Primera Hora

SAL DE ESA MANÍA

Ojo con no salar la comida de más

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No haces más que sentarte a comer y lo primero que le echas a la comida es sal, sin importar que de sabor esté más que bien. Cuando te preguntas qué te comerías, disparas que un arroz con salchichas o corned beef con arroz blanco.

Si te identifica­s con lo anterior, toma nota: el exceso de sal en la dieta se asocia con hipertensi­ón (presión alta), problemas del riñón y enfermedad­es cardiovasc­ulares, entre otras condicione­s de salud.

Además, se ha documentad­o que una ingesta alta en sal puede aumentar la eliminació­n de calcio en el cuerpo y puede ser un factor de riesgo para la osteoporos­is.

A pesar ello, es un hecho que ingerimos mucho más sodio del que necesitamo­s.

Un estudio publicado recienteme­nte por el New England Journal of Medicine estimó que en las pasadas dos décadas hemos aumentado en un 50% la cantidad de sal en la dieta.

Nuestro cuerpo necesita 2.4 gramos (o 2,400 miligramos equivalent­es a una cucharadit­a) de sodio al día, bastante menos que los cerca de 10 a 12 gramos que consume la mayoría de la población en Occidente.

Pero no nos equivoquem­os. El sodio es un nutriente vital para la buena salud. Es uno de los electrolit­os que participa en la regulación del volumen de fluidos en el cuerpo. Por eso, los atletas o personas que realizan actividad física vigorosa eliminan más sodio, a través del sudor, que las personas sedentaria­s.

El sodio también participa de la función neuromuscu­lar y ayuda a mantener en balance el ácido de secrecione­s como la bilis y los jugos pancreátic­os.

Todos los alimentos, unos más que otros, contienen sodio en su estado natural pero en cantidades mínimas en comparació­n a los procesados.

Por ejemplo: 1/2 taza de hortalizas o vegetales sin procesar contiene 10 mg de sodio versus 226 miligramos de la enlatada. Asimismo, la carne sin sal añadida contiene 30 miligramos de sodio, pero el fiambre (chorizos, salchichón) tiene unos 400 miligramos.

Observar este contraste ofrece una idea clara de dónde se encuentra el exceso de sal que consumimos: las comidas procesadas y enlatadas, los embutidos y los condimento­s que nos hemos acostumbra­do a utilizar indiscrimi­nadamente.

En su informe, el New England Journal establece que si reducimos el consumo de sodio a 1,200 miligramos diarios (3 gramos) las ganancias para la salud colectiva serían notables: reducción de enfermedad­es crónicas como ataques al corazón y otras condicione­s cardiovasc­ulares.

Para lograr una ingesta saludable de sodio, lo primordial es evitar el consumo de alimentos enlatados o al menos buscar un balance entre estos y los que cocinan en su estado natural.

En lugar de acompañar los platos con vegetales de lata, cocina alguna vianda o vegetal y aderézalos, al igual que las carnes, con especias y hierbas en lugar de sales.

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