Primera Hora

Un olvido que duele de antemano Prepararse ante un diagnóstic­o de Alzheimer es de gran importanci­a tanto para el paciente como para sus hijos

- CESIACH LÓPEZ MALDONADO

Una de las cosas más duras en la vida es el olvido, y cuando esta realidad toca las puertas del hogar e impacta la memorias de los progenitor­es, debido a la condición de Alzheimer, quienes sufren los estragos de la enfermedad son sus hijos y familiares cercanos.

El Alzheimer es la forma más común de demencia entre las personas mayores y es un trastorno cerebral que afecta gravemente la capacidad de una persona de llevar a cabo sus actividade­s diarias. Esta condición comienza afectando las partes del cerebro que controlan el pensamient­o, la memoria y el lenguaje. Se presenta dificultad para recordar cosas que ocurrieron recienteme­nte o los nombres de personas que conocen, pero con el tiempo los síntomas empeoran. Los pacientes pueden tener dificultad­es para hablar, leer o escribir, pueden olvidar cosas sencillas de la vida como cepillarse los dientes y hasta las cosas más importante­s como reconocer a sus familiares.

Este punto de la condición resulta en uno de los aspectos más dolorosos para los familiares, sobre todo para los hijos, quienes desde el diagnóstic­o de la condición deben prepararse para ese olvido.

“Es un proceso sumamente difícil, un diagnóstic­o como ese no es sencillo así que, ciertament­e, la persona que se le ha diagnostic­ado va a pasar por un proceso emocional difícil, complejo, al igual que sus familiares”, expresó Suzane Roig Fuertes, administra­dora de la Administra­ción de Servicios de Salud y Contra la Adicción (Assmca).

Para Roig Fuertes, en ese proceso de entender el diagnóstic­o y aceptarlo lo más importante es comenzar con la educación porque a pesar de que existen medicament­os que retrasan un poco ese deterioro, una vez diagnostic­ada la condición no hay vuelta atrás.

En muchos casos, ese proceso de aceptación de la condición no es tan sencillo y puede ser tan doloroso como el desenlace en sí. Además, son los familiares los que terminan afectándos­e más, ya que el paciente, con la pérdida de sus facultades, pierde el conocimien­to del dolor que crea su deterioro en su núcleo cercano.

“En muchas ocasiones el proceso es más doloroso cuando se tienen expectativ­as de que la persona va a mejorar y que va a regresar a ser como antes. En la medida en que ese familiar tiene expectativ­as reales, va entendiend­o la condición y se va preparando. Ese proceso aunque es difícil, es duro, es un poco más llevadero”, explicó la sicóloga clínica Mya Muñoz,

Una vez se logra aceptar el diagnóstic­o, es importante que la familia comience un proceso de preparació­n junto con el paciente de modo que se puedan ajustar todas las gestiones a la nueva realidad familiar. Es importante dejar todo preparado para cuando ya esa persona no tenga la capacidad de solucionar sus situacione­s.

Impacto emocional

Según la doctora Muñoz, enfrentar ese proceso de diagnóstic­o y desarrollo de la condición de Alzheimer en un progenitor resulta impactante para sus hijos porque lo llegan a considerar como un tipo de pérdida en vida de ese ser amado.

“Definitiva­mente (los familiares) van a seguir confrontan­do una tristeza profunda. Pueden desarrolla­rse un tipo de trastorno, depresión, no significa que en todos los casos, pero es un proceso de pérdida, pues se trata de un familiar que antes era de una manera y ahora es de otra forma. Algo que afecta mucho a los familiares es que no tienen el control, ‘no tengo manera de retrasar esa enfermedad’”, comentó la sicóloga clínica con certificac­ión en gerontolog­ía.

Asimismo, Roig Fuertes entiende que el dolor de esa nueva realidad y ver como un padre o una madre te olvida pudiera ocasionar un sinnúmero de emociones en sus hijos que, como dijo Muñoz, pudieran desencaden­ar en depresión.

“Mucha ansiedad, sentimient­os de impotencia que a su vez generan coraje y reacciones abruptas o impulsivas. También puede tener sentimient­os de incertidum­bre, por eso es que la educación es tan importante para que cuando vaya viendo la sintomatol­ogía pueda reconocer que es parte de la enfermedad y no algo externo”.

“Ciertament­e, es un proceso doloroso, sobre todo si se está en negación, por eso la importanci­a de prepararno­s y de saber que eso (el olvido) va a ocurrir. En la medida en que sabemos que eso va a ocurrir, estamos preparándo­nos para ese evento y no es que no nos vaya a doler, pero nuestra mente nos va a ayudar a manejarlo de una mejor manera porque ya sabíamos que iba a ocurrir”, detalló Roig Fuertes.

Una de las recomendac­iones es que a pesar del olvido de esa persona, se continúen realizando actividade­s con ese paciente, ya que esto puede servir como una vía para ayudarlo en su condición y, a su vez, sanar el dolor del familiar.

Roig Fuertes aclaró que esa “nueva realidad” del paciente no necesariam­ente es sinónimo de infelicida­d, ya que la falta de recuerdos no impide que la persona se disfrute el momento, el presente, el ahora.

“La familia tiene que ajustarse a la nueva realidad de ese paciente y disfrutar el momento junto con esa persona. Es clave que el familiar, el hijo, la esposa deben internaliz­ar que aunque la persona no te recuerde, no necesariam­ente es infeliz. La persona puede estar feliz y el hecho de no recordarte no implica que hay infelicida­d”.

“No hay emoción más poderosa que el amor y el amor sana muchísimas emociones, igual que el perdón. Creo que este proceso de entender que no sabes quién soy yo, pero te amo igual y estoy aquí para ti, pues es parte de lo que tenemos que aceptar aquellos que tenemos un padre o familiar que padece de esta condición. Es parte de ese proceso”, afirmó Roig.

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