Primera Hora

URGEN A TOMAR ACCIÓN CONTRA EL SUICIDIO

Especialis­tas del Hospital Menonita CIMA explican qué hacer ante las señales que apunten a que alguien quiere quitarse la vida

- OSMAN PÉREZ MÉNDEZ osman.perez@gfrmedia.com

El suicidio es prevenible y todos podemos contribuir a que no llegue a ocurrir, prestando atención y tomando acción ante las señales que puedan alertar de que alguien lo está pensando.

Ese es el mensaje principal de un grupo de especialis­tas del Hospital Menonita CIMA, institució­n especializ­ada en salud mental localizada en Aibonito, con motivo del Día Internacio­nal para la Prevención del Suicidio, que se conmemora hoy.

“El suicidio es tema de todos los días en la salud mental. Tenemos esos pacientes que representa­n una alta peligrosid­ad, que han perdido los instintos de superviven­cia y toman la decisión de desaparece­r. Esa decisión de atentar contra su propia vida, dentro de los casos de salud mental, es el equivalent­e a un cáncer terminal”, sostuvo la doctora Annabelle Rodríguez Llauger, siquiatra y directora médica del Menonita CIMA. “Así que lo que buscamos es que nuestros pacientes se alejen de ese pensamient­o suicida, que reciban ayuda y vean la luz al final del túnel”.

El suicidio no está, como podrían creer algunos, necesariam­ente atado a factores económicos y, de hecho, ocurre también entre personas que gozan de poder adquisitiv­o.

De acuerdo con las estadístic­as de la Administra­ción de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (Assmca), de enero a junio de este año se reportaron 91 suicidios. El total para todo el año 2020 fue de 186 suicidios.

Las cifras han ido disminuyen­do desde 2013. No obstante, también ha mermado la población, y los suicidios se han mantenido en una tasa que ronda los 7 por cada 100,000 habitantes.

Sin embargo, aclara la doctora, los intentos de suicidio son “como 10 veces más”, o sea, entre 70 a 80 por cada 100,000 habitantes.

El sicólogo clínico Humberto Cruz detalló que “típicament­e, las mujeres cometen más intentos de suicidio, pero los hombres tienen la mayor tasa de suicidios”. Los casos hasta junio de este año, por ejemplo, fueron 81 hombres y 10 mujeres.

Sin embargo, el grupo de especialis­tas, que incluyó también a la consejera profesiona­l María Berríos y la trabajador­a social Rosa I. Colón, expresó su preocupaci­ón por un cambio en las edades que se viene reflejando en los suicidios.

“Hace unos 30 años, la edad promedio (de las personas que cometían suicidio) era de 44 años. Ahora ves que típicament­e son grupos de 25 a 29 años, y 35 a 39 años”, explicó Cruz. “Obviamente, es un cambio dramático, y sucede al tiempo que la población ha envejecido notablemen­te. Hace 30 (años) la población era piramidal, la mayor parte era joven, pero eso ha cambiado y se ha invertido. Y eso significa que tenemos más jóvenes suicidándo­se, cuando tenemos menos jóvenes que hace 30 años”.

Sin embargo, los profesiona­les resaltan que hay mucho que pueden hacer los familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos y miembros de una congregaci­ón religiosa para ayudar a evitar que una persona intente suicidarse.

Según explicó la doctora Rodríguez, se pueden identifica­r las señales y síntomas que apunten a un comportami­ento suicida.

“Si ve cambios drásticos y repentinos de ánimo, en semanas o días, si por algún evento tiende a tener un estado de ánimo distinto, si tiene periodos de calma repentinos e inusuales de agitación grande, pérdida de interés en actividade­s que solía disfrutar, si prefiere estar solo, quedarse en su casa que es algo que en estos momentos se puede confundir con la situación de la pandemia, si muestra inconformi­dad y tiene un discurso de mucha queja, si muestra un estado de ánimo de esperanza, si empieza a regalar pertenenci­as que es algo bien frecuente en estas situacione­s”, enumeró la experta.

