La estrategia de la salud mental
De la secuencia, ciertos expertos buscaron trazar el perfil psicológico de Sancho. La aparente serenidad con la que rememoraba la atrocidad parecía indicar que sería un trastornado. Pero a veces las cosas no son lo que parecen.
El lenguaje corporal puede aportar pistas. Durante los interrogatorios suelen usarse técnicas de detección de mentiras según los movimien- tos del sospechoso. Al mentir, el cerebro realiza un extra de actividad, lo que provoca microgestos como tensión en los músculos faciales, sudoración o cambios en la postura que indicarían incomodidad. Esta observación es solo de apoyo, pues
muchos, ante una situación tensa, parecen culpables sin serlo. Sin un informe psiquiátrico, toda estimación se torna especulación.
De su comportamiento y de las declaraciones de parte de su entorno sí pueden estimarse consideraciones. Para cometer un crimen así se precisa de una desconexión de empatía, típica en quienes presentan trastorno narcisista o psicopatía. La salud mental de Sancho se convirtió en peón del juego de contraataque judicial. Se barajó la posibilidad de un trastorno mental transitorio, ya que cada elemento tiene implicaciones directas en la responsa- bilidad penal.
Después se barajó la posibilidad de que pudiera haber sufrido un miedo insuperable. En el Código Penal español, junto al brote psicótico, se conforma como una de las eximentes de responsabilidad penal. También el derecho tailandés entiende que puede enajenar a quien lo padece, hasta justificar o reducir las penas.
La psicopatía, por el contrario, no es un descargo. Se desarrolla en múltiples niveles y tampoco está considerada como enfermedad mental grave. Para descuartizar no hay que estar loco, aunque cueste asimilarlo. Los análisis sobre el comporta- miento de Sancho indicarían
que no se trata de un psicópata puro, aunque no se descarta su presencia en algún grado. Sería inútil mencionarlo en el juicio porque no justificaría sus actos.
Tanto el brote como el miedo insuperable parecen difíciles de verificar. Ahora la defensa ha descartado el trastorno mental transitorio y parece girar hacia el lado contrario: Sancho habría estado en sus plenas facultades, todo recae en justificar, desde su cordura, un desmembramiento, y el homicidio imprudente por defensa propia. Su salud mental acapara más debate social que judicial, en un juicio que se ha convertido ya en el más mediático del año. ●