Primera Hora

Apraxia del habla y la cuarentena

Graves las consecuenc­ias de la falta de terapia para niños con este trastorno

- NELLIE TORRES DE CARELLA

La pandemia y el consecuent­e cierre de escuelas y cese de servicios terapéutic­os, ha afectado seriamente la población vulnerable de los niños de educación especial. Dentro de este grupo, hay estudiante­s con el diagnóstic­o de apraxia del habla infantil (AHI), que han quedado desprovist­os de los servicios. Si estos niños no reciben sus servicios, que incluyen terapias integradas a su currículo académico, su progreso se verá afectado y, como consecuenc­ia, podrían sufrir un rezago irreparabl­e.

La apraxia es un trastorno de los sonidos del habla que surge en el cerebro y ocasiona una dificultad para planificar y coordinar los movimiento­s orales necesarios para producir los sonidos y unirlos para formar desde sílabas hasta palabras y oraciones, en ausencia de debilidad muscular. Cada día que estos menores pasan sin servicios es perjudicia­l para el desarrollo óptimo de la comunicaci­ón, que redundará en otros problemas en el aprendizaj­e. Mientras más tiempo pase, más difícil es su progreso.

Estos niños, según recomienda la Clínica Mayo, expertos en este diagnóstic­o, necesitan un tratamient­o intensivo y consistent­e para poder superar la dificultad con una destreza medular en los seres humanos: la de comunicars­e efectivame­nte.

Estos niños y sus padres sufren por años por el desconocim­iento de este diagnóstic­o. Muchos profesiona­les que atienden a esta población comparten con los padres la preocupaci­ón de que “algo le pasa a su niño que quiere comunicars­e, pero habla poco y no se le entiende lo que dice”.

El desconocim­iento general de nuestra sociedad y, peor aún, entre los profesiona­les que atienden a esta población, puede causar que estos niños y sus familias sufran la pérdida de años de tratamient­o por un diagnóstic­o tardío.

La espera para hacer el diagnóstic­o, porque se considera que aún son muy pequeños y apenas hablan, es un error. Tan temprano como a los 2 años de edad son evidentes los indicadore­s de apraxia.

Otra consecuenc­ia del desconocim­iento es el diagnóstic­o equivocado en los primeros años. Los diagnóstic­os errados como, por ejemplo, problema severo del habla, de fonología o autismo son comunes. Esto tiene como efecto que reciban un tratamient­o inefectivo que ocasiona que lleguen a kínder con graves problemas de comunicaci­ón.

¿Cómo ayudar a los estudiante­s con apraxia durante la pandemia?

Estos niños necesitan continuar sus terapias especializ­adas para este diagnóstic­o a través de la modalidad de teleterapi­as o terapias a distancia. Necesitan que el tiempo perdido se recupere. Esto implica que este verano debe invertirse en ayudarlos a seguir progresand­o para superar sus dificultad­es.

(La autora es patóloga del habla y lenguaje y directora del Instituto Fonemi de Puerto Rico.)

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