Vicente Vallés El Puigdemont de Feijóo
El líder del PP reunió a Mundo, Feijóo ha insistido en la dirección de su par- no desistir, y ha dicho que «si tido, tomó el micrófo- los nacionalistas se reconcilian no y se mostró preten- con la ley, la Constitución, didamente firme la separación de poderes, frente a la renovada la independencia judicial, exigencia independentista de el Estatut… entonces un referéndum: «Si a Sánchez podemos entablar una conversación». le quedase sentido de Esta- Es decir, hablarían do, no dejaría ni que presenta- con Junts si deja de ser sen esta propuesta de referén- Junts, si acomete una regresión dum; hoy mismo rompería de un par de décadas y si con sus socios y pondría fin vuelve a ser la Convergencia a este viaje sin retorno». que facilitó gobiernos (y sacó
La frase no generaría dudas buenos réditos de ello) del sobre las intenciones de Al- PSOE y del PP, indistintamente. berto Núñez Feijóo si no estu- La expectativa resulta viesen precedidas de plantea- tan conmovedora como mientos menos determinan- inútil. tes, que hacen sospechar que Feijóo fue presidente de la el líder popular sueña con una Xunta de Galicia a lo largo de Convergencia rediviva que re- cuatro legislaturas. Alcanzó el poder en 2009, durante el segundo mandato de Zapatero. Rajoy llegaría al poder a finales de 2011. El líder gallego decidió asentar su condición de barón autonómico marcando distancias con las decisiones de Génova y hasta ocultando el logo del PP en sus campañas electorales. Estableció una relación de cierta cercanía con el lendakari Iñigo Urkullu y decidió practicar en Galicia una especie de galleguismo con aroma filonacionalista, lo que le resultó muy rentable en términos electorales porque sustrajo a los nacionalistas algunas de sus banderas tradicionales, como la defensa de la lengua gallega. Y ahora, Feijóo no puede evitarlo, aunque lo intente. ●
El gallego sueña con una Convergencia que recupere el pacto que llevó al PP al poder en 1996
El líder popular autorizó una reunión con Junts para así abrir una vía de comunicación
cupere el espíritu del Majestic, el hotel barcelonés en el que Aznar y Pujol firmaron el pac- to que llevó al PP al poder en 1996. Pero Puigdemont no es Pujol. Y, de hecho, ni siquie- ra aquel Pujol es el de hoy, co- mo el Artur Mas que llegó al Palau de la Generalitat no es el mismo que salió de él.
Después de las elecciones del 23 de julio, Feijóo autori- zó una conversación entre un cargo público del PP en Cata- luña y representantes de Junts. Aquella charla no derivó en el apoyo de Puigdemont a la investidura del líder popular, como era previsible, y Feijóo lo sabía. Su verdadero propósito era abrir una vía de comunicación mirando al futuro. Y no la quiere cerrar, a pesar de que Junts ha dejado claro, por enésima vez, que pretende reiniciar el proceso independentista desde el mismo punto en el que lo dejó.
Así, esta semana, en una entrevista en el diario El