20 Minutos Barcelona

Un «tocho de folios» que convirtió en eterno el retorno de Tamames al Congreso

- Por Pedro Buenaventu­ra y Javier López Macías

Ramón Tamames entraba al Congreso a las nueve de la mañana. Fue el comienzo del que sería «uno de los últimos capítulos» de su vida, en sus propias palabras, uno que le ha llevado de nuevo a un escaño del Congreso.

Santiago Abascal, encargado de inaugurar la jornada, comenzó dedicando unas palabras a la prensa y criticando el atuendo de algunos diputados de la izquierda. «Un disparate, un circo, una chirigota, una patochada, un teatrillo, un esperpento, un show...», repasaba el líder de Vox en referencia a las múltiples etiquetas que la iniciativa había recibido. Un show que se iba a hacer muy largo, sobre todo para el propio candidato. Abascal recibió los aplausos de toda la bancada de Vox, pero no el de Tamames.

Pedro Sánchez vivía su cuarta moción de censura, la segunda contra su persona. Y lo hacía agradecido. «Gracias por la oportunida­d», le diría el presidente, que estuvo horas hablando de su gestión, acompañado de un «tocho de folios», como le afeó el propio aspirante. «Primera ‘tamarrada’», decía un diputado socialista. La primera victoria de Sánchez fue por agotamien- to. Tan largo fue el debate que Tamames, de broma, temió por su vida. «Nos vamos a morir», dijo el aspirante, que criticó que se comparara a Vox con Blas Piñar.

Tamames, que cada poco se giraba hacia Abascal para preguntarl­e qué había dicho Sánchez, pudo responder al fin al presidente. «Yo tenía un discurso muy largo y lo recorté», le reprochó.

Aún le quedaba por escuchar a la vicepresid­enta segunda, Yolanda Díaz, que también se extendió durante más de una hora. Por si la situación no era lo suficiente­mente inaudita en la Cámara Baja, a sus puertas merodeaba Marco Antonio Navarro Tacoronte, el mediador del caso de corrupción que implica al exdiputado socialista Juan Bernardo Fuentes Curbelo, al que se mencionó reiteradam­ente a lo largo de la mañana.

Al comenzar la tarde, a Tamames le tocaría recibir los reproches del resto del arco parlamenta­rio. El presidente se había marchado y Abascal tardó horas en volver al hemiciclo. Tamames, como el resto de diputados, parecía desear que acabase la jornada. Por encima incluso del triunfo de la moción. ●

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