En Doñana hay más votos que agua
Seamos honestos. El problema de Doñana no es la falta de agua. El verdadero problema es la falta de mayorías en esos pueblos que algunos partidos políticos quieren gobernar como cortijos y donde las cuentas de votos no les salen. No son demasiados, apenas 80 concejales de los 9.000 que se elegirán en Andalucía el próximo mes, pero como en el fútbol, aquí todos quieren ganar por goleada. Por eso se empeñan en vender un agua que no existe, pero riega sus intereses. Algunos van más lejos y claman por un preciado líquido que, según ellos, «se pierde» dando de beber a flamencos, patos y cigüeñuelas. ¡Las personas son más importantes que los linces!, claman exaltados. Y tienen toda la razón. El cultivo de fresas da trabajo en Huelva a 100.000 personas y reporta al año más de 1,4 millones de euros. La pobre cerceta pardilla, ¿qué produce? Es una pardilla, y si se extingue, pues también se extinguieron los dinosaurios y aquí no ha pasado nada.
Los científicos no comparten esa idea. Nos advierten de que este desastre es la punta del iceberg de un disparate colosal. Estamos asando salchichas prendiendo fuego al Museo del Prado. Y si no somos capaces de salvar este pequeño paraíso, ¿cómo vamos a poder salvar el planeta? Solo hay una certeza: muerta Doñana no se acabará el problema de la falta de agua, todo lo contrario. Extinguido el acuífero también se secarán los pozos con los que regar las fresas y cuya extensión no para de crecer. ¿Qué haremos entonces? Traerla de lugares lejanos, por ejemplo, Castilla-La Mancha. Eso sí, la factura la pagará el Estado, no los freseros. Y las consecuencias de esta catástrofe ambiental se las dejaremos como triste herencia a nuestros hijos. ¡Que se busquen la vida! ●