LUCHA SIN TREGUA POR SUS VIEJOS
Universidad hace una investigación de campo para crear registro de cuidadores informales de envejecientes en la Isla
Estudio busca crear un registro de cuidadores con el fin de desarrollar programas de ayuda y una política pública enfocada en esta población
A sus 38 años de edad, Rebeca Guzmán Cruz ha dejado todo a un lado por el ser que le dio la vida. Desde el 2012, centra su vida en la atención y cuidados de su madre María Socorro Cruz Velázquez, de 83 años, quien padece de elefantiasis, condición que la llevó a perder la movilidad en sus piernas.
“Para el 2012 le salieron unas celulitis en las piernas, la internaron en el hospital y cuando salió no volvió a tener movimiento en sus piernas. Ella tenía problemas para caminar, pero desde entonces perdió la movilidad por completo. Es ahí cuando comencé a cuidarla”, relató Guzmán Cruz.
Ese instante marcó para siempre la vida de Rebeca, ya que asumió la responsabilidad de cuidar a su madre a tiempo completo, por lo que se vio obligada a abandonar sus estudios y, con ello, su sueño de convertirse en maestra. “La vida me cambió por completo. Prácticamente dejas todo; tu vida personal, tu entorno diario. Yo me dedico por completo a mi mamá y tuve que dejar mis estudios como maestra... A principio me chocó el dejar ese sueño, pero vi que era necesario hacerlo porque ella requiere de mucha atención”, explicó la cuidadora.
Antes de que Rebeca cuidara de su madre, esta tenía problemas de desbalances por lo que se caía con frecuencia. Además, tenía la diabetes descontrolada porque no tenía un buen manejo de sus medicamentos, por lo que la asistencia de su hija ha sido fundamental para la salud de la octogenaria.
“Yo casi no salgo de aquí. Siempre estoy con ella, pero si tengo que salir un momentito a hacer compras o a una cita médica mis hermanos Luis Guzmán Cruz (de 50 años) e Ismael Guzmán Cruz (de 42), se quedan con ella”, sostuvo la mujer.
Mientras tanto, doña María Socorro dijo que, “ha sido muy importante porque si no la hubiese tenido a ella, ¿dónde estuviera yo?... Rebeca, Ismaelito y Luis son los que bregan conmigo. Me siento más que agradecida de ellos”.
“Estoy satisfecha con lo que estoy haciendo. No me gusta eso de llevarla a un asilo, mientras Dios me dé salud y vida voy a estar ahí con ella, al igual que mis hermanos porque ella lo hizo por nosotros entonces ahora nos toca a nosotros hacerlo por ella”, recalcó la hija con mucha seguridad.
A esta encomienda de todos los días se le ha sumado una dura realidad, pues la familia Cruz Guzmán perdió su hogar en el sector Punta Santiago de Humacao a causa del embate del huracán María. Desde entonces, viven alquilados en un apartamento cerca de su casa, mientras el programa Fortaleza para ti trabaja en la reconstrucción de su residencia.
“Perdimos todo. Se metió el mar, un árbol cayó en la cocina y en el cuarto de mi hermano y su esposa. Fuimos escogidos para recibir la ayuda del programa Fortaleza para ti y ellos nos están reconstruyendo la casa”, dijo esperanzada la cuidadora.
Buscan el rasgo de cuidadores aquí
El doctor Ángel Muñoz Alicea, coordinador de la Escuela para Cuidadores de Adultos Mayores de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico (PUCPR), establece que en Puerto Rico no existe un registro o censo oficial de cuidadores informales de adultos mayores para impactar directamente sus necesidades. Esto, sumado a las vivencias con la población de edad avanzada tras el impacto de María, llevó a la universidad a desarrollar una investigación de campo para obtener datos actualizados sobre esta población.
“En el último censo se estima que hay un poco más de 800 mil personas envejecientesmayores de 60 años- en la Isla.
