Empezar de cero en una caravana: «No podía vivir en una colmena»
CIENTOS de personas se instalan en las parcelas de un ‘camping’ en la sierra de Madrid para residir durante todo el año HUYEN de la ciudad por el alto precio de la vivienda y la búsqueda de tranquilidad
Walter Venegas pasa su brazo tatuado por encima de los hombros de su vecino de enfrente, Galo. «Somos como Astérix y Obélix y esto es la Galia», bromea frente a la entrada de su parcela. En este espacio de unos 400 metros cuadrados rodeado por una verja tiene su pequeño mundo. Dos caravanas –técnicamente, mobile homes– que llevan décadas ancladas al suelo, un techado de uralita y una piscina desmontable con el agua turbia.
«Estaba cansado de tanto coche, de tener que buscar aparcamiento, de escuchar a todos los vecinos, de vivir en una colmena y, además, en un barrio un poco justillo, que no es La Moraleja», declara Venegas, sentado en un sofá en el porche embaldosado junto a una de las dos caravanas de la finca.
Su parcela es una de las 500 que conforman el Caravan Garden de Aldea del Fresno, al sur de la Comunidad de Madrid, un camping de caravanas que, con los años, ha ido adquiriendo el aspecto de una urbanización por las reformas que han ido acometiendo aquí los propietarios. Según afirman los propios vecinos, cada vez están llegando aquí más personas a vivir durante todo el año y no solo los fines de semana, huyendo de los prohibitivos precios de la vivienda en la capital.
Entre el municipio de Aldea del Fresno y el terreno que ahora ocupa el Caravan Garden, el río Alberche serpentea formando meandros y en sus riberas hay una zona con merenderos. Toda esta área estuvo ocupada por un camping hasta que, en los años 80, el río se desbordó y quedó anegada. Los usuarios de ese camping fueron los primeros en llegar al nuevo terreno –perteneciente al marqués de Griñón– establecido para aparcar caravanas en 1987. El boca a boca hizo el resto y las parcelas fueron siendo
500 caravanas conforman el Caravan Garden de Aldea del Fresno, al sur de Madrid
adquiridas por aficionados a las autocaravanas .«La idea era como un camping, pero privado, algo más estable. Una parcela en propiedad que ya no pagas al camping, sino que es tuya», explica Roberto Cerrato, presidente de la comunidad de la primera fase del camping y que empezó a venir los fines de semana al Caravan Garden con sus padres siendo un niño. Nadie, salvo una persona, vivía allí todo el año. «Esto, cuando empieza, no es como un pueblo con muchos años de historia, es un camping que empieza de cero, con personas de 40, 50 o 60 años, con su trabajo y que lo usan los fines de semana. Luego, esa gente se va jubilando y sí que lo va usando un poco más»
En el año 2000, sin embargo, la zona es incluida en la Red Natura –una red de áreas de conservación de la biodiversidad en la Unión Europea– y empiezan una serie de juicios contra los propietarios que habían realizado construcciones. En la mayoría de los casos las condenas fueron moderadas, pero hace tres meses una mujer de 67 años fue la primera persona en ser encarcelada por delitos medioambientales por haber levantado construcciones en su parcela.
Los vecinos reivindican que la situación se regularice recalificando el terreno como zona urbana, pero el propio Cerrato admite que esa solución, tras la inclusión de la zona en la Red Natura, es prácticamente imposible. ●