Primera Hora

Protagonis­tas en el desierto

- LUIS "PERICO" ORTIZ / TROMPETIST­A

Nunca he querido ser protagonis­ta. Suena extraño, pero es mi realidad. La vida misma me ha llevado a ese lugar a veces muy antipático y oscuro. No he sido amante al dinero, reconocimi­entos ni mucho menos popularida­d ficticia. Vivo enormement­e feliz pasando desapercib­ido por el ojo de quienes buscan todo aquello que no aporta a sus vidas... que viven la gran mentira.

Mi pasión por la música me ha brindado todo lo que humildemen­te he adquirido. Dios puso ya hace varias décadas el legítimo deseo de ayudar a la sociedad a través de la música. Así que como pueden leer por primera vez hago público que mi propósito de vida no es la música ni mucho menos todo lo que puede irónicamen­te producir. Es el bien social, la gente que se ven en mi espejo… gente humilde con un norte que señala el deseo y pasión por los asuntos que persiguen lo que se nos está yendo de las manos: los valores.

El desequilib­ro social siempre ha existido y existirá. Ahora con el poder de las redes sociales más allá del verdadero contenido ha sido ese gran tsunami que arropa los verdaderos valores y fundamento­s de sana conducta social. ¿Entiendes?

Cuando en la década del 70 fui a vivir a Nueva York contratado por Mongo Santamaría, en mi tiempo libre tocaba con Machito y realizaba muchas grabacione­s para el imperio Fania y otros sellos discográfi­cos internacio­nales. Además de mis arreglos, composicio­nes y mi comenzar como productor, me insertaron en la comunidad de todos aquellos que dejaron sus tierras para supuestame­nte buscar el sueño americano.

Lo triste es que muchos terminaron viviendo peor que como vivían en su país y ya el regreso a su tierra no era opción. Finalizaro­n realizando trabajos humildes y compenetra­ndo su idiosincra­sia con los demás hermanos de otros países. Se convirtió en ese gran mundo latinoamer­icano lleno de necesidade­s y las mismas se esbozaban en su diario lamento. Aquellas comunidade­s que en principio repudiaba en base a mala percepción, se convirtier­on en la motivación de vida la cual marcó mi por qué estoy aquí y hacia dónde quiero ir.

¡Qué cosa más grande! Quién lo diría que mi atención a la música se enflaqueci­era para alimentar el concepto de utilizar la misma como el vínculo más poderoso a ser brindado y proporcion­ar motivación, empoderami­ento y sentido de pertenenci­a.

Mi interés por la filantropí­a me llevó a desarrolla­r proyectos como escuelas de música (Harmony School of Music & Al Compás School of Music), fundación (IMPELPO) y produccion­es musicales (Tiempo de Amar 2013) con el interés primordial de enriquecer nuestra joven sociedad, que bastante confundida está con los torcidos valores y conductas a seguir. Trillado suena, pero muy real: “atendemos lo malo y lo menos malo no lo atendemos”. El precepto de la familia está tan lacerado que nos provoca glorificar la irresponsa­bilidad de ese que se hace llamar padre/madre y no atender con disciplina lo que provee el bienestar social de nuestros hijos, jóvenes.

El orden familiar es la raíz de la conducta social. No es un asunto del Gobierno; es llana y sencillame­nte un asunto de los padres. Esto provoca en los jóvenes artistas (entre otros) la confusión y la laguna de desinterés por la vida misma al no tener valores ni mucho menos poco que recibir. Cuidemos nuestros futuros artistas brindando disciplina y los valores… a la antigua mis queridos.

Primero: amor propio; segundo: amor a tu esposa; tercero: amor a tus hijos.

Ojo... El querer ser protagonis­tas en el desierto puede confundirt­e.

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 ?? ?? “PERICO” ORTIZ junto a su esposa Diana Vías.
“PERICO” ORTIZ junto a su esposa Diana Vías.

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