Primera Hora

UNIDOS POR UN CORAZÓN

Donante le dio nueva vida a don Faustino

- BÁRBARA J. FIGUEROA ROSA barbara.figueroa@gfrmedia.com

El amor trasciende de formas insospecha­das y esta es la historia de un dolor convertido en un hermoso gesto de desprendim­iento que le devolvió la esperanza de vivir a un hombre que tenía sus días contados.

Corría enero de 2003 y don Faustino Jovito Rosario Ortiz convalecía en el Hospital Cardiovasc­ular en Centro Médico, esperando recibir la llamada de que había un corazón donado para reemplazar el suyo que, para entonces, funcionaba a un 10%.

A poca distancia, en la Unidad de Trauma que ubica en la misma instalació­n, llevaba batallando por su vida durante una semana Adaliz Pereira Lugo, de 25 años y con una herida de bala hecha por su pareja, Rolando Ferrao Rivera. ( fue sentenciad­o a 129 años de cárcel)

En cambio, la mujer -madre de dos niños de 4 y 7 años- tuvo muerte cerebral, según los médicos.

La mamá de Adaliz recordó que su hija le había comentado que si algo le sucedía quería que donaran sus órganos y tejidos. Sus deseos fueron cumplidos de inmediato y tras gestiones hechas a través de Lifelink, don Faustino recibió la llamada.

Volví a nacer… me pusieron el corazoncit­o de una mujer dulce, hermosa y buena que me devolvió la vida”

FAUSTINO JOVITO ROSARIO ORTIZ / TRASPLANTA­DO

Para esa época, el paciente con seis bypass tenía 59 años y se desempeñab­a como conductor de guagua pública en la ruta de Río Piedras a Carolina.

Su corazón había crecido y estaba llevando poca oxigenació­n a su cerebro y organismo. Su recaída fue acelerada, al extremo de que en cuestión de un año (2003) perdió, incluso, la capacidad de bañarse o vestirse solo. “Volví a nacer… me pusieron el corazoncit­o de una mujer dulce, hermosa y buena que me devolvió la vida. Nunca hubiera querido que fuera en estas circunstan­cias. Pero Dios es el que manda y va. Y lo más lindo de este proceso es que gane a una familia extendida, porque al par de meses, por otra casualidad grande de la vida, conocí a los parientes de mi corazón (como llama a Adaliz). Y desde entonces, no hemos perdido comunicaci­ón”, expresó nostálgico el hombre, de 74 años.

Explicó que un amigo de la infancia quien conocía de su condición de salud tenía relación con la familia de Adaliz y un día, durante una conversaci­ón informal con los parientes de la mujer, hablaron sobre el proceso de donación.

Entonces, atando cabos, sospecharo­n que el corazón de Adaliz fue trasplanta­do a don Faustino, informació­n que luego se corroboró.

“Para mí son una familia extendida que Dios puso en mi camino”, indicó.

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UNA LLAMADA. Don Faustino Jovito Rosario Ortiz, en la imagen acompañado por su esposa, tenía los días contados. Hoy vive gracias al corazón que recibió de Adaliz Pereira Lugo.
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ADALIZ PEREIRA LUGO
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