20 Minutos Barcelona

Las mochilas solitarias todavía provocan miedo e inquietud

Muchos de los actuales viajeros, que conocen a gente que viajaba en los trenes, cuentan lo presente que tienen la fecha

- P. RODERO

Aún no ha amanecido y la estación de Alcalá de Henares recibe como un embudo a decenas de personas que acuden a la carrera con destino a trabajar o estudiar a Madrid. Es marzo de 2024, pero la estampa no sería muy diferente hace 20 años.

Un pitido antecede el cierre de puertas, los viajeros se acomodan en sus asientos y el tren echa a andar. Son las 7. 01h de la mañana. «Mi marido iba en el tren, en el de la calle Téllez, sobrevivió, pero estuvo un año de baja y ha perdido la audición en un oído», cuenta Yolanda, de 58 años, nada más empezar el trayecto. Muchos en este vagón, como ella, conocen a gente que ese día viajaba en alguno de los trenes. Casi todos provenían de las localidade­s del conocido como Corredor del Henares. «Las víctimas nos quedamos con el dolor que sufrimos, las secuelas que nos han quedado, porque estamos un poco como obsesionad­os. Yo sigo yendo al psicólogo».

Laura, de 44 años, solía coger este mismo tren en 2004 cuando iba a la universida­d. «Ese día no lo cogí, estaba en casa. Tenía un examen y no fui, de esas veces que no lo llevaba bien preparado y no fui», recuerda. El miedo y la paranoia que provocó el atentado sigue en cierto modo vivo en ella. «El otro día venía e iba con miedo, no puedo evitar preocuparm­e cuando veo una mochila sola, es algo que no se quita, perfectame­nte podría volver a pasar».

Ángel Antón, de 50 años, sí subió en uno de los trenes en los que viajaban las bombas que estallaron el 11 de marzo de 2004. Su destino, sin embargo, era Vicálvaro, la parada anterior a Santa Eugenia donde una mochila bomba hizo explosión. «Mi mujer me llamó para contarme lo que había ocurrido, porque yo no me había enterado. Recuerdo sentir mucha impotencia», rememora.

La memoria y el miedo provocado por el atentado se mantienen sorprenden­temente presentes en los pasajeros del tren de Alcalá a Atocha que lo vivieron. Los más jóvenes, sin embargo, tienen un recuerdo mucho más diluido de aquella jornada, como Beatriz, de 34 años. «Yo solo recuerdo que en el patio del instituto hicimos un homenaje y al llegar a casa me contaran lo que había pasado, pero cuando hablan de ese tema, me pongo mis cascos y me evado», dice. Son las 7. 41 h y el sol despunta ya sobre los andenes de Atocha y los pasajeros del tren de Alcalá se dispersan por la estación. Han pasado 20 años de los atentados. ●

Puede ver todo el especial sobre el 11-M en 20minutos.es

Félix J. Alonso, guardia civil ya jubilado, viajaba en el Cercanías que explotó en Santa Eugenia e inmediatam­ente empezó a colaborar con los sanitarios. Como exagente «ha visto muchos cadáveres», pero nada como lo que sus ojos captaron ese día. Algunas semanas después «tocó fondo» y recurrió a ayuda profesiona­l. «Lo primero que me dijeron es que no iba a olvidarlo jamás y me impactó, pero tenían razón. Con esto se puede aprender a vivir, pero jamás se supera. Los aniversari­os ayudan a que los ‘no víctimas’ viváis 24 horas lo que yo vivo absolutame­nte todos los días. El truco es ocupar la mente para que la casa no se te caiga encima». En estos 20 años Félix ha escrito una novela y produce un programa de radio semanal en el que trata de dar respuesta y explicar los entramados del 11-M. Cuando alguien le dice que lo hace por huir de sus pensamient­os o que está loco se limita a reír y darles la razón. «Tengo derecho a estarlo, habría que verlos», finaliza. ●

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