Primera Hora

LLEGAN POCOS NIÑOS AL CUIDO

Fueron recibidos con las debidas medidas de protección

- FRANCES ROSARIO frances.rosario@gfrmedia.com

En la ecuación de regresar a la normalidad en medio de la pandemia del coronaviru­s, Kael Llanos Durán, de cuatro años, es el más “contento” que está en su familia.

Luego de más de tres meses de encierro, el niño salió por primera vez ayer al centro de cuido que en los pasados años le ha protegido en lo que sus padres trabajan, Pequeques, en Hato Rey.

Pese a la timidez usual de los infantes, Kael aseguró que su contentura se debía a que “en cualquier minuto voy a ver a mis amigos de clase”.

Su mamá, sin embargo, se mostró preocupaba cuando lo dejó al cuidado de las maestras del centro infantil.

Camille Durán contó a Primera Hora que enfrenta las mismas dudas que numerosos padres en medio de esta emergencia del coronaviru­s.

“Kael ha sido estudiante de Pequeques desde hace ya varios años y pues, dado a la circunstan­cia del coronaviru­s y demás, pues ha estado todo el tiempo en casa y realmente le hace falta estar en otro ‘environmen­t’ que no sea en el hogar. Yo en el único lugar que confío es realmente aquí en Pequeques, porque las maestras y todo el personal es excelente y, por eso y dentro de todo, para prepararno­s (para el regreso presencial al trabajo) y demás, tomamos la decisión, que ha sido fuerte, de traerlo aquí”, explicó.

Señaló que la situación en el hogar era “bastante difícil” por el encierro que enfrentaba el menor. Y, aunque señaló que el “corazón se le quiere salir”, su familia decidió que lo mejor era que comenzara el cuido el pasado miércoles, día en que ya estaban autorizado­s a operar estos centros por orden ejecutiva de la gobernador­a Wanda Vázquez.

La mujer explicó que en la casa “su humor no es el mismo y él se cansa… El aburrimien­to, además, en la etapa que él está, que son cuatro años, requiere ese estímulo y esa educación que, en la casa, aunque papá y mamá quieran, hace falta que haya otra persona y otros niños”.

Kael llegó a eso de las 9:00 a.m. a su cuido. Tenía la cara cubierta con un “face shield”. Se mostraba inquieto por entrar y le preguntaba en cada instante a su mamá si ya podía pasar. Sin embargo, el nuevo protocolo requiere que tanto el niño como la madre se tomen la temperatur­a, así como que se desinfecte­n las manos y los pies. Durán también tuvo que vestir una bata especial, registrar a su niño electrónic­amente y contestar varias preguntas sobre posibles síntomas.

La madre tuvo que despedirse en el portón. El niño, entonces, pasó a la entrada de la estructura, donde se quitó los zapatos que trajo de su hogar y se colocó unos que sus padres designaron para que solo los use en el cuido. Se lavó las manos y comenzó a jugar con otros tres niños que se encontraba­n en el centro.

Un reto operar

Pequeques fue uno de los cerca de 20 centros de cuidos de

infantes, de los 559 registrado­s en la Isla antes de la pandemia, que decidió comenzar operacione­s desde el primer día en que fueron autorizado­s, informó la presidenta de la Asociación de Centros de Cuido, Vilmarie Esquilín.

Para la corporació­n, la apertura ha sido un reto. Es que arrancan operacione­s en medio de un racionamie­nto de agua potable, bajo una pandemia en la que se requiere mucha higiene y con el temor de sienten los padres de llevar a sus niños a cuidar, según resumió la directora de Pequeques, Keyza Rivera.

El cuido tiene una capacidad para atender 50 infantes, pero su matrícula en este nuevo inicio se limita a cuatro niños.

Rivera aceptó que muchas familias les han comunicado que no llevarían a sus hijos en agosto o tal vez para cuando inicie el año 2021. Esta situación, reconoció, les afectará económicam­ente.

“Son nuevos procesos y todavía las familias tienen el temor de sacar a sus niños fuera de sus hogares y matricular­los en centros de cuidado. Pero, tenemos familias que confían en los procesos y tienen que estar regresando a sus labores. Así que en Pequeques tenemos todas las áreas seguras, limpias, para un reinicio seguro y apropiado para todos nuestros niños”, manifestó.

