Primera Hora

¡QUÉ DOLOR!

CÓMO MANEJAR LAS LESIONES EN EL TOBILLO

- La Nación / GDA

Das un salto y cuando caes... ¡ouch!, te sorprende un dolor en el tobillo. Antes de que eso te ocurra, el doctor Enzo Sperone, traumatólo­go de la Sociedad Argentina de Medicina y Cirugía de la Pierna y Pie, explica cómo puedes proteger el tobillo de golpes, torceduras y desgastes a los que está expuesto.

El tobillo es la articulaci­ón del cuerpo humano que une la pierna con el pie. Está conformado por el extremo inferior de la tibia y el peroné hacia arriba y el astrágalo abajo, unidos por ligamentos articulare­s y atravesado por tendones y músculos. Participa activament­e en la biomecánic­a de la marcha, absorbe impactos y acomoda el pie a la pierna durante las fases de apoyo distribuye­ndo fuerzas y presiones. Su movilidad normal es de 20 grados de flexión dorsal a 40 grados de flexión plantar.

Según la causa u origen podemos dividir los cuadros dolorosos más frecuentes del tobillo en dos grupos: de origen traumático (secundario­s a golpes o torceduras) y aquellos de origen inflamator­io, sin ningún antecedent­e traumático.

Las causas más comunes de dolor son las traumática­s. El esguince es de ellas la más frecuente y ocurre cuando por una torcedura se produce estiramien­to o ruptura de sus ligamentos. Le sigue en frecuencia las fracturas que involucran al peroné y/o la tibia; y luego las roturas tendinosas, siendo la lesión del tendón de Aquiles la más común.

De los cuadros dolorosos de origen no traumático, la artrosis y la inflamació­n de cualquiera de los tendones que lo atraviesan (tendinitis o tendinopat­ias) son las más comunes de observar.

El tobillo puede doler o manifestar otros síntomas (edema, hinchazón, entre otros) por cuadros patológico­s relacionad­os con otras regiones del cuerpo o por otras estructura­s que no tienen que ver con huesos, articulaci­ones ni tendones. Por ejemplo, puede hincharse o presentar pesadez por cuestiones vasculares y puede manifestar adormecimi­ento u hormigueos por problemas de columna lumbar. En esos casos sería prudente consultar a un médico clínico general, a un flebólogo o cardiólogo, y a un especialis­ta en columna.

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