Primera Hora

NORMANDO VALENTÍN

- NORMANDO VALENTÍN PERIODISTA / normandova­lentin@gmail.com

No es posible que un sector minoritari­o sostenga a la gran mayoría, sin que el sistema colapse. Se necesita incentivar el

trabajo”

¡Felicidade­s! Usted que me lee es posiblemen­te uno de los recipiente­s del incentivo presidenci­al. ¡Sííí!!, de los famosos $1,400. Posiblemen­te fue igualmente recipiente del resto de las ayudas que ya suman billones de dólares.

El dinero fue un resuelve fenomenal. Lo más seguro lo utilizó en alguna necesidad apremiante o en algún artículo que necesitaba sustituir con algún grado de urgencia. Sin embargo, otros le han dado usos más livianos.

De alguna forma, todos han guisado con el dinero que circula. Se ha establecid­o récord en ventas de automóvile­s, televisore­s, así como otros artículos de entretenim­iento, los cuales se han vendido como pan caliente. Los cirujanos plásticos se sonríen al confesar que los incentivos y demás ayudas como el PUA han terminado en mejoras estéticas.

Los paradores explotaron en el periodo de Semana Santa. Todo en medio de la pandemia. Hacienda está batiendo récords de recaudos y frotándose las manos con el dinero que le entrará en las próximas semanas. En fin, toda una panacea.

Simultánea­mente, vemos con preocupaci­ón una curva inflaciona­ria en los comestible­s y otros artículos. Sumado a una falta de mano de obra. Anuncios que gritan con sus letras, que falta gente para trabajar. Testimonio­s de personas que están en la brega laboral y que se ven obligados a doblar turnos, ante la escasez de prospectos.

El propio Departamen­to del Trabajo revela que la fuerza trabajador­a puertorriq­ueña a duras penas alcanza el 39%. El resto de nuestros conciudada­nos está en diversas vertientes. Encontrará siempre a quien apuesta a la economía informal; esa que busca el billete como sea, en prácticas medio legales o totalmente ilegales.

Otros ya pertenecen al segmento de los jubilados, quienes hacen malabares para subsistir. Un amplio sector está en las filas de las ayudas que por años se reparten. Y, claro, también están los que frescament­e aman el estilo de vida del dame, dame, mientras sólo mueven el dedo del control remoto.

Este escenario es uno de preocupaci­ón. La fórmula está mal. Está errada y solo nos conducirá al abismo. No es posible que un sector minoritari­o sostenga a la gran mayoría, sin que el sistema colapse. Se necesita incentivar el trabajo. Que lleguen más y mejores empresas que puedan mover la economía con cierto grado de estabilida­d.

He escuchado historias de terror. Ferias de empleo a las cuales casi no llegan personas. Otras, en las que posibles prospectos piden, sin sonrojarse, que les paguen por debajo de la mesa para no perder ayudas.

No podemos seguir pensando que las ayudas están ahí de forma permanente. En algún momento, la crisis pandémica terminará. Con ella, las ayudas. Dejará de existir el PUA y no llegarán chequecito­s jugosos por depósito directo. Muchos van a temer, al toparse con ese ámbito.

Es hora de enrollarse las mangas. El país nos necesita. Si no, el barranco seguirá acercándos­e y nosotros a él.

“No podemos seguir pensando que las ayudas están ahí de forma permanente. En algún momento, la crisis pandémica terminará. Con ella, las ayudas. Dejará de existir el

PUA y no llegarán chequecito­s jugosos por depósito directo. Muchos van a temer, al toparse con ese ámbito”

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