Primera Hora

Puerto Rico tiene su monarquía

- NORMANDO VALENTÍN PERIODISTA / normandova­lentin@gmail.com

La política electoral asoma su cara y ya comienza a ocupar los titulares. Las especulaci­ones son la orden del día, lo que promete una temporada divertida. Entre las candidatur­as que ya se han hecho carne, se encuentra la del joven Pablo José Hernández Rivera, nieto del exgobernad­or Rafael Hernández Colón.

Al anunciar su entrada al ruedo político, pidió que no fuera evaluado por las ejecutoria­s o el nombre de su abuelo. Resulta curioso, porque es precisamen­te su abolengo lo que le abre las puertas de los medios y de su partido.

Si Pablo José fuera González Pérez, hijo de Pepe y Concha, se le hubiese hecho un poco cuesta arriba aterrizar en la candidatur­a a la que aspira. Esa es la realidad. Claro, el apellido tal vez le abra la puerta, pero serán sus méritos los que determinen el nivel de éxito que alcanzará.

En esta isla nos gusta criticar a los hijos de…, pero la realidad es que un gran por ciento de ellos gozan del favor del pueblo. La razón es sencilla. El ADN boricua tiene cierta debilidad a los asuntos monárquico­s. Nos gusta.

Por ello, se vende con cierto éxito la revista española Hola! y la serie de Netflix “The Crown”, es una de las más populares. Vimos con entusiasmo el documental de Harry y Megan. Nos gustan las transmisio­nes especiales de bodas y funerales de la realeza y celebramos con pompa que el rey de España se paseara con Pierluisi por el Viejo San Juan.

Nuestra versión monárquica radica en la política. Los ejemplos abundan. Luis Muñoz Rivera, su hijo Luis

Muñoz Marín, así como Victoria “Melo” Muñoz son claros ejemplo en el sector autonomist­a. Su heredero fue Rafael Hernández Colón, “Cuchín”, quien gracias a su exitosa carrera permitió que su hijo menor, Juan Eugenio Hernández Mayoral, llegara a la legislatur­a y su nieto esté a las puertas de quedarse con la candidatur­a a Washington por el bando rojo.

Igual ocurre con don Antonio R. Barceló, uno de los líderes fuertes del independen­tismo de principio del siglo 20. Su hija, Josefina, fue la primera mujer en presidir un partido político y el nieto de don Antonio, Carlos Romero Barceló, llegó a ser gobernador. Claro, el beneficio de la familia ayudó a una cuarta generación, encarnada en Melinda, a llegar a la legislatur­a.

Tanto Melinda como Juan Eugenio no llegaron al nivel de éxito de sus progenitor­es, pero es complicado repetir ese nivel.

Entre los hijos de…, encontramo­s de todo. Gente brillante como los “Ramón Luises” en Bayamón y otros que se quedaron bien lejos de lo que fue mamá o papá.

A veces, ese linaje monárquico nos deslumbra malamente. Un ejemplo puede ser Ricardo Rosselló. Por ser hijo de un político exitoso, consiguió el apoyo para ser gobernador. Esto sin haber escalado otras posiciones que le permitiera­n curtirse en los quehaceres administra­tivos. Ganar experienci­a. Conocer en profundida­d el andamiaje gubernamen­tal y, sobre todo, obtener las canas que pinta la experienci­a.

Este asunto jerárquico lo vemos también a nivel familiar. De seguro, usted conoce alguna familia donde distintas generacion­es se inclinaron por ser médicos, abogados, ingenieros o servidores públicos, como policía u algún otro oficio. También, escuchó algún cuento cual hablaba que desde el bisabuelo hasta ahora todos son de la misma profesión.

Eso no es malo. Lo malo es pensar que un apellido es suficiente para heredar brillantez, sabiduría o éxito. Los políticos deben ser evaluados con rigor. Deben ser premiados por sus méritos y no por su linaje.

El reto de Pablo José será interesant­e. Deberá evidenciar que tiene algo más que ser meramente el nieto de Rafael.

“Lo malo es pensar que un apellido es suficiente para heredar brillantez, sabiduría o éxito. Los políticos deben ser evaluados con rigor. Deben ser premiados por sus méritos y no por su linaje”

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