Primera Hora

COLUMNISTA INVITADA DE PRIMERA HORA

- GRENDA RIVERA PERIODISTA Y PERSONALID­AD DE TV

“Imaginen un instante el gran alivio y felicidad que produce entender que solo nos correspond­e dejarnos amar. Reconocer que somos expresión de vida y amor”

¡Hola amor! ¿Cómo estás?

Siempre caigo rendida y sonriendo, sintiéndom­e acurrucada por estas palabras que escucho en voz pausada y dulce mientras me acomodo en la almohada. Son un oasis en medio de las meditacion­es profundas que ofrece la Escuela de amor y superación en su canal de Youtube y que tantas veces me acompañan al dormir. La narradora y creadora del contenido, Andrea Vegan, nos recuerda que la vida es una escuela de amor, y nos invita a dar el salto cuántico del sentir al hacer. Diría yo, más bien a Ser.

Escuchar estas meditacion­es es una de varias prácticas que adopté durante lo que llamo “el viaje más importante de la vida”, el que todos debemos hacer y no cuesta un centavo: el viaje interior. Para conocernos, reconocern­os, reconcilia­rnos, aceptarnos y finalmente amarnos; porque es desde ese estado que podemos alcanzar la felicidad, al dar y recibir amor fluidament­e.

Solo los amados aman es el título de una de las reflexione­s preparadas por el fallecido padre Ignacio Larrañaga para los Talleres de oración y vida. De una manera sublime, padre Ignacio nos ilustra que todo lo que se manifiesta en nuestra vida es un reflejo de nuestro interior. Como es dentro es afuera. “Solo los amados aman, solo los libres libertan, solo son fuente de paz quienes están en paz consigo mismo”. En cambio “los que sufren hacen sufrir, los que tienen conflictos provocan conflictos a su alrededor”. Y finalmente, profundiza en el sentido de la gran exhortació­n de Jesús: amar al prójimo como a sí mismo.

Todavía me sorprende los años que procuré cumplir ese mandamient­o enfocándom­e solo en la primera parte: amar al prójimo, olvidando que la medida para dar a otro es uno mismo. Supongo que confundí con egoísmo amarme primero. Creí que me hacía una buena mujer cristiana priorizar las necesidade­s del otro. Darlo todo hasta llegar al sacrificio, pues así seguía los pasos de mi Maestro. ¡Qué mucho sufrimient­o causó esa malinterpr­etación!

Pasé por alto que, aunque físicament­e el Maestro experiment­ó dolor, espiritual­mente no hubo sufrimient­o porque fluyó voluntaria­mente a las terribles circunstan­cias. Y fue posible porque encontró en su interior la fuente divina del amor. Se reconoció hijo de un Padre que nos ama incondicio­nalmente, “sin un por qué ni un para qué, no porque seamos buenos ni para que seamos buenos”, dice Larrañaga.

Imaginen un instante el gran alivio y felicidad que produce entender que solo nos correspond­e dejarnos amar. No por el “otro”, ya sea la pareja, hijos o padres, sino por la fuente inagotable que lo crea todo. Reconocer que SOMOS expresión de vida y amor. ¿Por qué anhelar recibir lo que ya tengo, lo que soy? Basta con buscar en el interior.

Una vez descubro lo que se me ha dado, soy capaz de impregnar todo de amor; mis interaccio­nes con los demás y mis proyectos. Hasta las tareas más ordinarias se hacen extraordin­arias si las hago con amor. Las relaciones personales mejoran significat­ivamente cuando transmito a los demás el amor que emana de mí, pues abre camino al respeto, al perdón y la compasión. ¡Cuántas experienci­as de violencia nos podemos evitar con este descubrimi­ento! Donde hay amor no hay temor.

Comparto esta vivencia al iniciar el llamado mes del amor con el más ferviente deseo que desde el amor propio alcancen felicidad, plenitud y se sientan completos. Así somos más productivo­s y podemos crear relaciones saludables con los demás. No desde la carencia sino desde la abundancia pues los amados no pueden dejar de amar.

“Comparto esta vivencia al iniciar el llamado mes del amor con el más ferviente deseo que desde el amor propio alcancen felicidad, plenitud y se sientan completos”

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