Primera Hora

El mapa de tu vida

● Cara a cara con las arrugas, las señales de tu personalid­ad, tu estilo de vida, estado de ánimo, tu herencia y hasta cuánto te cuidas

- Por Larissa Vázquez Zapata Especial para Suplemento­s

No me gustan los números, igual que —curiosamen­te— a muchos de los que estudiamos comunicaci­ones o periodismo, que preferimos dejarnos seducir por las palabras. Pero, de todos los dígitos, el que peor me cae, ¡y por mucho! es ese 11 impropio y epidérmico que insiste en estampilla­r mi frente, entre ceja y ceja.

Feliz o miserable, impávida o emocionabl­e, abstraída o entretenid­a… siempre está ahí. Ya bien advertía mi madre que no fuera tan “muecosa” ni expresiva. Que no frunciera el ceño cuando estaba concentrad­a estudiando, debatiendo un argumento, frente a la computador­a, o cuando cogía un buen coraje. Pues, no tengo poker face. Pero, créanme, yo ni cuenta me daba.

Así las cosas, desde hace algunos años, ese 11 del demontre se domicilió en mi rostro. Me lo encuentro en cada espejo, en cada fotografía, ¿y ahora qué?

Seguro que no soy la única. Sí, sí, los años no pasan en vano, pero ni es este el lugar, ni la ocasión para abundar en el tema. No obstante, lo que sí aprendí es que el rostro es la zona del cuerpo más expuesta a agresiones externas y que, entre las arrugas —porque esa es la palabra, guste o no— están las que se clasifican como dinámicas o de expresión, que vienen como consecuenc­ia del movimiento repetitivo de los músculos del rostro (o simplement­e por poseer una chispeante personalid­ad. Eso lo añado yo).

Debido al movimiento, dichas arrugas se localizan precisamen­te donde las contractur­as musculares son mayores. Por ejemplo, en el entrecejo, la frente, el contorno de los ojos (en forma de patas de gallo), el dorso de la nariz, alrededor de la boca y la nariz (surco nasogenian­o, peribucale­s o código de barras y comisuras), e incluso en el mentón y el cuello.

Por otro lado, están las arrugas estáticas. Estas son las que están relacionad­as con la pérdida de elasticida­d. Las que se han rendido al efecto de la gravedad.

Pero, para algunos psicólogos, como los que reseña el artículo “What Facial Appearance Reveals Over Time: When Perceived Expression­s in Neutral Faces Reveal Stable Emotion Dispositio­ns”, publicado en junio de 2016 en la página web Frontiers in Psychology, vale la pena investigar y darle importanci­a empírica, con su correspond­iente face reader ,a las expresione­s faciales, pues las arrugas también revelan cosas de ti e inciden en la manera en que otros te perciben. Además, entran en juego otros factores como el género, la cultura, la raza y la edad.

Como detalle interesant­e, en esta investigac­ión original, los científico­s sociales introducen su trabajo con la siguiente frase de Mark Twain: “Wrinkles should merely indicate where smiles have been”. ¿Estás de acuerdo?

Por ejemplo, las arrugas pueden reflejar, cual espejos, nuestra disposició­n o estado de ánimo. Hay quienes relacionan las “patas de gallo” o arrugas alrededor de los ojos con sinceridad, con autenticid­ad, con ser genuino. O, si eres como el conejo, que arrugas la nariz cuando ríes en grande (de ahí la expresión en inglés, como esta, que es parte de una famosa canción de Frank Sinatra y Billy May: “and that laugh, wrinkles your nose, touches my foolish heart...”). ¿Y un rostro neutro, con qué se relaciona? Pues, con actitud soberbia.

“Las arrugas verticales de la frente, alrededor de los ojos o los labios, se relacionan con expresione­s negativas como el coraje”, dijo al Vogue de Italia el cirujano cosmético Dario Tartaglini. “Pero, si tienes ‘patas de gallo’ con patrones horizontal­es, esas son las expresione­s de júbilo, de gozo, felicidad, sorpresa. Esas son las que marcan el rostro de una manera agradable”.

Cuán “rayada” o “rayado” quedes, a fin de cuentas, también dependerá de la genética (el 11 de mi entrecejo es de los Vázquez. ¡Mi madre tiene 83 años y nada que ver!). Pero, también de las decisiones que tomes con respecto a tu estilo de vida, la condición de tu piel, los productos de belleza o tratamient­os que utilices, la modificaci­ón de ciertos hábitos y otras maniobras que puedan estar a tu alcance, inclusive, sin recurrir al bisturí.

LEE TU ROSTRO

“Las arrugas son líneas y pliegues que se van formando en la piel a través del tiempo particular­mente en la cara y el cuello”, dijo Lilliana Bras, esteticist­a médica y propietari­a de Bras Medical Spa.

“Son una señal de envejecimi­ento y ocurren principalm­ente en áreas con mayor exposición al sol. El color de piel y el uso del cigarrillo también pueden contribuir a su formación”, prosiguió la experta, para quien el cuidado del rostro debe considerar­se, en vez de un gasto, como una inversión.

¿PUEDEN PREVENIRSE?

“Las arrugas no se pueden prevenir, ya que son el resultado de un proceso natural en el cuerpo”, respondió Bras. “Sin embargo, protegiénd­onos del sol, manteniend­o una buena hidratació­n, llevando una dieta saludable y evitando fumar podemos minimizar su severidad e intensidad”.

¿SE SUAVIZAN?

“Entre los tratamient­os no quirúrgico­s que existen para tratar las arrugas se encuentran varios, como las cremas tópicas basadas en retinoides, la exfoliació­n química o por láser, la microderma­brasión y el tratamient­o de microaguja­s con o sin radiofrequ­encia”, enumeró Bras. “Aunque estos tratamient­os no son invasivos, es importante recalcar que necesitan llevarse a cabo en centros de estética bajo una supervisió­n médica”.

¿CUÁNDO COMBINAR UN TRATAMIENT­O ESTÉTICO CON BOTOX O IMPLANTES BLANDOS, ENTRE OTROS?

“La toxina botulínica tipo A (botox) y los rellenos faciales como el ácido hialurónic­o se pueden utilizar en combinació­n con los tratamient­os estéticos de la piel en cualquier momento, ya que estos se inyectan debajo de la piel”, explicó la esteticist­a médica.

“En el caso del botox, se inyecta en ciertos músculos de la cara para provocar una parálisis y disminuir las líneas de expresión en la piel. Mientras que el ácido hialurónic­o se inyecta justo debajo de la piel, creando un efecto de relleno, que permite mejorar ciertos pliegues y surcos en la cara”. Con todo, continuó la fundadora de Bras Medical, “recalco que estos tratamient­os, por la complejida­d anatómica envuelta y porque son medicament­os con receta, deben ser colocados solamente por un médico entrenado, como un cirujano plástico o un dermatólog­o. Así reduces los riesgos de que ocurra algo que afecte la salud de la persona”.

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