La cotización, un 4,9% del coste
La fuerte devaluación que han sufrido los salarios en todo el mundo desarrollado se ha cebado especialmente con España, donde los sueldos apenas se revalorizaron un 2,9% el año pasado. El escaso aumento en las retribuciones se ha solapado con una inflación sin precedentes en 30 años en la mayoría de los países occidentales. En consecuencia, los salarios reales de los españoles (es decir, la retribución descontado el efecto de las subidas de precios) han sufrido una pérdida de poder adquisitivo del 5,3%. Una devaluación más acusada que la que sufrieron los alemanes (3,9%), los italianos (2,2%) o los franceses, que prácticamente mantuvieron su poder de compra.
Esta es una de las principales conclusiones del último informe anual sobre fiscalidad salarial de los países del grupo publicado por la OCDE ayer.
España fue el noveno país de los 38 de los que la OCDE ofrece datos donde más se devaluaron los salarios. En el bloque de la UE, solo los países bálticos (Estonia, Lituania y Letonia), Países Bajos, Grecia y República Checa registraron pérdidas de poder adquisitivo más acusadas que la de España.
El débil crecimiento de los salarios explica en buena parte las diferencias con otros países. En
●●● En lo que respecta a las cotizaciones sociales, los trabajadores españoles son de los que menos pagan de la OCDE (4,9%), pero la contribución de las empresas es de las más elevadas del grupo. Solo dos países en la UE registraban cifras más bajas. Sin embargo, España es el sexto en el que más peso tiene la cotización social que paga la empresa sobre el coste laboral (un 23%). Así, entre impuestos a la renta y cotizaciones, los costes laborales en España se sitúan en 55.581 euros anuales en paridad de poder adquisitivo.
el bloque europeo, solo Grecia y Finlandia registraron subidas de sueldo más bajas. Sin embargo, países con alzas de precios
muy parecidas a las de España (8,6% en 2022) vieron crecer con más fuerza su retribución. Es el caso de Alemania, donde los
Más allá de los efectos que ha tenido la inflación en las retribuciones, el informe de la OCDE desgrana la fiscalidad que aplica cada país a los salarios de los trabajadores. Es decir, los impuestos a la renta y las cotizaciones sociales. Estos ‘impuestos al trabajo’ –las cotizaciones no son un tributo al uso, pues dan derecho a percibir una pensión en el futuro– suponían un 39,5% del coste laboral medio en España. Dicho de otro modo, de cada 1.000 euros que una empresa o un autónomo se gasta en salarios, 395 se van a pagar IRPF o cotizaciones sociales y el resto va a parar al trabajador.
Así, España se sitúa cerca de la media de la OCDE y en la parte baja del escalafón europeo. De hecho, el peso de la fiscalidad en el salario está claramente por debajo de otras economías de tamaño similar. Por ejemplo, la presión fiscal salarial en Alemania alcanza el 48%, en Francia se eleva al 47% y en Italia alcanza el 46%. Incluso en el vecino Portugal es algo más elevada (42%). Sin embargo, la fiscalidad de las diferentes figuras que gravan el salario varía significativamente. Por ejemplo, en España el IRPF supone un 11,6% del coste laboral medio, una cifra por debajo de la media de la OCDE y alejada del 14,7% de Alemania o del 15,3% de Italia. ●