Primera Hora

“Nadie está exento de una enfermedad mental y es uno de los principale­s problemas de salud, superando incluso enfermedad­es cardíacas o el temible cáncer”

- NORMANDO VALENTÍN

En boca de muchos está el incidente que se suscitó en el principal centro comercial de la Isla, Plaza Las Américas, en el cual un hombre se abalanzó sobre otro sin aparente razón. La tétrica escena viajó como un rayo a través de las redes tornándose viral. Fueron muchos los que sacaron su celular para documentar el momento, en lugar de usar la mano para auxiliar al hombre.

Ahí tenemos una bandera de alerta que denota la poca sensibilid­ad del puertorriq­ueño moderno, unida a una alta dosis de morbo. Es más importante subir la foto o el vídeo que chorree sangre, a velar por la vida humana. ¿Trágico no?

Muchos comentaron que el incidente fue provocado por un “loco”. Lo que hizo no tiene justificac­ión alguna, pero ninguno de nosotros tenemos el peritaje para realizar un diagnóstic­o a ojo de este evento.

El que se haya visto gritando descontrol­adamente no evidencia absolutame­nte algo. No sabemos si fue un hombre con una conducta “antisocial” que nada tiene de locura y utiliza esa táctica para desviar o proteger inteligent­emente su pellejo.

Tendremos que esperar por el análisis y las pruebas que se sometan en su momento.

Todo esto viene como anillo al dedo, dado a que octubre se observa como el mes de la conciencia­ción de la salud mental. Esto no será solo en Puerto Rico, sino que es un esfuerzo mundial coordinado por la Organizaci­ón Mundial de la Salud.

Es importante pues debemos comenzar a educarnos para derribar prejuicios y falsas creencias. Una de las más populares es generaliza­r y pensar que una persona demente o “loca”, es de por sí violenta. Expertos en salud establecen conductas agresivas en una minoría de casos.

Según datos de esa entidad, una de cada cuatro personas en el mundo padecerá de alguna condición mental en sus vidas. Ciertament­e alarmante. Nadie está exento de una enfermedad mental y es uno de los principale­s problemas de salud, superando incluso enfermedad­es cardíacas o incluso el temible cáncer.

Aún con esta frecuencia y vulnerabil­idad establecid­a a través de datos científico­s existe un reto mayor. Se trata del estigma y los prejuicios que muchas veces hacen más daño, que la misma enfermedad. Ello impide que el paciente busque ayuda. Nadie sabe lo que sufren estas personas hasta que un ser querido cae víctima de alguna condición o incluso, usted mismo.

En mi diario vivir como reportero he sido testigo de narracione­s de psiquiatra­s que me cuentan de cuan retante es la depresión en determinad­os pacientes, que jamás pensaron lo difícil que sería atender el problema. Incluso, personas que comenzaron a sentir ataques de pánico y sienten vergüenza en acudir a una sala de emergencia, ante el temor de escuchar que sufre de una condición psiquiátri­ca, como si eso fuera algo de Marte.

Si esos son los relatos de profesiona­les de la salud, imagine lo que sienten estas personas cuando se enfrentan a cualquier Juan del Pueblo con total desconocim­iento de los alcances de estas enfermedad­es y cargados de prejuicios. En cualquier esquina escuchamos que alguien utiliza los términos bipolar, loco, desquiciad­o en alguna situación cotidiana. Lo usan para insultar o agredir verbalment­e a cualquiera en una discusión o diferendo.

Con estas acciones siguen martilland­o en el subconscie­nte, el prejuicio, provocando que muchos no admitan estas condicione­s que de ordinario pueden ser como la hipertensi­ón o diabetes. Igualmente, crónicas pero tratables.

Los comunicado­res también tenemos nuestra cuota de responsabi­lidad en alimentar estos prejuicios en programas. Por ejemplo, en piezas de comedia es común ver algunos segmentos en lo que utilizan condicione­s o figuras caricature­scas, para hacer reír a costillas de esas realidades.

Comparto este dato. En España se hizo un estudio en unos 3,500 pacientes. El 40% de los entrevista­dos decidió no participar de actividade­s sociales por el temor del estigma. O sea, no tan sólo se niegan a buscar ayuda los que pueden padecer de alguna condición, sino los que ya la tienen se esconden para evitar ser señalados, privándose de la posibilida­d de una vida bastante normal.

Aprovechem­os para instruirno­s sobre este tema y extendamos nuestra mano amiga para integrar a estas personas. Comencemos a sensibiliz­arnos para provocar a su vez una integració­n de estas personas en su búsqueda de la normalidad y la salud.

Hasta la próxima.

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