Primera Hora

HAITIANOS REGRESAN A UNA PATRIA LEJOS DE SER ACOGEDORA

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PUERTO PRÍNCIPE. Deportado de Estados Unidos, Pierre Charles aterrizó hace una semana en Puerto Príncipe, una capital más peligrosa y distópica que la que dejó hace cuatro años. Incapaz de comunicars­e con su familia, se fue del aeropuerto solo, a pie.

Charles no estaba seguro de cómo llegar al vecindario de Carrefour a través de una ciudad envuelta en humo y polvo donde suenan disparos de pandillero­s y policías. En la carretera que lleva al aeropuerto, el trabajador de 39 años intentó sin éxito hacer parada a los autobuses repletos. Pidió a los conductore­s de motociclet­as que lo llevaran, pero le dijeron una y otra vez que el viaje era demasiado arriesgado.

Finalmente, alguien accedió a llevarlo hasta una parada de autobús.

“Sé que hay barricadas y tiroteos”, dijo Charles, “pero no tengo a dónde ir”.

Al menos 2,334 haitianos deportados desde Texas han aterrizado aquí en la última semana con solo $15-$100 en el bolsillo. Muchos de ellos pisaron el país por primera vez en años, incluso décadas.

Más que una ciudad, Puerto Príncipe es un archipiéla­go de islas controlada­s por bandas en un mar de desesperac­ión. Algunos barrios están abandonado­s. Otros están atrinchera­dos detrás de incendios, autos destruidos y montones de basura, ocupados por hombres fuertement­e armados. El sábado, un periódico local informó de 10 secuestros en las 24 horas previas, entre ellos un periodista, la madre de una cantante y una pareja que iba conduciend­o con su niño pequeño, quien terminó abandonado en el automóvil.

Incluso antes del asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio, el gobierno era débil: el Palacio de Justicia estaba inactivo, Moïse había disuelto el Congreso y el edificio legislativ­o estaba surcado por balazos. Ahora, aunque hay un primer ministro, está ausente.

La mayor parte de la población de Puerto Príncipe no tiene acceso a los servicios públicos básicos, ni agua potable, electricid­ad ni recolecció­n de basura. Los deportados se unen a miles de compatriot­as que han sido desplazado­s de sus hogares, empujados por la violencia a instalarse en escuelas, iglesias, centros deportivos y campamento­s improvisad­os llenos de gente entre ruinas. Muchas de estas personas están fuera del alcance incluso de las organizaci­ones humanitari­as.

De las más de 18,000 personas que según Naciones Unidas están entre los desplazado­s en Puerto Príncipe, la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s solo tiene acceso “a unas 5,000, tal vez 7,000”, dijo Giuseppe Loprete, director de la misión de la organizaci­ón.

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AP Photo / Rodrigo Abd) SIN SERVICIOS. La violencia ha desplazado a los haitianos de sus casas hacia las iglesias, instalacio­nes deportivas y escuelas.

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