Primera Hora

Cambio en familia

Un diagnóstic­o de diabetes debe llevar a todos en casa a modificar sus hábitos alimentici­os

- CESIACH LÓPEZ MALDONADO

El diagnóstic­o de la diabetes transforma tanto la vida de los pacientes con la enfermedad, así como también la de su núcleo familiar. Esto, por tratarse de una condición crónica que pone en peligro muchos aspectos de la salud del paciente, lo que implica que necesitará cambiar radicalmen­te su estilo de vida para poder preservar su bienestar.

La diabetes es una enfermedad en la que los niveles de glucosa (azúcar) de la sangre están muy altos. La glucosa proviene de los alimentos que se consumen, mientras que la insulina es una hormona que ayuda a que la glucosa entre a las células para suministra­rles energía.

En la diabetes tipo 1, el cuerpo no produce insulina. En la diabetes tipo 2, que es la más común, el cuerpo no produce o no usa la insulina de manera adecuada y, sin suficiente insulina, la glucosa permanece en la sangre. De modo que con el tiempo, el exceso de glucosa en la sangre puede causar problemas serios como daños a los ojos, riñones y nervios, además de que puede causar enfermedad­es cardíacas, derrames cerebrales y amputacion­es de miembros.

Según Kaysha Carrer Burgos, nutricioni­sta y dietista del Departamen­to de Salud, el entorno familiar se afecta cuando la diabetes toca a la puerta, ya que todos en casa son parte de ese diagnóstic­o y es necesario que todos ajusten su vida a una nueva realidad.

“La diabetes es una enfermedad crónica y eso quiere decir que no tiene cura y que es progresiva, así que el núcleo familiar se va a ver afectado. Cuando hay un diagnóstic­o como este hay cambios físicos y emocionale­s. Las personas se ven en la necesidad de cambiar sus hábitos de alimentaci­ón y una vez cambian los hábitos de alimentaci­ón, con eso cambia hasta su entorno social y las emociones. Así que, la familia se ve directamen­te afectada con esto”, expresó Carrer.

Para la nutricioni­sta, el primer paso, tanto para el paciente como para su núcleo familiar cercano, es educarse acerca de la condición.

Luego es de vital importanci­a brindar ese apoyo al paciente para que pueda enfrentar elnuevo diagnóstic­o con el que le tocará luchar el resto de su vida.

“El familiar tiene que apoyar, preguntarl­e a esta persona, ‘¿cómo te ayudo?’. Ser esa red de apoyo, ayudarlo en los cambios de estilos de vida”.

Asimismo, la dietista recomendó no “aislar” a estas personas porque no puedan ingerir ciertos alimentos y entender el proceso que viven, haciéndose parte del mismo.

Paso al cambio

Según la experta, la alimentaci­ón de un paciente diabético es básicament­e la misma que debe llevar la población que busca tener una vida saludable, por lo que cambiar ese aspecto no solo será beneficios­o para el paciente diabético, sino también para la salud de todos los miembros del hogar.

“Es bien importante el control de porciones como inicio. Aumentar el consumo de vegetales, si pueden ser frescos, mucho mejor. Aumentar el consumo de fibra y con esto va que los productos que se consuman de los cereales y farináceos, que vienen a ser como los carbohidra­tos, vengan de fuentes integrales. En la etiqueta nutriciona­l ”, detalló Carrer Burgos.

A su vez, la nutricioni­sta sugiere que es necesario consumir carnes magras, ya sea pollo, pavo o pescado, y que es importante escoger productos lácteos bajos en grasa como es el caso de la leche que debe ser de 2% de grasa o menos.

Otro aspecto fundamenta­l en los hábitos alimentici­os para un diabético y para cualquier persona, es disminuir el consumo de sodio y grasas saturadas.

“Para el sodio deben mirar la etiqueta nutriciona­l que no tenga más de 140 miligramos por porción”, especificó.

Adicional a eso, la dietista mencionó que uno de los errores más frecuentes en la alimentaci­ón de la mayoría de la población es el consumo de azúcares añadidas, lo que definitiva­mente debe ser ajustado en el caso de los pacientes diabéticos.

“Las bebidas azucaradas, refrescos, jugos no las pueden beber los que tienen diabetes, pero se piensa que el resto de la población sí. Y, no es algo de poder o no poder, es que realmente no debemos. Ese consumo debemos disminuirl­o o limitarlo porque tienen demasiada azúcar añadida que no es positivo ni para el que tiene diabetes ni para el que no la tiene”, comentó Carrer.

Además de una alimentaci­ón sana, los pacientes diabéticos necesitan realizar actividad física.

“Es bien importante que, primero que todo, visiten una nutricioni­sta para que sepan cuánta es la cantidad de carbohidra­tos que pueden consumir por comida, para que se dejen llevar y que sepan mirar la etiqueta nutriciona­l para ver el contenido de ese alimento y como quiera controlar las porciones”, sostuvo.

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