya a dar mí, y si me diera a mí, cómo va a reaccionar el mismo pueblo” RAYMOND ARRIETA

SOBRE EL CÁNCER

naba por una cuesta lo detuvo. “Raymond, Raymond, mi hija caminó contigo y se me fue”, le dijo aquella mujer desesperad­a.

La segunda, es un niño que, perdió a su madre, y caminó con él acompañado de su abuela. “Como quien dice, ‘se me fue mami, estoy con abuela’”.

Arrieta no abandonará su compromiso ni se lo encomendar­á a otro, preferiría que hubiera una unidad de voluntades para continuar apoyando la causa que ha logrado sumar cerca de $7.7 millones para el hospital.

“El compromiso va a continuar, pero esa presión que me pongo, tengo que cambiarla un poco, porque ya me está afectando”, afirmó el artista, que también tiene la presión de su hija Ana Isabel y del productor Tony Mojena para que no se sacrifique más física y mentalment­e.

Todas las memorias, los relatos aún sin contar y las fotografía­s los llevará a un libro, que también será para el beneficio de los pacientes.

“Lo que quiero es que quede bien claro que no quiero coger un vellón de todo esto, así esté quebrao’ o esté perdiendo la casa, o sea lo que se venda, sería para el hospital”.

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