Una titulación de cocina para escapar del maltrato y la violencia machista
lava, pero lo que me hace feliz es dar de comer a la gente», añade.
Marta es una de las 19 mujeres en exclusión social severa –paradas de larga duración con cargas familiares, inmigrantes sin recursos o víctimas de violencia de género– que se acaban de graduar en la primera promoción de la Woman’s Academy, un proyecto social formativo fruto de la colaboración de la Fundación Integra, que selecciona y guía a las participantes, la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid –que otorga la titulación– y Compass –empresa de restauración colectiva que beca a las participantes y les ofrece las prácticas–.
Johana es otra de las cocineras que ha recogido su diploma tras dos meses de cursos online y tres de prácticas en los fogones de restaurantes. A sus 37 años lleva tres centros de atención a mujeres maltratadas a sus espaldas. Al primero la llevó la Policía para salvarle la vida, en el segundo la ayudaron con su proceso de recuperación psicológica, y en el tercero, donde ha estado los últimos 18 meses, le abrieron caminos a la integración
JOHANA como el título de cocina. «Me quedaban unos meses para salir del centro, quería luchar por conseguir un trabajo para independizarme. Llevaba tiempo enviando currículums, cogiendo todas las formaciones posibles», explica la recién graduada ayudante de cocina. «Cuando me llamaron para este curso estaba muy mal, no tenía ni para pagar el metro». Cuando vio que le pagaban por estudiar y luego tenía un trabajo mientras hacía las prácticas, se decidió. Confiesa que ha descubierto que cocinar no es lo suyo, pero la formación le ha despertado el deseo de ampliar conocimientos en «nutrición y dietética». Y eso que dice que llegó a convertirse en la reina de las ensaladas de su restaurante: «Dependían de mí, que no me las tocaran, aunque para eso tuviera que adelantar las otras tareas pendientes».
Johana y Marta se sienten afortunadas por participar en un curso que ha «caído del cielo». Marta, que ha sido comercial hasta que la violencia de género truncó su vida entera –también la profesional–, sí se
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una formación que garantice una mejora laboral.
Vilma, ecuatoriana de 45 años, es otra de las graduadas. Residente en Barcelona desde hace 22 años, supo de la iniciativa por redes sociales tras perder su trabajo de los últimos 14 años como recaudadora en una lavandería de autoservicio. «Estaba perdida, no sabía ni qué hacer», explica. Tras sus prácticas en el comedor de una residencia universitaria y en un hospital, dice que le gustaría «seguir ampliando conocimientos en cocina».
La idea a partir de ahora es que Integra les ayude a encontrar un trabajo acorde a su nueva formación y a sus necesidades de conciliación con sus familias. Marta, Johana y Vilma son mujeres que tienen en común un presente todavía con serias dificultades económicas, pero que esperan salir adelante utilizando las destrezas aprendidas en el curso. ●
«Cuando me llamaron para hacer este curso estaba muy mal, no tenía ni para pagar el metro»