Primera Hora

Existe algo que se llama responsabi­lidad social. Esa no la dicta el estado, es nuestra” NORMANDO VALENTÍN

- NORMANDO VALENTÍN PERIODISTA / normandova­lentin@gmail.com

“Estamos en medio de una peligrosa situación médica y nos dan un poco de libertad, solo para embarrarla”

...¿pa’ qué me invitan? Estoy seguro que muchos con solo leer el encabezado de esta columna, terminaron de entonar el resto de la oración que forma parte de una canción popular del cantante y actor cubano Jencarlos Canela.

La estrofa o estribillo cae como anillo al dedo para describir el degenere que se formó en algunos puntos de la zona metropolit­ana así como en otros pueblos de la isla, tras la flexibiliz­ación de la Orden Ejecutiva emitida por la gobernador­a Wanda Vázquez el pasado jueves 21 de mayo. Lo ocurrido no tiene justificac­ión alguna. Por más que digan que el encierro nos tiene hasta la coronilla, no es excusa para ver la conducta antisocial demostrada.

El boricua bestial. Ese que solo compone una porción pequeña de nuestra población, se quedó con el canto. No respetó distanciam­iento físico alguno. No respetó ningún código de limpieza. Dejaron basura regada por cada rincón posible. Para poner la “tapa al pomo” formaron un desorden en las calles cuando sacaron sus vehículos todo terreno, en claro reto a la ley. No tan solo se conformaro­n con hacer desordenes por todos lados. Fueron cómplices de la delincuenc­ia que dejó a un agente de la policía, padre de familia y servidor público comprometi­do, metido en una cama en el Centro Médico con serias contusione­s y heridas en su cabeza. En la zona norte se pusieron “changos” metiéndose en un cuerpo de agua dejando a sobre nueve mil familias sin el servicio de agua potable en Camuy y Hatillo, tras provocar derrames de aceite en el cuerpo de agua que fue el escenario de sus piruetas.

¿Es esto necesario? ¿Es esto justificab­le? No, claramente no. Estamos en medio de una peligrosa situación médica y nos dan un poco de libertad, solo para embarrarla. Aquí la culpa no es de Wanda. La Gobernador­a ha actuado correctame­nte al promover un cierre que ayudó a que las cifras del COVID-19 no estén en números alarmantes como en otras partes del mundo. Es claro que en el proceso se han dado errores, que han sido señalados. Sin embargo, existe algo que se llama responsabi­lidad social. Esa no la dicta el estado. Esa es totalmente nuestra y de nuestro sentido común, que muchos no lo utilizan.

Por un lado, la policía confisca estos vehículos y por el otro, con el tiempo se devuelven o peor aún, se los roban desde los mismos cuarteles donde son amontonado­s. Todo, sin consecuenc­ia o provocando bochorno al buen cuerpo de la uniformada.

Aquí nuestros legislador­es deberían fomentar una ley más fuerte. Confiscarl­os no es suficiente. En esos vehículos muchos han perdido la vida por correrlos donde no deben. Deberían no tan solo ser confiscado­s, le deben quitar los dispositiv­os de aceite y gasolina, para luego enviarlos a Salinas para que las triturador­as de chatarra dispongan de ellos de inmediato. Si hacen eso, estoy seguro que se pondrán derechitos, pues les dolerá en el bolsillo.

Señores, con la salud no se juega. He visto con mis propios ojos lo que el virus le ha hecho a pacientes. He visto el rostro de pánico de los profesiona­les médicos que se han enfrentado cara a cara con esos pacientes. He escuchado el relato de quienes atravesaro­n por este viacrucis, cómo valoran más la vida. Eso usted lo podrá ver mañana, jueves, a las 10:00 p.m. por Wapa. Luego de realizar este trabajo periodísti­co, confieso que mi piel se eriza cuando toco el tema. Por ello, me alarma lo que vi este fin de semana.

Esto no es una bachata, es un asunto bien delicado. Aquí no vale el vacilón de cantar: “si saben como me pongo, ¿pa’ qué me invitan?”. Seamos adultos responsabl­es.

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