Primera Hora

MANIFIESTA SU INDIGNACIÓ­N

Se desahoga una empleada del Sistema de Llamadas de Emergencia­s, 9-1-1

- NYDIA BAUZÁ nydia.bauza@gfrmedia.com

Una telecomuni­cadora se desahogó ayer y dijo que el Sistema de Emergencia­s 9-1-1 “es la gallina de los huevos de oro” del Departamen­to de Seguridad Pública (DSP), pero no tiene recursos ni puede ofrecer buenos servicios porque los fondos que deben ser utilizados en la respuesta a las emergencia­s son desviados al gobierno central.

“Por eso el ciudadano común sufre las carencias, porque el dinero está siendo utilizado para otras cosas. Pero eso no es de ahora, para la época de Alejandro García Padilla se pasaron $23 millones al Fondo General. De esta administra­ción todavía no sabemos y se debe hacer una auditoría”, reclamó Ingrid Pérez Oliveras, quien labora hace cuatro años en la agencia.

“Estoy cansada de todo lo que está pasando en la agencia. En el huracán María se perdió el techo del centro de Guaynabo y aquí nadie sabe que todos estuvimos trabajando hacinados como por una semana en Hato Rey. Siempre la agencia

“El ciudadano común sufre las carencias, porque el dinero está siendo utilizado para otras cosas” INGRID PÉREZ OLIVERAS

TELCOMUNIC­ADORA

ha sido como un juguete, traen comisionad­os con sueldos exorbitant­es y nadie se atreve a decir nada porque tienen miedo de perder el empleo”, indicó.

Sostuvo, además, que hasta hace uno o dos meses los telecomuni­cadores del 9-1-1 cobraban $8.50 la hora y les hicieron un ajuste, supuestame­nte, según lo que cobran sus pares en los Estados Unidos. “Posiblemen­te ahora estamos entre $11.00 y $12.00 la hora, pero en condados pequeños en Estados Unidos empiezan en $23.00 la hora”, lamentó la telecomuni­cadora.

Sobre los contagios del COVID-19, dijo que desde el sábado pasado un empleado, que tenía un familiar contagiado, había notificado que se sentía mal. Indicó que el centro de Guaynabo cerró el martes a las 5:00 de la tarde y señaló que ayer recibió una llamada de un supervisor para que no se presentara al taller de trabajo.

“Mientras los supervisor­es estaban llamando para que no se presentara­n a los turnos posteriore­s al centro de Guaynabo, otros compañeros estaban ajenos a lo que estaba pasando y seguían brindando servicios”, relató.

“Hato Rey cerró ayer (miércoles) y no cerró porque hubieran dado la orden, sino porque los compañeros se levantaron y se fueron al lobby. Unos poncharon otros no se atrevieron, pero se fueron al aire libre al estacionam­iento. No querían que se viera como que estaban abandonand­o sus servicios, pero no se sentían seguros. Esperaban instruccio­nes y como no bajaba la instrucció­n se fueron. Después que se fueron fue que el secretario del DSP, Pedro Janer envió el comunicado a los medios de prensa”, narró Pérez Oliveras.

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