«ES NUESTRO REFUGIO Y NOS LO ESTÁN QUITANDO»
Los dueños de parcelas y usuarios de huertos urbanos levantan la voz por la situación provocada por la sequía
La situación de emergencia por sequía en Catalunya continúa agudizándose y afecta a todo tipo de negocios y localizaciones. Ejemplo de ello es lo que sucede en los más de 500 huertos urbanos de Barcelona, que llevan sin poder ser regados desde el 2 de febrero, cuando empezaron las restricciones. Muchas de las personas involucradas en el cuidado de estas tierras definen esta prohibición como una «injusticia»: «El huerto es nuestro refugio y nos lo están quitando».
El pasado 22 de febrero se aprobó en el Parlament una propuesta que pedía revisar las restricciones previstas en las diferentes fases del Plan Especial de Sequía (PES) con el fin de mejorar la eficiencia de los canales de distribución de agua para el riego. Aun así, mientras esta no se concrete, los afectados seguirán «presionando» hasta conseguir un permiso de riego.
Uno de los tantos huertos afectados es el de Can Mestres, perteneciente a la red de Huertos
Urbanos de Barcelona. Este programa va destinado a personas jubiladas y mayores de 65 años de toda la ciudad. A través de actividades agrícolas, ejercitan su cuerpo y se rodean de un ambiente «sano y colectivo».
Consol, jubilada y propietaria de una parcela de Can Mestres, explica a 20minutos sus vivencias en el huerto desde la aparición de la sequía en Catalunya. Can Mestres empezó siendo una masía antigua que con el paso del tiempo se convirtió en «un lugar de refugio para las personas mayores».
Desde el 2 de febrero, Consol asegura que muchas personas han dejado de asistir al huerto. Entre ellas se encuentra Manuel, propietario de otra parcela. Dice que ha dejado de ir allí desde que les «cerraron el grifo». «Estar ahora en estas circunstancias es una pena», añade.
Al igual que Can Mestres, el huerto de la cubierta del Mercado Vall d’Hebron también se ha visto limitado por esta restricción. Arnau Montserrat, portavoz y trabajador de varios huertos como este asegura que seguirán «presionando» hasta conseguir un mínimo de permiso de riego.
«Sé que por la situación en la que estamos debemos adaptarnos, pero sin un mínimo, no hay adaptación que valga. Mientras unos tienen permiso para regar un mínimo, nosotros no tenemos nada, y esto me parece absurdo», subraya Arnau, quien afirma que con «un mínimo se puede hacer algo, pero que sin nada» no pueden hacer «maravillas». ●