VLADIMIR GUERRERO JR. ESTRECHA SUS LAZOS CON PUERTO RICO
El calorcito caribeño de Puerto Rico, similar al de República Dominicana, le hace bien a Vladimir Guerrero Jr., por lo que el estelar antesalista de los Azulejos de Toronto aprovechó la celebración del evento benéfico de Yadier Molina del pasado sábado como un motivo para estar unos pocos días adicionales disfrutando de las playas y de la comida.
Pero la razón más poderosa que tiene el prometedor jugador de 20 años es que su novia es de Toa Alta, por lo que además de comer y pasar tiempo en la playa, vino a pasar tiempo con su enamorada en suelo boricua. Y como debe continuar su régimen de entrenamientos, ayer realizó una sesión de trabajo físico y técnico a puerta cerrada en el Hiram Bithorn de San Juan a la cual Primera Hora fue invitado.
En la sesión Guerrero Jr. estuvo acompañado por el boricua coach de tercera base de los Azulejos, Luis ‘Papa’ Rivera; el traductor y ayudante del coach de bullpen del equipo, Héctor ‘Tito’ Lebrón; y por el head strength and conditioning coach de la novena, Scott Weberg.
“Había venido antes a vacacionar por unas tres semanas. Y siempre estoy agradecido por la manera en que me han abierto las puertas aquí”, expresó el hijo del miembro del Salón de la Fama del mismo nombre.
“La novia mía es de aquí, mitad dominicana y mitad boricua, por lo que tenía que seguir trabajando y seguir mi rutina aquí. El sábado en la actividad de Yadier fue la primera vez que estuve en este parque. Llevo dos meses entrenando, y traté de buscar un estadio para seguir la rutina”.
El propio Weberg supervisó los estiramientos y ejercicios de calentamiento de Guerrero Jr. y de un grupo de apoyo que vino con el pelotero.
Entre rachas de sol, lloviznas y aguaceros, Guerrero Jr. realizó planchas e hizo ‘drills’ de estiramiento en los jardines, antes de pasar a manos de Rivera para una sesión de batazos de roleta por el tercer saco. Finalizó con una sesión de bateo que vio un par de pelotas aterrizar con estruendo en las gradas metálicas de los jardines
en el Bithorn.
“El está bien dedicado a su programa de entrenamiento de la temporada muerta en cualquier lugar que lo pueda hacer”, dijo Weberg. “Obviamente él vino para la actividad del sábado y se quedó, y tener este estadio es un gran beneficio para él”.
Lebrón, por su parte, explicó que la organización, al enterarse que venía para Puerto Rico, planificó para que se quedara días adicionales y realizara un trabajo antes del receso de las Navidades.
Trabajos similares se han realizado con Guerrero Jr. tanto en Florida como en Dominicana.
El antesalista confesó en tono de broma que su idea era venir de vacaciones a la Isla y pasarla bien con sus allegados.
“Cuando vengo siempre voy a la playa. En Santo Domingo voy mucho. Después de que terminan los trabajos voy a la playa”, dijo el nativo de Don Gregorio, en Baní. “Cuando vine la última vez fui a Icacos y a Palomino. Nada más me falta ir a Culebra, que es algo que tenemos pensado. Hay que ir a conocer”.
Dijo que Lebrón le ha orientado sobre cuales son los mejores lugares para comer y cuales evitar, y que ha ido a Piñones “a comer tranquilo”.
“Tengo un primo que se parece a mí y ando con él. La gente lo para a él y le pregunta: ‘¿Tú eres Vladimir?’ y él les dice ‘no, es ese que está allí’. Pero siempre me han tratado muy bien. Me da mucho gusto estar aquí y que me hagan sentir como en casa”, dijo.
El sábado en el Bithorn, Guerrero Jr. estuvo junto a su padre en el evento benéfico de Molina, un junte amistoso de boricuas y dominicanos. Guerrero ha hecho amistad con Molina, Javier Báez, Francisco Lindor, ‘Sugar’ Díaz, Roberto Pérez y José O. Berríos, de quien tiene un recuerdo muy especial. “Me tocó batearle a Berríos este año y me ponchó. Creo que le di una roleta al siore, pero él me dio un ponche bien feo”, dijo riendo. “Hablamos de eso durante el Juego de Estrellas”, finalizó Guerrero Jr.
“Cuando vine la última vez fui a Icacos y a Palomino. Nada más me falta ir a Culebra, que es algo que tenemos pensado. Hay que ir a conocer”
VLADIMIR GUERRERO JR. TERCERA BASE DE LOS AZULEJOS DE TORONTO