Primera Hora

LA MISMA PEJIGUERA

Frustradas se fueron ayer decenas de personas del Centro de Convencion­es sin poder resolver los problemas con su solicitud. Mientras el secretario del Trabajo vuelve hoy al Senado para su controvers­ial vista de confirmaci­ón

- OSMAN PÉREZ MÉNDEZ osman.perez@gfrmedia.com

Avanzada la mañana de ayer, con el calor asfixiante y sol abrasador a punto de llegar a su momento máximo del día, cientos de personas que aguardaban desde horas de la madrugada en fila frente al Centro de Convencion­es recibieron la noticia que temían: el Departamen­to del Trabajo y Recursos Humanos (DTRH) no los atendería ese día.

Los rostros se llenaron de frustració­n, cólera, decepción, impotencia, desespero, agonía, rabia y sufrimient­o. Para la mayoría, fue otro día perdido, otra jornada de no lograr avanzar en su accidentad­a gestión por recibir el beneficio por desempleo al que tienen derecho, pero que el DTRH no ha podido tramitar por alguno de los muchísimos problemas que plagan su gestión, al punto que en algunos casos ni siquiera pueden explicar a la persona solicitant­e cuál exactament­e es el problema en su reclamació­n.

Mientras la extensa fila que bordeaba la reconocida estructura del Centro de Convencion­es recibía la desagradab­le noticia, cientos de ciudadanos más desfilaban en la eterna hilera del servicarro para depositar su solicitud, rogando porque no terminaran como los que estaban afuera en la desafortun­ada hilera de rostros contrariad­os y agotados por las horas de no saber ya ni cómo acomodarse sobre las piedras del exterior de la estructura. Uno tras otro desfilaban, guiados por policías que se cocían bajo el sol, los carros de todo tipo, desde baratos y medio desbaratad­os, hasta lujosos y muy cuidados, pues la crisis de desempleo ha golpeado de arriba a abajo y de un lado al otro, sin observar distincion­es.

En la fila, al hablar con algunos de los afectados que aún conservaba­n todavía algo de ánimo para hacerlo, se repetían las incomprens­ibles historias de absurdos y burocracia­s que los forzaban a volver a repetir el flagelante ritual de una fila en busca de ser uno de los 300 elegidos del día y, con suerte, con mucha suerte, salir de allí con el problema resuelto.

De hecho, ayer el DTRH ni siquiera pudo cumplir su limitante cifra de 300, pues tenía que atender 80 casos que le habían quedado del viernes.

“Esto es bien insensible, ya no sabemos qué hacer. Estoy aquí desde las 2:00 de la mañana”, lamentó María Santiago, una de las desafortun­adas que terminaría recibiendo un ticket para regresar al día siguiente. “Es la quinta vez que vengo, la segunda aquí al Centro de Convencion­es, y fui tres veces allá a (la sede del DTRH en) Hato Rey”.

Un poco más adelante en la fila, Miguel Tejera también se hacía eco del malestar. Como muchos otros, tampoco sería atendido, y se iría de allí solo con el ticket numerado.

“Estamos aquí desde la madrugada. Esto está bien mal. He tenido que venir varias veces...”, dijo.

Un señor mayor de cabello y barba cubiertos de canas, intentaba, a duras penas y con visible rostro de dolor, incorporar­se, luego de estar sentado sobre el suelo por largo rato.

Otro dormitaba abatido por el cansancio sobre una silla plegable, soñando con la señal que no le llegaría.

Un extranjero con permiso de residencia y muchos años en la Isla “trabajando, aportando y pagando impuestos”, denunciaba que no le han atendido su reclamo, “porque alguien en el Departamen­to del Trabajo no sabía que había que poner ahí el número de la tarjeta verde (tarjeta de residente permanente). Y eso le está pasando a los extranjero­s. Pero ya ves la pésima organizaci­ón de todo esto”.

Cerca de la entrada por la que se permitía el paso, fuertement­e custodiada por personal de una compañía de seguridad privada, respaldado por soldados de la Guardia Nacional, y por donde no dejaron entrar ni siquiera a miembros de la prensa (aunque luego un portavoz del DTRH aclaró que era un supuesto malentendi­do), pasaban los últimos afortunado­s.

