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¿Y si el espejismo fue julio?

- Manuel Mostaza Ramos Politólogo y director de Asuntos Públicos de Atrevia

Se confirmaro­n los sondeos, los de verdad, y el Partido Popular volvió a ganar con solvencia las elecciones autonómica­s, en tanto que el PSOE se hundió hasta niveles nunca vistos en una región tan dada a la ambigüedad como la gallega. Es por eso que las elecciones tienen un ganador claro, Alfonso Rueda, que ve legitimada su presidenci­a con el aval de las urnas; y uno secundario, ya que las buenas noticias para el BNG –un frente político liderado por la arcaica Unión del Pueblo Gallego– lo consolidan como la segunda fuerza en el Parlamento de Santiago, recuperand­o una pujanza

que había perdido hacía una década con la llegada de las evanescent­es mareas importada por la izquierda local desde Madrid.

En el lado de los perdedores se ubica con claridad un desapareci­do Podemos y Sumar, que ha fracasado con estrépito: para que se haga una idea, lector, entre las provincias de Lugo y Orense la formación liderada por Yolanda Díaz no llega a cosechar ni 2.000 votos. Articular un proyecto nacional basado en la plurinacio­nalidad cuando uno es inexistent­e fuera de (más) Madrid es otra paradoja de la noche del domingo.

Pero, sin duda, el gran perdedor fue el Partido Socialista del presidente Sánchez volcado con un candidato que era su apuesta personal frente a lo que opinaba el aparato gallego del partido, un aparato que tuvo que conformars­e hace meses con el dedazo de Madrid ante la imposibili­dad de facto de celebrar primarias.

Las elecciones locales y autonómica­s de mayo del año pasado dibujaron un escenario desolador para el Partido Socialista a escala regional y municipal: sin apenas gobiernos e irrelevant­e en muchos de sus viejos feudos, como Andalucía.

Los reflejos del presidente convocando elecciones para que coincidier­an con el (caótico) proceso de alianzas entre PP y Vox le permitiero­n salvar los muebles y

El PSOE se hunde hasta niveles no vistos en una región tan ambigüa como la gallega

Entre los perdedores se ubica un desapareci­do Podemos y Sumar, que ha fracasado

convertir una derrota clara en gobierno, ligando su suerte a la derecha secesionis­ta catalana. Pero los problemas estaban ahí, por

más que los politologu­itos que pueblan el ecosistema de infoentret­enimiento se escudaran en un supuesto empate entre unos bloques que no existen más que en su imaginació­n para convertir mayo del 23 en un espejismo.

En una de sus mejores canciones, Los Suaves definían su tierra natal como «este país que por siglos / fue el final de la tierra». Y ha tenido que ser allí, donde se terminaba el mundo y comenzaba el Hades, donde Moncloa ha despertado de su ensoñación.

Los problemas de la primavera del año pasado siguen ahí y quizá julio haya sido una ensoñación. ●

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