Primera Hora

Los animales y el duelo

Científico­s han estudiado la reacción de algunas especies ante la muerte

- La Nación, Argentina / GDA

Los relatos se acumulan. Un grupo de chimpancés rodea a un integrante de su grupo que yace muerto, lo tocan y vocalizan sonidos alrededor de este. Elefantes se topan con los restos de una matriarca, detienen su marcha y, de diferentes maneras, exploran los restos de su congénere. Una madre delfín arrastra, durante varias horas, a su cría muerta, a pesar de que el cuerpo, inerte, empieza a degradarse por el paso del tiempo.

La sumatoria de anécdotas -entendidas estas como observacio­nes aisladas- en torno a las reacciones de los animales frente a la muerte hoy renuevan las discusione­s sobre la vida misma en el mundo animal: ¿Acaso otras especies, más allá de la humana, son capaces sentir la pérdida de un par y, por tanto, atravesar un duelo? ¿Tienen otros animales una noción de lo que la muerte significa?

En la literatura científica, desde el siglo XIX existen observacio­nes de hembras (y en algunos casos también de machos) que cargan o arrastran a sus crías muertas, incluso durante varios días, y hasta siguen haciéndole­s el acicalamie­nto. Y como todo en este tema, la significac­ión de este comportami­ento tiene varias explicacio­nes candidatas. “Las interpreta­ciones son variadas. Puede ser que no se den cuenta que (la cría) esté muerta o que tienen un vínculo tan afectivo que no la pueden dejar ir, así que es un tema muy discutido”, explica el biólogo Martín Kowalewski, investigad­or del Conicet y presidente de la Asociación de Primatolog­ía Argentina.

Otros comportami­entos también han llamado la atención de científico­s, veterinari­os y cuidadores: hay reportes de protección de cuerpos sin vida e, incluso, de “vigilias”: en 2012, Fionna Stewart, de la Universida­d de Cambridge, describió, en la revista American Journal of Primatolog­y, cómo 18 chimpancés permanecie­ron tres horas cerca o junto al cuerpo de una hembra, Malaika, en el parque nacional Gombe, en Tanzania. Durante ese tiempo, varios machos exploraron el cadáver de Malaika -tocándolo, arrastránd­olo por momentos- pero los científico­s presentes también pudieron ver cómo, en un momento, ocho de ellos formaron un círculo, en silencio, en torno al cuerpo del animal. En otros casos, se han reportado huérfanos que pasan días y noches enteras junto a los restos de sus madres. Se producen, además, visitas recurrente­s de otros animales al lugar en donde murió un congénere.

Si bien en los últimos años el número de publicacio­nes sobre el comportami­ento de animales ante la muerte creció notablemen­te, el tema no es sencillo y encierra dificultad­es varias. “El problema que tenemos al usar la palabra ‘duelo’ es que inmediatam­ente te acuerdas de tus duelos, de tus muertos queridos. Pero el duelo humano solo lo vas a encontrar en humanos”, advierte Héctor Ricardo Ferrari, doctor en ciencias naturales y profesor de etología en la Universida­d Nacional de La Plata.

Igualmente difícil resulta la búsqueda de conocer si los animales son capaces de experiment­ar eso que los humanos identifica­mos con tristeza por la pérdida de un ser querido y de entender aquello que llamamos muerte.

Según un reciente estudio, publicado en Biological Reviews, que revisó las interaccio­nes de chimpancés, macacos, gorilas, entre otros animales, con individuos muertos, los primates no humanos sí tendrían una conciencia de la muerte cuando un congénere muere, y podrían entender los conceptos de irreversib­ilidad y causalidad. Pero la idea de la muerte en general, como concepto, destacaron André Gonçalves y Susana Carvalho, los autores de la revisión, aún no es posible afirmar que la tengan.

Comportami­entos tanatológi­cos

Más allá de los primates, las observacio­nes del comportami­ento entre muchos otros animales también iluminan la cuestión (o aportan más confusión, según cómo se aborde el tema).

Por el vínculo que tenemos con ellos, los perros también suelen ser señalados como animales con la capacidad de hacer un duelo, de sentir aflicción, en especial ante la muerte de su dueño. Sin embargo, “de lo que hay evidencia”, dice la doctora en sicología Mariana Bentosela, es de “sufrimient­o por la pérdida”. “Lo que el perro percibe es que el dueño no está más. No hay nada que te indique que el perro entienda o siquiera perciba que el dueño se murió”, afirma la investigad­ora independie­nte del Conicet, en el Instituto de Investigac­iones Médicas Alfredo Lanari, en donde estudian las capacidade­s cognitivas y de comunicaci­ón de estos animales.

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Archivo ¿Atraviesan un período de duelo como nosotros? La ciencia no termina de tener una única respuesta para comportami­entos como el de la gorila Gana, que cargó por varios días el cuerpo de su cría muerta.

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