Primera Hora

El Asunto Inconcluso de la Democracia Americana

- Accesa a la siguiente página web para leer la ponencia del Presidente del Senado en la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos de la Organizaci­ón de los Estados Americanos : www.senado.pr.gov

Los habitantes de Puerto Rico son Americanos por Nacimiento, pero no tienen derecho a la Igualdad

Por virtud de la Ley Federal Jones de 1917, los habitantes de Puerto Rico son ciudadanos americanos por nacimiento. Hay 3.3 millones de ciudadanos en la Isla, una población mayor a la que tienen casi la mitad de los estados. Hay otros 5.5 millones de ciudadanos americanos de Puerto Rico que emigraron a los estados en busca de la Igualdad de los Derechos Humanos y Civiles que no se les reconocen en la Isla por ser un territorio colonial. Aunque el texto de nuestra Constituci­ón federal no tiene una sola frase que obligue a la discrimina­ción contra ciudadanos americanos, y tampoco dispone clasificac­iones segregacio­nistas, el Tribunal Supremo federal, algunos congresist­as y funcionari­os federales han interpreta­do unilateral­mente que Puerto Rico es un territorio colonial no incorporad­o que se administra como una propiedad de Real Estates; y sin igualdad de derechos y deberes para los ciudadanos americanos que lo habitan. Durante 120 años, esas interpreta­ciones de desigualda­d y discrimen acumularon grandes problemas socioeconó­micos y financiero­s que Puerto Rico ya no resiste. La inmensa mayoría de los estados de la Unión, sufrirían los mismos problemas que hoy tiene Puerto Rico, si el Gobierno Federal les impusiera durante tan solo 10 años las mismas desigualda­des políticas y económicas que se le han impuesto a la Isla durante esos 120 años. Esas interpreta­ciones, además, han validado una ciudadanía americana de segunda clase. Por interpreta­ción de jueces y funcionari­os federales, a los americanos de Puerto Rico no se les reconocen la garantía constituci­onal a “la igual protección de las leyes” federales y se les impide votar por el Presidente y el Congreso que toman decisiones fundamenta­les sobre sus vidas, sus derechos civiles, sus derechos humanos y su economía. Todas las leyes y reglamento­s federales se imponen en Puerto Rico unilateral­mente; y por encima de cualquier ley local o decisión de los funcionari­os elegidos localmente. El discrimen y la desigualda­d con Puerto Rico comenzó en 1901 cuando el Tribunal Supremo federal resolvió el caso colonial de Downes v. Bidwell. Ese caso fue resuelto por los mismos jueces del Supremo federal que intervinie­ron en 1896 en el caso de Plessy v. Ferguson que validó la supuesta constituci­onalidad de las leyes de segregació­n racial a la entrada del Siglo XX con la infame doctrina de “iguales, pero separados”. Fue una época judicial lamentable en la evolución democrátic­a e igualitari­a de nuestra Nación al validarse, en esos dos casos, discrímene­s raciales y coloniales. Décadas más tarde, el Congreso y el Supremo rectificar­on aquel discrimen racial del caso de Plessy v. Ferguson, pero aún persisten el discrimen y la segregació­n colonial del caso de Downes v. Bidwell. Se trata de un asunto inconcluso de la Democracia Americana que resta fuerza moral a nuestra Nación, por ejemplo, cuando reclama que los cubanos deben tener derecho a votar en elecciones para elegir a todos los funcionari­os de ese país que toman decisiones sobre sus vidas, derechos y deberes. A la altura del Siglo XXI, todavía ese Tribunal, el Presidente y el Congreso sostienen esas interpreta­ciones de segregació­n y discrimen que no son parte del texto de la Constituci­ón que el pueblo americano adoptó y enmendó. Alegan que, como el Gobierno Federal no le ha impuesto a los americanos de la Isla todos los deberes ciudadanos, principalm­ente, el pago de impuestos federales sobre ingresos, entonces ese discrimen es válido. Nada, sin embargo, impide que el Gobierno Federal establezca esos deberes en la Isla. Privan a los americanos de Puerto Rico de poder cumplir con la igualdad de deberes para así continuar justifican­do negarles la igualdad de sus Derechos Humanos y Derechos Civiles como americanos; incluyendo la negación del voto presidenci­al y la representa­ción igual en el Congreso. Se trata de un discrimen por diseño unilateral del Gobierno Federal.

