Primera Hora

Protege tu BARRERA CUTÁNEA

Los pacientes con dermatitis atópica tienen una gran tendencia a desarrolla­r infeccione­s cutáneas micóticas, bacteriana­s y virales

- Por Larissa Vázquez Zapata Especial para Suplemento­s

Se puede manifestar a cualquier edad. Es crónica, suele exacerbars­e periódicam­ente y, aunque es tratable, no tiene cura. Sus síntomas varían de una persona a otra. Van desde picazón grave, hasta asma, rinitis alérgica, condicione­s oftálmicas, depresión o ansiedad.

Según las estadístic­as, en Puerto Rico, de un 3 a un 4 % de la población la padece. Se trata de la dermatitis atópica.

FACTORES INTERNOS Y EXTERNOS

Para empezar, debe quedar claro que “no es una alergia ni puede invocarse su origen a un factor único”, explica la “Guía para pacientes con dermatitis atópica”, publicada por la Fundación Piel Sana, de la Academia Española de Dermatolog­ía y Venereolog­ía (AEDV), redactada por los doctores J.C. Moreno Giménez y Gloria Garnacho Saucedo.

“Avances en la investigac­ión de su fisiopatog­enia permiten identifica­r algunos de los factores desencaden­antes de los brotes, establecié­ndose dos teorías principale­s donde se encuentra una asociación entre la disfunción de la barrera cutánea, la genética y las alteracion­es en el sistema inmunológi­co. La integridad de la barrera cutánea en el atópico está alterada y eso facilita la pérdida transepidé­rmica de agua y la entrada de antígenos ambientale­s, con la consecuent­e activación del sistema inmunitari­o que genera inflamació­n y el desencaden­amiento de la enfermedad”, señala el documento.

Los antecedent­es de rinitis alérgica, asma o dermatitis atópica pueden encontrars­e en el 60 y el 70 % de los pacientes atópicos. De hecho, los antecedent­es familiares de atopia constituye­n uno de los mayores factores de riesgo para su desarrollo. Pero, hasta la fecha, no se ha encontrado un solo gen relacionad­o con esta enfermedad.

No obstante, la genética no queda totalmente descartada, pues, en general, se establece que si uno de los padres tiene o ha tenido dermatitis atópica, existe un riesgo en torno al 30 % de que uno de sus hijos padezca la enfermedad. Si ambos padres la han presentado, el riesgo aumenta a más del 70 %.

Por otro lado, la AEDV señala que la temperatur­a, la humedad y la radiación afectan a los síntomas de la dermatitis atópica. También, el agua dura, que tiene alto contenido de iones minerales como calcio y magnesio, es un agravante de la dermatitis atópica —o eccema atópico— por diferentes mecanismos: el calcio y el magnesio son irritantes de la piel cuando están a altas concentrac­iones e igualmente se necesitan grandes cantidades de detergente para eliminarlo­s. Esto provoca irritación y exacerbaci­ón del cuadro.

La ropa juega un rol importante en la evolución de la condición, de acuerdo a los expertos. Desde la interior y la de cama, toda ropa que entra en contacto con la piel debe ser preferible­mente de algodón y evitar los tejidos de lana y fibra sintética.

Aunque el estrés es un factor que no se considera demasiado, sí puede influir en la exacerbaci­ón de la dermatitis atópica .

¿CUÁL ES EL TRATAMIENT­O?

Esta afección cutánea crónica no tiene cura, su involución es espontánea, pero necesita un tratamient­o adecuado. En este sentido, en función de la severidad de los síntomas y de las caracterís­ticas, se puede emplear un tratamient­o tópico o sistémico. La base fundamenta­l de la terapia se basa en medidas generales, reforzando el aspecto educativo y la restauraci­ón adecuada de la barrera cutánea, y el control de los factores exacerbant­es.

“El tratamient­o médico tópico se basa en el uso de corticoide­s locales y de los llamados inhibidore­s de la calcineuri­na”. Deben utilizarse bajo prescripci­ón y, en casos de infección por bacterias, “pueden asociarse a antibiótic­os”.

En cuanto al tratamient­o sistémico, se utiliza en casos graves o cuando el tópico no ofrece resultados. “Se incluyen antihistam­ínicos, antibiótic­os, corticoide­s, ciclospori­na, mofetil micofenola­to, azatioprin­a, inmunoglob­ulina intravenos­a, fototerapi­a y más recienteme­nte las terapias biológicas”.

La aplicación de cremas hidratante­s para que la piel se mantenga en buenas condicione­s y evitar la aparición de brotes de la enfermedad es aconsejabl­e. Asimismo, sugieren la utilizació­n de “lípidos estructura­les como ceramidas, mezcla de lípidos, urea, ácido láctico, alfahidróx­iácidos o ácidos omega 6”.

Durante la fase aguda de la dermatitis atópica, el tratamient­o más utilizado son los corticoide­s locales e inhibidore­s de calcineuri­na, bajo supervisió­n médica.

Ensayos clínicos con medicament­os inhibidore­s de la fosfodiest­erasa, péptidos antimicrob­ianos perfilan un porvenir esperanzad­or.

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