El Mago Pop: «Me gustaría que viniera a verme Chris Martin»
Antonio Díaz ha convertido su espectáculo en el más visto del mundo y actuará en Broadway en verano
Mide poco más de metro sesenta, tiene actitud tímida y es extremadamente educado, pero cuando le miras a los ojos detectas ese brillo que tiene la gente gigante, inteligente e inquieta que sueña a lo grande y trabaja de manera enfermiza para conseguirlo. Antonio Díaz, más conocido como El Mago Pop, es eso: por un lado, un joven de menos de cuarenta años menudo, humilde, de una ciudad dormitorio de Barcelona, Badía del Vallés; y, por otro lado, uno de los hombres de negocios más exitosos del panorama artístico. Un grande que encierra a un niño pequeño y raro en su interior, a un friki adolescente que creyó de verdad que ‘nada es imposible’, su lema por excelencia, y al que la vida le dio la razón. Su trayectoria es muestra de ello. «Hay cosas que son casi imposibles, pero hay muchas que parecen imposibles y en realidad no lo son. Creo que tenemos que darnos la oportunidad de soñarlas como mínimo», dice convencido.
Y así ha sido. Soñó con tener un teatro y es dueño del Teatro Victoria en Barcelona; soñó con hacer las Américas y su espectáculo estará en Broadway el próximo verano; soñó con un proyecto propio allí y se acaba de comprar uno de los teatros más grandes de Estados Unidos, con 2.800 localidades en Branson, Missouri. «Mi madre no sabe decir Broadway, yo me río porque dice ‘broulin’, y Branson, como lo pronuncia mejor, pues le gusta más… Ella está feliz», bromea. Un éxito que ha manejado tan hábilmente como las cartas, y en eso su familia ha tenido mucho que ver. «Tengo mucha suerte. Mis padres son muy mayores y mi relación con ellos es prácticamente de abuelos, de cuidarles yo a ellos, más que ellos a mí. Pero con mis hermanos, ellos sí son mis padres, mis amigos, mis mejores amigos… Tengo dos hermanos que son mi inspiración, mi gasolina», cuenta. Dos personas totalmente ajenas al show business, una fisioterapeuta y un médico oftalmólogo, que, quizá, sí han influido en la buena visión empresarial que ha tenido el mago. «Lo más importante de mi vida son mis hermanos», añade orgulloso. Y es que, aunque parezca imposible, y en su vida nada lo es, saca algo de tiempo para los suyos: «Intento ver una peli al día, pero sí es verdad que la vida personal cuesta… Improviso mucho».
Incluso se permite alguna licencia: «Yo en un karaoke con cuatro amigos me lo paso pipa». Esos amigos que le apoyaban ya, hace 10 años, cuando hacía bolos y apenas podía pagar a su ayudante, llevando su magia a pequeños pueblos de Cataluña, y hoy, 10 años más tarde, celebran con él que su espectáculo sea el más visto del mundo en un año y el más taquillero. «Hoy somos 100 personas en esta empresa, además de las otras empresas… La verdad es que ha crecido mucho, y todo gracias al espectáculo», asegura.
Un show en el que vuela y, literalmente, se teletransporta; en el que cambia la hora de todos los móviles de las miles de personas que están sentadas en las butacas sin tocarlas; y en el que incluso modifica el pasado. «Si ves un espectáculo desde atrás y ves lo que hacen los técnicos… te das cuenta de que es alucinante», dice con humildad. Su magia ha sido aplaudida por personajes de la talla de Stephen Hawking, actores como Schwarzenegger, Eva Longoria, Antonio Banderas o celebridades como el mismísimo Messi. Pero todavía le falta alguien: «Me gustaría que viniera a verme Chris Martin, de Coldplay», concluye. ●