Renta agraria
as próximas elecciones catalanas van a batir el récord de lenguaje hiperventilado. Todavía falta un año, me dirán, y llevan razón. Y de esto me quejo, porque no sé si podremos aguantar tantos meses entre hipérboles mientras no se solucionan los problemas cotidianos. Va a ser todo un festival para poder ver quién, desde el independentismo cinco estrellas, es capaz de pergeñar el mejor realismo mágico para engañar con más cuidado. Puigdemont ya está en ello para hacernos ver que la amnistía no es una renuncia ni anteponer la situación personal al bien común como sí, por lo que se sobrentiende, fueron los indultos pactados por el «traidor» (sic) Oriol Junqueras. Lo de este fin de semana de Puigdemont ante el Consell de la República es el pistoletazo de salida de la batalla que habrá entre los que consideran que lo que se hizo en octubre de 2017 sin ninguna clase de reconocimiento es lo que cuenta y que todo lo demás es represión. Como desde Waterloo se ha ido alimentando la ficción, ahora que ya han sido llamados traidores como los republicanos, tienen que esforzarse para no perder votos por las otras listas electorales que ellos, con su verborrea e hipérboles, han ayudado a crear. Así es que, queridos lectores, Waterloo se verá forzado a ir disociándose discursivamente de sus actos para frenar la fuga de votos. Les aseguro que deberán frotarse los ojos siete veces cada día para comprobar que no están soñando. Y ya que estamos en lo onírico, cabría recordar que para «soñar más alto debemos despertar». ●