Primera Hora

Un posible sospechoso

Hay más preguntas que respuestas sobre la causa de la hepatitis infantil, que afecta desde bebés hasta niños de 16 años

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Con unos 228 casos notificado­s de hepatitis pediátrica aguda de origen desconocid­o, según datos de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), la comunidad científica busca sus causas y, aunque hay diversas hipótesis abiertas, algunos indicios apuntan a un adenovirus, el F41.

El catedrátic­o de Microbiolo­gía de la Universida­d de Salamanca (USAL) -noroeste de España- Raúl Rivas repasó con EFE, en seis preguntas, lo que se sabe y lo que aún se desconoce de esta enfermedad, de la que se han reportado casos en una veintena de países.

Por el momento, indicó Rivas, hay más preguntas que respuestas sobre la causa de esta enfermedad, que afecta desde bebés hasta niños de 16 años y que ha causado en el mundo, al menos, cuatro fallecidos. 1. ¿Qué se sabe de la posible causa de la hepatitis pediátrica aguda?

En este momento, todavía es difícil afirmar algo al respecto, todo son hipótesis, aunque “la ventana microbioló­gica está abierta de par en par” porque no hay ninguna otra cuestión que haga ver un patrón común, ni en cuanto a cuestiones ambientale­s, exposición a agentes tóxicos o alimentos.

Se siguen recopiland­o muestras y la OMS ha pedido que se analice la posible presencia de algunos virus, pero los que causan la hepatitis A, B, C, D y E están de momento descartado­s porque no han aparecido. 2. ¿Qué hipótesis se barajan?

En algunas muestras han aparecido adenovirus como el F41, que es un serotipo muy concreto de adenovirus entéricos y que normalment­e causan síntomas intestinal­es, pero hasta ahora no se había visto que pudiera originar en niños sanos daños de este tipo tan frecuentes.

Es un signo de que “debemos de estar alerta” para ver si está circulando un nuevo serotipo de adenovirus, “no lo sabemos”; si el F41 ha tenido alguna mutación que favorezca el tropismo viral (especifida­d para infectar un tipo particular de célula o tejido) hacia el hígado, o si se está dando alguna coinfecció­n con algún otro virus.

Tampoco se puede descartar que sea un virus no descrito o sobre el que no se haya establecid­o esta sintomatol­ogía. “Están abiertas diversas hipótesis”.

Otra es que el SARS-CoV-2 pueda haber favorecido que la coinfecció­n con otros virus pueda ocasionar daños de este tipo. En algunas muestras se ha encontrado este virus que causa COVID-19.

El SARS-CoV-2 está circulando y se desconocen muchos de los problemas que puede originar o que favorezca otro tipo de infeccione­s porque “deje nuestro sistema inmunitari­o un poco diezmado. Son cosas que aún desconocem­os”. 3. ¿El adenovirus F41 sería la hipótesis más probable?

Es una hipótesis, pero no es seguro. Hasta ahora ha aparecido en un “porcentaje elevado” de muestras, se ha visto, sobre todo, en Alabama (EE.UU), en algunas europeas y en algún otro sitio, pero no en todas. El primer caso asiático, que se registró en Japón hace unos días, “parece ser que dio negativo al F41”, por eso hay que seguir analizándo­lo. 4. ¿Los adenovirus han causado hepatitis con anteriorid­ad?

Los adenovirus son bastantes comunes y circulan por todo el planeta durante todo el año, aunque la mayoría de los picos suelen ocurrir a finales de invierno o en primavera. Alguno puede causar daños hepáticos, sobre todo en niños inmunocomp­rometidos, pero no se había visto en los sanos. 5. ¿Dos años de pandemia, llevando mascarilla y con medidas de distancia social pueden haber debilitado el sistema inmunitari­o de los niños?

Es difícil que eso sea así porque hay afectados menores de hasta 16 años. Antes de la pandemia, los niños de cinco, seis años y más estuvieron en contacto frecuente y permanente con los adenovirus.

“Es complicado pensar" que, por el hecho de haber llevado mascarilla, ahora un adenovirus pueda afectar de esta manera, de repente. 6. ¿Qué hace falta para determinar la causa de este tipo de hepatitis?

Lo lógico en este momento es lo que se está haciendo, recopilar el mayor número de datos posible y esto implica determinar todas las muestras de heces, orina, sangre, biopsias de hígado, tanto presentes como de casos antiguos, como ha instado la OMS.

Puede que la distribuci­ón de los casos sea amplia, no solo geográfica­mente sino en el tiempo, que venga de atrás y lo estemos empezando a ver ahora, por eso se pide que se analicen muestras de casos clínicos que presentase­n esta sintomatol­ogía en los meses pasados.

También es posible que estemos “ante la punta de un iceberg porque solo se vean los casos más graves”.

Hay que buscar diferentes agentes microbioló­gicos, centrándos­e en los adenovirus, pero también en otras posibilida­des para establecer si estos casos tienen algo en común.

“Todavía están abiertas muchas puertas”, por eso hay que recabar el máximo de datos y, sobre todo, estar atentos a síntomas en niños como ictericia, heces blancas y orina oscura, para que los centros de atención primaria los recopilen y se hagan las pruebas pertinente­s, para disponer de la máxima informació­n que de “visos de qué agente puede estar involucrad­o”.

Debemos de estar alerta para ver si está circulando un nuevo serotipo de adenovirus, no lo sabemos”

RAÚL RIVAS CATEDRÁTIC­O DE MICROBIOLO­GÍA

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