“Encontramos cuidadores exhaustos física y emocionalmente. Muchos tienen la necesidad de tener alguien que les releve un par de horas para tener espacio de distracción o simplemente para ir a citas médicas propias y gestiones cotidianas” ÁNGEL MUÑOZ ALICEA COORDINADOR DE LA ESCUELA PARA CUIDADORES DE ADULTOS MAYORES DE PUCPR
Tomamos como una base esa cifra, pero no podemos establecer que existe esa cantidad de cuidadores en Puerto Rico porque muchos de esos 800,000 envejecientes son personas que no requieren de cuidadores, otros que sus cuidadores migraron o que simplemente no tienen quien los cuide. Por eso con este estudio estamos buscando que las personas se auto identifiquen como cuidadores informales, que sepan reconocer que son cuidadores y que busquen apoyo para manejar esta dura encomienda”, expuso Muñoz Alicea.
Según el coordinador, es importante resaltar el perfil de los cuidadores para que las personas se reconozcan en estas funciones y puedan expresar sus situaciones con el fin de que en algún momento se desarrollen programas de ayuda y una política pública enfocada en esta población.
“El cuidador es una persona que, sin ninguna remunera-
ción, está a cargo de cubrir las diversas necesidades que pueda tener un envejeciente. El nivel de cuidado dependerá de las necesidades particulares y nivel de independencia del adulto mayor. Dentro de las necesidades más comunes se encuentran: ayuda con alimentación, higiene, administración de medicamentos, visitas a médicos, apoyo en las tareas del hogar, brindar compañía, entre otras” aclaró el doctor.
Esta escuela establece tres tipos de cuidadores. Primero, el cuidador principal que es quien pasa la mayor parte del tiempo con ese envejeciente o que viven con él o ella. También está el cuidador parcial que es el que asiste al cuidador principal cuando este tiene que hacer sus gestiones. Pero, el último es una alternativa adicional que promueven como cuidador alterno.
“Este podrían ser jóvenes adolescentes que quizás aun estudian, pero a quienes también se les puede delegar ciertas tareas del adulto mayor como ir al supermercado a comprarle los alimentos, acompañarlo en sus citas médicas, buscarle medicamentos a la farmacia, entre otros”, indicó el doctor.
Según Muñoz Alicea, los cuidadores suelen resaltar la falta de apoyo emocional con el que cuentan y la carencia de un relevo para esa encomienda.
“Encontramos cuidadores exhaustos física y emocionalmente. Muchos tienen la necesidad de tener alguien que les releve un par de horas para tener espacio de distracción o simplemente para ir a citas médicas propias y gestiones cotidianas. Otros expresan miedo de que pase una situación con el envejeciente y no saber qué hacer, y también les preocupa que su propia salud se vea afectada por no tener tiempo para atenderse. Por eso en la escuela y los talleres que damos tratamos de darle recursos que les ayude a canalizar esas necesidades. Grupos de apoyo, clínica interdisciplinaria, entre otros”.
Precisamente, la PUCPR pronto iniciará su Tercera Escuela para Cuidadores de Adultos Mayores, una iniciativa libre de costo que busca fortalecer las herramientas de las personas dedicadas a cuidar familiares de la tercera edad.
“Esta escuela es un esfuerzo comunitario para todo el mundo, no solo estudiantes de la Católica. Hemos tenido cuidadores desde los 17 hasta los 86 años. Uno de nuestros propósitos es educarlos de manera gratuita para que conozcan las etapas de desarrollo del envejeciente, aprendan a manejar medicamentos y condiciones, sepan cómo llevar su nutrición. Si logramos que se sientan que están haciendo las cosas con conocimiento y amor, evitamos que se desgasten física y emocionalmente”, indicó el experto, quien exhorta a los cuidadores a solicitar su espacio en esta escuela gratuita que proyectan comenzará su tercer ciclo el 22 de septiembre de 2018.
Para más detalles pueden llamar al 787-841-2000 extensiones: 1414 y 2418.