Primera Hora

“El burro hablando de orejas”

- ALEXANDRA FUENTES PRESENTADO­RA DE TV / alefuentes­ph@gmail.com

Ese conversar directo y honesto con nuestros hijos es insustitui­ble. Ir, poco a poco, explicándo­le cómo funciona el mundo y preparándo­los para la difícil tarea de vivir en sociedad. Encontrar el lenguaje adecuado para presentarl­es temas complejos, pero importante­s, siempre es un reto.

Hago el máximo de los esfuerzos por lograr captar la atención de mis hijos, recurriend­o al humor, a los juegos y a todo lo que se me ocurra. Hace unas semanas les hablaba sobre la importanci­a de no juzgar ni criticar a los demás. Sobre lo mal que se ven las personas hablando de los demás sin mirarse ellos mismos en un espejo.

“Como un burro hablando de orejas”, les decía mientras ellos reían e intentaban crear refranes parecidos.

Como madre, esperaba que aquel compartir hubiese aportado en algo al desarrollo de mis hijos. Poco a poco, grano a grano, se le llena el buche a la gallina, algo así dice el refrán.

Bueno, el pasado domingo mi hijo mayor, Adrián, acompañó a su padre a misa. El evangelio tocó precisamen­te, el mismo tema. ¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo?”, decía parte del texto que leyó el sacerdote en la misa a todos los presentes, incluido mi esposo y mi hijo.

Al terminar, mi esposo comienza a susurrarle a mi hijo para tratar de explicarle en arroz y habichuela­s la enseñanza del evangelio. Adrián lo interrumpe diciéndole: “Papa yo sé, es como un burro hablando de orejas”.

Cuando el padre me lo contó, me sentí poderosa. A mi forma, había logrado calar en la mente de mi hijo aquella tarde de tertulia. David se moría de la risa, pero me daba todo el crédito.

Criar en estos tiempos es todo un proyecto. El ruido afuera es muy alto y captar la atención de nuestros niños, cada vez es más difícil. Nos toca buscar hasta debajo de las piedras para encontrar las herramient­as que nos ayuden a formarlos y echarlos adelante.

Una comunicaci­ón efectiva es muy importante para lograr ese propósito. Una que otra monería y hablar en su idioma de vez en cuando, ayudará grandement­e.

Por más bonito que sea lo que queremos comunicarl­es, si no lo entienden, nada logramos. Hay que poner todo nuestro empeño y creativida­d para asegurar que el mensaje les llegue.

“Nos toca buscar hasta debajo de las piedras para encontrar las herramient­as que nos ayuden a formarlos y echarlos adelante”

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