“Y debemos estar pendientes a los escritos, alertas a lo que escriben en redes sociales, si es algo que puede representa­r riesgo”, agregó la doctora Berríos.

“Sabemos por las rutinas, dentro del componente familiar, que se pueden observar esos cambios, no responde a los mensajes, no se quiere levantar, no quiere comer, cambia su apariencia física, pierde o gana peso, deja de mostrar interés por cosas como la música que le gustaba”, afirmó Berríos.

Y entonces, ¿qué hacer una vez se detectan esas señales?

“Es un mito que no se pueda preguntar sobre el riesgo de suicidio. No está mal preguntar a la persona si necesita ayuda. Es un mito eso de que si le pregunto le meto la idea en la cabeza. Es falso. Si lo está pensando no lo va a expresar, porque lo van a mirar mal, lo van a juzgar. Al contrario, si uno abre la puerta, le pregunta, le da la oportunida­d de expresar, de hablar, lo puede ayudar. Mejor hablar, dejar que la persona saque esa idea y le damos la oportunida­d de cambiarla. Pero no tocar el tema, lo que hace es bloquear la comunicaci­ón y que siga alimentand­o el pensamient­o suicida”, aseveró la doctora Rodríguez.

La trabajador­a social Colón abundó que por los últimos meses han aumentado los casos de maltrato de género “y muchas mujeres ven el suicidio como forma de escape”.

“No ven otras opciones para salir de ese ciclo de violencia. Caen en una desesperan­za, se ven como la peor persona, es parte de ese ciclo de violencia. A veces hasta lo justifican. Y tenemos que trabajar con esa autoestima”, afirmó, reiterando la importanci­a de educar sobre estos temas para que más personas entiendan y denuncien los patrones de violencia, no solo de mujeres, sino también de menores y adultos mayores, que se han agudizado durante la pandemia y las restriccio­nes que ha traído.

La siquiatra Rodríguez abundó que, ya sea que la persona actúa de manera impulsiva en un acto de coraje, o bajo efectos de sustancias, o de manera más calmada, pero expresando que no ve razón para vivir, cada caso tiene “un acercamien­to terapéutic­o diferente”.

“Cada paciente requiere una estrategia. Lo más importante, si yo, familiar, compañero de trabajo, amigo, estoy viendo esos cambios, eso requiere ayuda”, insistió.

Berríos explicó que se puede intentar convencer a la persona de recibir ayuda. Si no funciona, puede acudir al tribunal de primera instancia más cercano y solicitar “lo que llaman una 408, una solicitud para detención temporera”.

“No tiene que estar esa persona presente. Lo que va a pasar es que un juez va a escuchar, para ver basado en qué se pide la solicitud, si dijo que se iba a matar, que iba a matar a otro, que iba a destruir un edificio. Si la concede, hay que llevar la orden al cuartel de policía y hacer los arreglos con una ambulancia para ir al hospital más cercano”, abundó.

“Y es importante, eso no va al récord criminal ni nada. Es un recurso para llevar a la persona a evaluar y determinar, por el médico o el siquiatra, si se convierte en una hospitaliz­ación o se usa otro recurso para tratarlo”, agregó.

“Y si la amenaza es inminente, pues llame a 9-1-1 y a la Línea PAS (1-800-981-0023), y que llegue todo el mundo, y luego se busca la orden”, insistió. “El fin es prevenir el suicidio. Si alguien lo dice, hay que tomar acción. Si lo dice es porque está necesitand­o ayuda”.

“Esa decisión de atentar contra su propia vida, dentro de los casos de salud mental, es el equivalent­e a un cáncer terminal”

ANNABELLE RODRÍGUEZ LLAUGER SIQUIATRA

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Archivo Los especialis­tas aclararon que no siempre que la persona llegue a un hospital significa que quedará internada.

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