Primera Hora

YA SE SIENTE ACTRIZ

- ROSALINA MARRERO-RODRÍGUEZ rosalina.marrero@gfrmedia.com

Con el tiempo uno pierde ese miedo a que digan que eres problemáti­ca, o que eres difícil, porque ya no me importa”

SARA JARQUE / ACTRIZ

En la vida artística de Sara Jarque hubo dos momentos que le dieron dirección: el primero fue una rabieta en un proceso de matrícula en la upi, y el segundo, cuando su homólogo Jaime Bello la hizo caer en tiempo para reconocer que aún actuando, podía continuar con sus aspiracion­es musicales.

Así rompió con la costumbre que bordeó su generación de tener que definirse, porque si era bailarina, no podía ser músico y actriz a la vez. Pero ella es uno de esos fenómenos de las tablas que puede ejecutar en todas las disciplina­s y salir airosa.

Lo asombroso es que entró al Recinto de Río Piedras de la Universida­d de Puerto Rico por ciencias naturales porque no tenía idea de qué rumbo tomar. En ese limbo, había una constante, y era la música. La conoció desde niña tocando el piano junto con su hermano actor, Joaquín Jarque.

“Nunca tuve en mi horizonte ser actriz”, compartió con la firmeza que la define. “La vida me fue llevando, pero no puedo decir que de chiquita soñaba con ser actriz ni con ser bailarina ni con ser cantante”.

Sara Jarque Rodríguez, nombre completo, inició su carrera artística en el 1984 como bailarina de Nydia Caro. Posteriorm­ente bailó con Emmanuel y Chayanne, y fue corista de Ricardo Montaner, Lourdes Robles y Álvaro Torres.

La actuación llegó al no conseguir una clase de comercio y optó por una electiva en el Departamen­to de Drama con el profesor Dean Zayas, el mismo que la dirige para la obra

Otoño en familia, que sube a escena este jueves, en la Sala Experiment­al Carlos Marichal del Centro de Bellas Artes en Santurce.

“Lo más fácil que se me hace es el baile, digo, con la edad que tengo ya no soy la bailarina que era, pero es la disciplina que menos nervio me da. Mi mayor pasión es la música, es lo que me llena el alma. Y la actuación ya me siento en un punto que la tengo agarrada, no aprendida porque nunca se termina de aprender, pero me siento en un punto de mi vida donde me siento actriz. Me siento segura y me ofrecen un papel y sé que lo voy a coger y voy a hacer lo mejor que pueda”.

La referencia a la edad se repitió a lo largo de la entrevista, y al abordarla sobre por qué lo hacía fue casi un acto de liberación. Explicó que cada vez que cruza la esquina de una década, y ella entró en los 50, hay cosas que se tornan inaceptabl­es y se pierde el miedo a decirlas y asumirlas como parte de su ética. En ese proceso se ha ganado calificati­vos que no se pueden publicar, pero ella los repite sin afectarse en lo más mínimo.

“Me crié en una generación que, al no tener las telenovela­s, no hubo este divismo que tuvo mi generación anterior, que se lo respeto porque son grandes estrellas, pero mi generación era más de soldados de filas y de trabajar, pero también uno tiene que empezar a dar codazos, porque puedo ser bien buena y bien profesiona­l, pero si tengo cuatro leñas al lado, me van a dañar el trabajo, entonces con el tiempo uno pierde ese miedo a que digan que eres problemáti­ca, o que eres difícil, porque ya no me importa”.

Ella ofrece profesiona­lismo, disciplina, estudio, y espera lo mismo. Le molestan las tardanzas y ausencias de sus colegas en el proceso de estructura­ción de una obra, y es algo con lo que tiene que trabajar, porque -también con los añosha entendido que cada uno tiene un ritmo distinto.

No se queja. Ha entrado en la piel de importante­s personajes, especialme­nte en el teatro musical, que es su mayor pasión. Chicago, Cabaret, Mamma mía!, La jaula de las locas y Golondrina, son una brevísima representa­ción de su trayectori­a de 35 años.

Cada papel lo aborda desde la perspectiv­a psicológic­a, emocional y física para poder conectar a veces con unas identidade­s que confrontan sus propios ideales y principios morales.

En Otoño en familia, la dramaturga Myrna Casas se aden

tra en las familias puertorriq­ueñas de los años 50, cuando reinaba el patriarcad­o, las mujeres sufrían diversos abusos y prejuicios, y todo era silenciado en nombre del honor.

“Los actores no podemos juzgar a los personajes, los actores tenemos que analizar los personajes, pero nunca juzgarlos porque sino no conectamos emocionalm­ente con ellos y tenemos que hasta cierto punto empatizar y justificar su reacción”, puntualizó la intérprete de “Sara María Rosa” en la pieza que conforma una trilogía.

Para la actriz, el teatro no es un simple espacio de entretenim­iento. El teatro tiene un valor educativo y la obligación de provocar el pensamient­o crítico y las emociones. “Si sensibiliz­as a un pueblo, tienes gente más empática, más considerad­a, más educada”, subrayó para marcar la diferencia entre el teatro vodevil, tan común en las salas locales, de lo que es el clásico.

“Tiene que haber un balance y el usar como excusa que eso es lo que la gente quiere, no puede ser, porque también hay que apoyar a las compañías que se lanzan a hacer trabajos con textos importante­s”, sostuvo.

Su forma de trabajo no necesariam­ente tiene que cambiar a partir del momento histórico que atraviesa la Isla. Ella, en cambio, sí.

Una nueva apreciació­n

Confiesa que la movilizaci­ón

ciudadana en las pasadas semanas por la renuncia de Ricardo Rosselló la afincó de nuevo en su sitio, y espera que ese sentido de unidad y empatía se refleje en todos los espacios de Puerto Rico. “Esto a mí me reconcilió mucho con mi nación, con mi país, porque todos queremos vivir en un lugar de paz, de armonía, de gente educada, considerad­a y a veces la cotidianid­ad y la lucha que uno tiene diaria en la calle, te quita el ánimo y uno piensa muchas cosas, pero esto que ha pasado me reconcilió con mi país y con mi gente”.

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 ?? luis.alcaladelo­lmo@gfrmedia.com ?? A ESCENA. Sara Jarque se prepara para su próximo trabajo teatral, Otoño en familia, junto a Ángela Meyer, bajo la dirección de Dean Zayas.
luis.alcaladelo­lmo@gfrmedia.com A ESCENA. Sara Jarque se prepara para su próximo trabajo teatral, Otoño en familia, junto a Ángela Meyer, bajo la dirección de Dean Zayas.

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