Cada quien da su versión
Brett Kavanaugh, nominado a juez al Tribunal Supremo de los Estados Unidos, se le hizo un nudo en la garganta ayer cuando declaraba ante la Comisión de Asuntos Jurídicos del Senado, y se defendía de las acusaciones de agresión sexual en su contra, pronunciadas más temprano en el día por la sicóloga Christine Blasey Ford.
El juez lució molesto y trató de contener las lágrimas cuando aseveraba a los senadores que era “inocente”.
Ford, de 51 años, testificó horas antes que Kavanaugh la sujetó sobre una cama e intentó desvestirla, apretó su cuerpo contra el de ella y le tapó la boca con una mano durante una fiesta cuando eran adolescentes.
“Creí que iba a violarme”, dijo Ford en su declaración inicial.
Los demócratas respaldan a Ford.
Kavanaugh, de 53 años y padre de dos hijas, indicó que una de ellas le dijo que deberían “rezar por la mujer” que hizo las acusaciones.
“Es mucha sabiduría para una niña de 10 años”, dijo y agregó que “no guardamos ningún rencor”.
Los 11 republicanos del panel, todos hombres, encomendaron sus preguntas a Rachel Mitchell, una fiscal veterana especializada en crímenes sexuales, quien en la mañana comenzó con una expresión de solidaridad con Ford: “Quiero que sepa que lo lamento mucho. Eso no está bien”.