Primera Hora

Cabeza, rodilla, muslos y cadera...

- ELWOOD CRUZ PERIODISTA / minuevavoz@elwoodcruz­digital.com

En el ambiente musical solo se hablaba del tema. No me refiero a la nueva producción de Bad Bunny. Hablo de “René”.

Supe de él cuando se dio a conocer “Querido FBI” y de ahí en adelante sentí curiosidad por este artista urbano. No puedo negar que algunas de sus interpreta­ciones me provocaban una irritación mental. Otras me obligaban a tratar de entender cuál era el mensaje detrás de la letra. Pero el chico me caía bien. Rebelde, creativo, innovador, muy talentoso, inquieto y extremadam­ente inteligent­e.

Su trayectori­a se convirtió en una de éxitos junto a sus hermanos Ileana y Eduardo Cabra. Entonces surgió el tema “Pa’l norte”, además de otras presentaci­ones junto a la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela, en los Grammy y en su producción “Hijos del cañaveral”. Así “Residente” confirmaba lo que yo pensaba, este joven es mucho más que un artista.

Como suele ocurrir, fue vetado en su propio país porque sus emociones lo hacían explotar como bala de cañón verbalizan­do sentimient­os con coraje y rabia. Sí, René fue exiliado y eso le tocó el alma.

Entonces volvió a sorprender­me. En su nueva producción René se presenta añorando las pequeñas grandes cosas de su niñez, su crianza y su pasado. Se muestra tal como es, en sus debilidade­s, sus tristezas, su cansancio y soledad.

Frágil, desorienta­do, pero genuino y honesto, René representa el millonario cansado de su éxito vacío, el ciudadano debilitado por la eterna lucha de superviven­cia; el maestro frustrado por un sistema de enseñanza politizado y fracasado; el estudiante que abandona la escuela por no encontrar retos, el médico que tiene que partir porque el sistema lo obliga, la madre soltera que día a día lucha por sacar los suyos adelante.

René no quiere estar solo, no quiere seguir viajando, no le interesan las estatuilla­s ni los premios ni el éxito. René ve muchos caminos a seguir y a la vez no ve ninguno. Ha hecho tanto y quisiera hacer más, pero necesita respuestas. Necesita ver que algo ocurre, que nació un cambio y que el mundo comienza a girar en armonía. Necesita saber si vale la pena.

Para él, su hijo, su familia, su gente, su Puerto Rico lo son todo. René quiere ir por el monte haciendo camino olvidándos­e un tiempo de los aviones, las ciudades y el asfalto.

Su voz y su lágrima en la mejilla es el reflejo del dolor de muchos de nosotros. En su mente y su corazón hay mucha luz, pero está atrapado en el oscurantis­mo.

René hace bien al volver a lo básico, a sus raíces y sus amores. Parece rendirse, pero en realidad está retomando fuerzas.

De la mano de un niño desnuda su corazón para llevar su mensaje y descubrir nuevas sendas ya como el hombre que ha conocido el éxito, las derrotas, la soledad, las alegrías, las mentiras, la verdad, el amor, el desamor y la injusticia.

Recuerda René: cabeza pa’pensar, para saber cuándo detenerse, para aprender de sabiduría y del amor. Rodilla para doblarlas en la debilidad, la frustració­n, el cansancio y así llenarnos de fe confiando en el Universo y en Dios. Muslos para levantarno­s llenos de fortaleza. Caderas para danzar entre el amor, la esperanza y lo hermoso de la vida.

René, atiéndeme, atiéndeme. La vamos a cantar juntos. Cabeza, rodilla, muslos y caderas...

“René representa el millonario cansado de su éxito vacío, el ciudadano debilitado por la eterna lucha de superviven­cia, el maestro frustrado por un sistema de enseñanza politizado y fracasado; el estudiante que abandona la escuela por no encontrar retos...”

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