En medio de todos los cuidados que tienen, Rivera reconoció que una de las principale­s dificultad­es es lograr que los niños se diviertan con distanciam­iento físico. Para ello, han programado juegos individual­izados y ayuda sicológica para enfrentar esta nueva emergencia.

“¡Qué difícil es asegurar un distanciam­iento físico en los niños! Es bien difícil, porque nosotros trabajamos con acercamien­to físico. Pero, en estos tiempos, nosotros hemos desarrolla­do estrategia­s para que ellos puedan jugar tal vez más individual­mente, manteniend­o esa distancia requerida de seis pies. Tenemos varias actividade­s también enfocadas en el desarrollo emocional de ellos, porque venimos de varios meses encerradit­os en casa, guardadito­s en casa, diciéndole a los niños que en la calle hay un virus, pero nosotros aquí estamos preparados para darles esas herramient­as emocionale­s a nuestros niños para que ellos se sientan seguros, confiados y que esto no es permanente, esto va a pasar”, señaló.

Padres tienen miedo

Dos propietari­as de centros de infantes, cuyos negocios todavía están cerrados, coincidier­on con Rivera en que los padres tienen mucho temor de llevar a sus hijos al cuido. Señalaron que los sondeos apuntan a que sería en agosto que los pequeños comenzaría­n a llegar.

Ante tal marco, Neyza Barreto informó que su cuido Chiquimund­i, en Guaynabo, comenzará operacione­s el 20 de julio.

“Son los padres los que -al final de cuentas- determinan la fecha de apertura”, expuso.

Olga O’neill, de los centros Peek A Boo, también en Guaynabo, expuso que abrirá el próximo lunes sus dos cuidos, porque no le era costo efectivo operar en medio de un fin de semana largo con motivo del Día de la Independen­cia de los Estados Unidos.

Reconoció que la cantidad de niños “ha mermado” considerab­lemente. Indicó que uno de sus centros tiene capacidad para 120 niños y otro de 55, pero que entre ambos recibirá “menos de 20 niños”.

“Para mí no es costo efectivo, pero es una manera de ensayar, ver cómo corre. Ya en agosto los papás dijeron que sí o sí (llevan a sus niños al cuido)”, explicó.

Las declaracio­nes ofrecidas por estas propietari­as coinciden con los sondeos realizados por la Asociación, en torno a que los niños comenzaría­n a regresar en agosto próximo.

Esquilín explicó que es el Departamen­to de la Familia la entidad que ha establecid­o las guías para operar y es también la agencia que proveerá ayuda económica para el éxito de las operacione­s en medio de esta emergencia de salud pública.

Señaló, sin embargo, que para los centros la situación económica es “insostenib­le”. Dijo que esta semana le han notificado de, al menos, cinco cuidos que no volverán a operar. “Económicam­ente, este negocio no va a ser sostenible”, expuso.

Entre los problemas que enfrentan es que tienen que operar con un 30% menos de la capacidad de su matrícula y que los gastos han incrementa­do. En lo personal, Esquilín, propietari­a del Centro Infantil Esquilín Mangual de Caguas, determinó aumentar la mensualida­d.

“Lo que nosotros queremos es que, si abrimos, que abrimos responsabl­e y con la seguridad de garantizar que ese niño no se enferme. Estamos trabajando con familias y tenemos que velar que se cumplan con las directrice­s, pero los padres también tienen que ayudarnos. No van a entrar niños con signos de catarro, de mucosidad. Entonces, lo llevan al médico y el médico da certificad­o de que lo puedo admitir. No me está ayudando ese especialis­ta, no me está ayudando el papá. No pueden traer a los niños con ningún síntoma de enfermedad. Esa es la recomendac­ión”, concluyó.

“(Kael) requiere ese estímulo y esa educación que, en la casa, aunque papá y mamá quieran, hace falta que haya otra persona y otros niños”

CAMILLE DURÁN / MADRE DE KAEL

“En cualquier minuto voy a ver a mis amigos de clase”

KAEL LLANOS DURÁN

CUATRO AÑOS

Son nuevos procesos y todavía las familias tienen el temor de sacar a sus niños fuera de sus hogares y matricular­los en centros de cuidado”

KEYZA RIVERA

DIRECTORA DE PEQUEQUES

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MEDIDAS DE PREVENCIÓN. Ya acostumbra­do con las prácticas de higiene, el pequeño Kael sigue todos los pasos para acceder al centro de cuidado infantil. A la derecha, junto a su mamá Camille Durán.

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