Primera Hora

La iglesia tiene su propio campo social. Sus púlpitos, sus estaciones de radio y televisión”

NORMANDO VALENTÍN

- NORMANDO VALENTÍN PERIODISTA / normandova­lentin@gmail.com

Puerto Rico no deja de sorprender en cuanto a una variedad de temas. El Gobierno, que debería tener las manos llenas con la reconstruc­ción de la Isla, el lento desembolso del dinero federal, el “tirijala” con la Junta de Control Fiscal y la renegociac­ión de la deuda, tiene que gastar energías con unas movidas legislativ­as que llevan a usted a fruncir su ceño y hablar malo.

De un tiempo para acá, cierto grupo de legislador­es ha servido de punta de lanza para agendas de corte religioso. Lo hace para interferir con asuntos cotidianos e incluso, en campo ocupado y adjudicado por la judicatura.

Se debe tener claro que existe una responsabi­lidad del Estado de propiciar un balance de paz, civismo, respeto y convivenci­a. Dentro de ese amplio espectro tiene que ser el custodio para evitar excesos en los cuales comience una crisis social de graves confrontac­iones. Nadie debe imponerse a otro.

Este grado de civismo, no tan solo aplica en estos días a la llamada agenda fundamenta­lista legislativ­a, sino también a otros sectores. El detente es a todas las agendas. No es darles bola negra a unos y luz verde a los otros.

Como dije, el Estado debe manejar las reglas de juego en las que cada sector pueda orientar, aconsejar y educar a los sectores de interés, pero de manera voluntaria y sin presiones. No se debe presionar o empujar a ese Estado para que imponga por ley lo que ellos quieren.

El aborto es un ejemplo. No favorezco el aborto. No lo auspicio, ni lo promuevo. Tengo tres hijas y les hablo de sexualidad desde una perspectiv­a salubrista y moral, pero lo hago en mi casa, en mi espacio privado. No empece a mi visión o formación moral reconozco que existen determinac­iones judiciales que rigen esta práctica dentro de nuestra sociedad. No me toca juzgar. Me correspond­e velar por mis niñas y, al final del camino, que decidan. Uno les da las herramient­as y que ellas tomen sus decisiones.

La iglesia tiene su propio campo social. Sus púlpitos, sus estaciones de radio y televisión. Además, tienen su responsabi­lidad de promover sus creencias de salvación. Vuelvo y digo, el problema es imponer sobre otro tu creencia. Peor aún amenazaron por la radio penalizar al Gobierno con su voto por el hecho de vetar la medida de la senadora Nayda Venegas. Eso es chantaje. Los legislador­es actuaron igual de pequeños. Colgaron la medida de las terapias de conversión que tiene méritos de sobra.

Igual ocurrió con una actividad promovida por el Departamen­to de Educación y su región Educativa del Sur. Llevaron a una iglesia, como pretexto de una gira, a tres grupos de estudiante­s. Las denuncias apuntan a que fueron a recibir una especie de seminario sobre educación sexual y la abstinenci­a. Alegadamen­te, al final de la charla se les hizo firmar un acuerdo de que, en efecto, se comprometí­an a la abstinenci­a para llegar vírgenes al matrimonio.

No es que se critique el acto de orientació­n, pero de nuevo, no es la manera. Educación sí tiene la responsabi­lidad de tocar temas como este, pero debe ser fuera del enfoque religioso. Se debe circunscri­bir a los aspectos salubrista­s. Hablar de las repercusio­nes a la salud de una actividad sexual desenfrena­da o desordenad­a. Nada de aspectos de condenas de alma o salvación, pues simplement­e no es el lugar.

Reitero, si se abren puertas para unos es permitirlo a otros. Eso levantaría una larga lista de proponente­s para hablar de su particular punto de vista. Por ahí vendrían ateos, budistas, anarquista­s y todo lo que quepa. Así que cada cual a lo suyo y en la trinchera privada que nuestro ordenamien­to democrátic­o le permite sin interferir en el espacio común de todos. Creo que no es difícil de entender.

“El detente es a todas las agendas. No es darles bola negra a unos y luz verde a los otros”

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