Otra mujer cuestionab­a enérgicame­nte “por qué el Departamen­to del Trabajo no usa la tecnología. Reciben millones y tienen que tener a la gente aquí así. Es algo increíble”.

María Castro, la última agraciada, la que hizo el número 300, o más bien el 220 porque estaban los 80 pendientes del viernes, expresó su solidarida­d con el resto de las personas que quedarían fuera. Cono. mo otros, no era la primera vez que pasaba por ese tormento.

“He venido dos veces por el servicarro. Aparenteme­nte mis papeles no aparecen. Yo no sé qué pasó, si los han botado o

“Estas personas que están aquí, no están aquí porque quieren. Hay gente que pernoctó aquí, había padres con sus hijos durmiendo en todas estas aceras” MIRNA VÁZQUEZ CIUDADANA CON TURNO “Es la quinta vez que vengo, la segunda aquí al Centro de Convencion­es, y fui tres veces allá a (la sede del DTRH en) Hato Rey” MARÍA SANTIAGO CIUDADANA EN FILA “He venido dos veces por el servicarro. Aparenteme­nte mis papeles no aparecen. Yo no sé qué pasó, si los han botado o no. Estuve en Hato Rey también...” MARÍA CASTRO CIUDADANA EN FILA

Estuve en Hato Rey también. Nunca me dieron número, no me han dado carta, no me han dicho absolutame­nte nada de mi caso. Y hoy vengo a ver el seguimient­o de mi caso”,

explicó, agregando que tuvo que llegar allí a las 2:00 a.m. y tuvo la suerte que alguien se fue y por eso hizo el último número que atenderían.

Algunos pasos detrás, Mirna Vázquez, una abogada que llegó también a las 2:00 de la mañana desde Hatillo, y que también quedaría fuera de los agraciados, se unió a la condena por el pobre desempeño del DTRH.

“Hoy ni repartiero­n los 300 turnos. Estas personas que están aquí, no están aquí porque quieren. Hay gente que pernoctó aquí, había padres con sus hijos durmiendo en todas estas aceras. Es una falta de respeto, de considerac­ión. Y entonces nos piden a nosotros que seamos considerad­os, tolerantes. Me da mucho sentimient­o yo tener que ver que con la gran cantidad de ayudas y fondos que se han recibido, la ciudadanía tenga que estar en estas condicione­s”, denunció Vázquez, con voz entrecorta­da.

De hecho, Vázquez fue también de las que recibió el ticket, y pasado el mediodía estaba intentando, a punto de quebrar en llanto de impotencia, resolver que le reprograma­ran para el miércoles ese turno, pues el martes era la graduación de su hija y no quería perderse ese importante momento por tener que estar en la tediosa fila orquestada por el DTRH.

Por su parte, el funcionari­o de turno, terminó de repartir sus numeritos a la fila. Se detuvo poco antes de las 2:30. La gente se retiró, molesta, pero civilizada­s y sin que se llegara a armar algún incidente mayor.

En el servicarro, no obstante, continuaba el desfile.

A la distancia, en otro edificio, se celebraban las vistas para confirmar al nuevo secretario del DTRH, Carlos Rivera. En el Centro de Convencion­es, según expresado por los mismos ciudadanos, no parece haber cambiado nada, y la gente detrás del escandalos­o error de “la misma” en las direccione­s, parece continuar recibiendo la misma pobre atención.

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Muchos ciudadanos madrugaron ayer para lograr un turno en el Centro de Convencion­es, pero no todos tuvieron éxito.
Pablo.martinez@gfrmedia.com EN LA ESPERA QUE DESESPERA. Muchos ciudadanos madrugaron ayer para lograr un turno en el Centro de Convencion­es, pero no todos tuvieron éxito.
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Mira el vídeo escaneando el código con la cámara de tu celular
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KILOMÉTRIC­A. La fila en el servicarro fue otro de los dolores de cabeza de la gente ayer.
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A PURO SOL. Las personas desemplead­as bordearon el Centro de Convencion­es en espera de turnos.

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