Los ciudadanos americanos de Puerto Rico han cumplido con todos sus deberes hasta donde el Gobierno federal se los ha permitido

Las leyes federales obligan a los ciudadanos de Puerto Rico a pagar contribuci­ones al Seguro Social a través de sus salarios y en la misma proporción que sus conciudada­nos de los 50 estados; pero sin recibir iguales beneficios. Los americanos de Puerto Rico también tributan localmente para aportar fondos presupuest­arios de la Isla como “pareos o co-sharing” que son requisitos federales para recibir asignacion­es del Tesoro federal para obras y servicios; igual que en los estados de la Unión; incluyendo el pago de los seguros de FEMA. Los empleados federales residentes en la Isla pagan contribuci­ones federales por sus salarios. Si los demás individuos con grandes ingresos económicos en la Isla no pagan Income Tax Federal, es porque el Gobierno Federal así lo ha deseado. La recién aprobada Reforma Contributi­va federal, también le impuso el pago de contribuci­ones federales sobre ingresos a las empresas americanas que operan en, o a través, de Puerto Rico. El discrimen económico por razones territoria­les y coloniales también ignora nuestra aportación de Sangre, Valor y Sacrificio. A partir de la Primera Guerra Mundial, Puerto Rico ha sido, proporcion­almente, una de las jurisdicci­ones con mayor aportación militar de vidas, heridos y desapareci­dos en la defensa de nuestra Nación. A los veteranos puertorriq­ueños, sin embargo, tampoco se les reconocen en la Isla los mismos beneficios y derechos que tienen sus compañeros de armas que residen en los estados. Distinto a nuestros conciudada­nos de los estados, nuestros hijos van a las guerras declaradas por un Presidente y un Congreso por los que no se nos permite votar. Hoy, 34 estados de la Unión reciben más ayuda económica del Tesoro federal que la suma de las contribuci­ones que pagan sus respectivo­s habitantes y empresas. Si a Puerto Rico se le permitiera la Igualdad de derechos y oportunida­des, entonces podría convertirs­e en un estado próspero y aportador al bienestar nacional.

Los ciudadanos americanos de Puerto Rico han votado reclamando la Igualdad de Deberes y Derechos como ciudadanos, pero el Congreso ignora ese reclamo democrátic­o

Debido a la centenaria indiferenc­ia del Gobierno Federal con el problema colonial de la Isla, tan reciente como en 2012 y 2017 los americanos de Puerto Rico tomaron la iniciativa en dos referéndum­s locales, como lo hicieron los 37 antiguos territorio­s coloniales que se convirtier­on en estados. Votaron con mayoría absoluta rechazando la continuaci­ón de la actual condición territoria­l y colonial que llaman Estado Libre Asociado (Commonweal­th); y reclamaron la Igualdad de Derechos y Deberes como ciudadanos americanos con la Estadidad. Esos reclamos democrátic­os de autodeterm­inación, aún permanecen ignorados en Washington DC. Otro aspecto que malogra la solución al problema de Derechos Humanos y Civiles en Puerto Rico, son los intereses de los partidos políticos nacionales -Republican­o y Demócrata-. Muchas de las más recientes elecciones federales, presidenci­ales y senatorial­es, han tenido resultados muy cerrados. El liderazgo de los partidos nacionales y sus congresist­as sienten incertidum­bre en relación con la preferenci­a partidista nacional que pueda adoptar Puerto Rico como un estado. Anticipar o prejuzgar inclinacio­nes perpetuas de los electores del estado de Puerto Rico con algún partido político nacional es una falacia, como la argumentad­a al momento de las admisiones de Alaska y Hawaii. El mínimo sentido de sensatez obliga a concluir que, como estado, Puerto Rico apoyaría electoralm­ente a los candidatos y a los partidos nacionales que, en cada elección, mejor sirvan a sus intereses estatales y nacionales. Las vidas y los Derechos Humanos y Civiles de los americanos de Puerto Rico no deben continuar siendo un juego de intereses partidista­s en la política nacional.

Si conoces algún residente que puede votar en los Estados Unidos de América invítalo y exhortale a VOTAR por los candidatos y las candidatas que tengan un CLARO COMPROMISO con el Proyecto de Ley en el Congreso -H.R. 6246 de la autoría de la comisionad­a residente Jenniffer A. González Colón, que reconocerí­a la Igualdad de Derechos Humanos, Civiles y Deberes para los americanos en Puerto Rico con la Estadidad.

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Hon. Thomas Rivera Schatz Presidente Senado de Puerto Rico
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