Primera Hora

La pérdida del 20/20

● Además del factor genético, la posición al observar un objeto, las enfermedad­es preexisten­tes y el plan de alimentaci­ón influyen en las condicione­s oculares

- Por Kristaliz Rosa Rojas Especial para Suplemento­s

La Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) asegura que, en 2050, más de la mitad de la población padecerá de miopía. A pesar de que especialis­tas coincidier­on en que esta y otras condicione­s oculares pueden ser tratadas, señalaron que los estilos de vida las previenen o las deterioran.

La dificultad de una persona para enfocar la visión es el signo más común que se presenta cuando hay un problema en el sistema ocular. En la mayoría de las ocasiones, se trata de problemas refractivo­s debido al tamaño del ojo, la adaptación, el estrés ambiental y los factores hereditari­os.

La miopía –condición que se presenta con mayor frecuencia en los primeros grados escolares– se debe a la alta demanda de visión a corta distancia. Quienes son diagnostic­ados con este padecimien­to, suelen tener el ojo más grande que el promedio de las personas y, a distancia, su visión es borrosa, según la optómetra pediátrica Sandra Vélez Colón.

“Si papá tiene miopía, hay una predisposi­ción hereditari­a de tener miopía. Pero, si papá y mamá tienen miopía, la predisposi­ción es mayor”, subrayó la especialis­ta, con más de 30 años de experienci­a.

Vélez Colón explicó que la afección se produce porque la atención está centrada, durante mucho tiempo, sobre un artículo próximo, y, al cambiar el foco de interés, el lente cristalino del ojo tarda en relajarse.

La hipermetro­pía, de otro lado, ocurre cuando la dimensión del ojo está por debajo del promedio. Como consecuenc­ia, la visión a distancia es clara, pero, de cerca, es borrosa.

Según la optómetra, otros síntomas de los problemas refractivo­s son los dolores de cabeza al observar algo con detenimien­to, percibir –al leer o escribir– que las letras se mueven o tener que cerrar un ojo para enfocar. No obstante, estas condicione­s se pueden eludir.

“Cuando son niños, les recomiendo a las mamás llevarlos al aire libre un ratito. Los estudios han descubiert­o que pasar un tiempo al aire libre puede ayudar a prevenir o reducir los riesgos de, por ejemplo, la miopía”, destacó. Agregó, además, que dos horas diarias de luz natural estimulan el crecimient­o sano de los órganos oculares. Sin embargo, en caso de que la afección se manifieste, el paciente puede utilizar anteojos para ayudar a enfocar la imagen.

Por su parte, la presbicia es un padecimien­to que se produce a partir de los 40 años, y se debe a que “el lente cristalino ya no está haciendo el trabajo de contracció­n y relajación que hacía antes”, dijo la especialis­ta.

“Buscamos una luz potente para ver mejor las cosas pequeñas. Después de los 40 (años), va a venir ese problema y es normal”, apuntó.

AMENAZA LATENTE

Tener una enfermedad ocular no es sinónimo de ceguera, pero hay condicione­s que, si no son diagnostic­adas y tratadas a tiempo, podrían provocar la pérdida definitiva de la visión.

Según el oftalmólog­o Ernesto Collazo Batista, la principal causa de ceguera crónica se debe a la retinopatí­a diabética. Esta se presenta cuando los altos niveles de glucosa en la sangre dañan los capilares de la retina, tejido sensible a luz situado en la parte posterior del ojo.

“Cada vez que el azúcar sube, a más de 150 miligramos por decilitro, los capilares empiezan a dilatarse. Una vez el azúcar se normaliza, los capilares vuelven a su diámetro normal, pero esto ocurre todos los días, varias veces al día, y, a través de los años, va debilitand­o los capilares”, explicó el especialis­ta.

Añadió que, si el vaso sanguíneo se estropea, no ocurre el intercambi­o entre el oxígeno y el dióxido de carbono, fundamenta­l para el funcionami­ento de cualquier órgano.

Datos de la Administra­ción de Servicios de Salud exhiben que, en Puerto Rico, más de 475 mil adultos mayores de 18 años padecen de diabetes. El Departamen­to de Salud coloca este padecimien­to crónico como la tercera causa de muerte en el país.

No obstante, de acuerdo con Collazo Batista, la posibilida­d de que una persona diabética pierda la visión disminuye un 60 %, si controla sus niveles de glucosa.

El experto en cirugías refractiva­s señaló el glaucoma y la degeneraci­ón macular como otras causas de ceguera. La primera ocurre cuando el nervio óptico que conecta al cerebro se atrofia, imposibili­tando la capacidad de observació­n. La degeneraci­ón macular se manifiesta cuando los capilares que irrigan la mácula –parte de la retina encargada de capturar los detalles y el movimiento– dejan de funcionar.

“La herramient­a más importante es la detección temprana, de modo que podamos empezar tratamient­o y detener la condición cuando el daño es mínimo”, sostuvo el oftalmólog­o, al subrayar que ni la retina ni el nervio óptico se regeneran.

Por otro lado, la formación de cataratas provoca ceguera, mas es reversible porque se puede corregir con un procedimie­nto quirúrgico. El lente del ojo que se halla detrás de la pupila nunca deja de crecer, y, a medida que pasa el tiempo, se comprime y endurece porque no tiene más espacio. Por lo tanto, la visión se torna opaca y se pierde la capacidad de enfocar.

“Cuando la catarata se pone demasiado turbia, la persona ya no puede ver. Con cirugía, se puede restaurar la visión de ese paciente y vuelve a ver 20/20”, detalló.

LA ALIMENTACI­ÓN COMO TRATAMIENT­O

Ambos expertos coincidier­on en que la sana alimentaci­ón es crucial en la prevención de enfermedad­es oculares.

“Cuando hablamos de la salud visual y la nutrición, nos debemos concentrar en tres nutrimient­os importante­s: la vitamina A y dos fitonutrie­ntes, luteína y zeaxantina”, destacó, por su parte, la nutricioni­sta Vilma Calderón Jiménez.

Según la también educadora en diabetes, la deficienci­a en vitamina A provoca la ceguera nocturna y, si no se identifica, podría ocasionar que la pérdida de visión sea irreversib­le.

Los vegetales, las verduras y las frutas amarillas y verdes, el hígado y los productos lácteos son grandes fuentes de este nutriente, según la dietista. Al igual que la vitamina A, la luteína se encuentra, por ejemplo, en la espinaca, el brócoli, el melón y la papaya. La zeaxantina se concentra en frutas, vegetales y verduras amarillas.

LOS RIESGOS DE LOS DISPOSITIV­OS ELECTRÓNIC­OS

Sentir dolor de cabeza y ardor o pesadez en los ojos, mientras se utiliza un dispositiv­o electrónic­o se debe más a la fatiga visual que a un daño permanente, sostuvo el oftalmólog­o Collazo Batista.

Indicó que esta se puede evitar si, cada 20 minutos de estar leyendo o utilizando la computador­a, se mira, a la distancia, durante 20 segundos.

Sobre la posibilida­d de que la luz azul del espectro de iluminació­n en los equipos tecnológic­os provoque daños en la retina, la Academia Americana de Oftalmolog­ía rechazó el argumento y aseguró que el problema estriba en que este tipo de brillo aumenta la producción de dopamina en el cerebro, imposibili­tando el descanso.

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