LA PRINCESA INCA QUE RESISTIÓ EL CHOQUE DE DOS IMPERIOS
Carmen Sánchez-Risco publica ‘La primera mestiza’, una novela sobre Francisca Pizarro, hija del conquistador
Francisca Pizarro Yupanqui, conocida como Francisquita en su tiempo, era hija del legendario conquistador de Perú Francisco Pizarro, primer marqués de la Conquista. Por sus venas corría también sangre de los emperadores incas. Una vez ya en España, mandó construir el Palacio de los marqueses de la Conquista de
Trujillo (Cáceres). Fue una mujer singular, heredera de dos mundos, cuya intensa vida retrata ahora Carmen Sánchez-Risco, natural de Trujillo, en La primera mestiza (Harper Collins), V Premio de Novela Histórica de Pozuelo de Alarcón y primera novela de esta autora.
«El personaje me interesó desde siempre», destaca la escritora, que confiesa que «al principio, lo que quería hacer era una serie documental para televisión». Pero cambió de idea. «Necesitaba contar la historia de esta mujer. O, mejor dicho, que la contase ella misma: es la propia Francisca la que, ya de mayor, se pone a escribir sus recuerdos… Tardé nada más que 18 meses en el trabajo de redacción, pero más de 10 años en documentarme, visitar archivos, leer montañas de legajos. Porque en aquel tiempo todo el mundo escribía al rey, se pasaban la vida escribiendo», detalla la autora sobre el proceso de escritura de la novela.
Francisca Pizarro Yupanqui, que formaba parte de la familia real inca, fue separada de su madre cuando tenía cuatro años. A los siete, los propios españoles asesinaron a su padre. Cuenta de primera mano la inmensa crueldad de aquellos incas, vencidos por los españoles, igualmente crueles, gracias a que muchos pueblos sometidos se pusieron de parte de los recién llegados, que cabalgaban sobre aquellos gigantes de cuatro patas que podían partirse por la mitad y caminar sobre dos pies (nunca habían visto un caballo). Francisca fue obligada a trasladarse a España a los 16 años; se casó con su tío Hernando y fue amante de su otro tío, Gonzalo, antes de volver a casarse, ya de mayor, con un aristócrata.
«Esa Arcadia feliz que nos cuentan que era el imperio inca, llena de indios buenos que cultivaban frutas y se pasaban la vida estudiando los astros, es un absoluto invento de los actuales buenistas» señala la autora. «Eran tan feroces y tan despiadados, al menos, como los que llegaron del otro lado del mar. E igualmente astutos», continúa Sánchez-Risco, quien también afirma que «Francisca Pizarro comprueba muy amargamente que esas pasiones, o vicios, están en todas partes y en todas las épocas. Son arquetipos».
Heredera de una gran fortuna, Francisca vivió la vida más extrema y alucinante que pueda imaginarse. De hecho, La primera mestiza es una novela de mujeres tremendas: Quispe Sisa, su madre; María Escobar, que introdujo en América el cultivo del trigo y la cebada; Inés Muñoz, la matrona que protegió a los hijos de Pizarro hasta que viajaron a España… «Es que eran así. Esta es una novela de mujeres muy fuertes. No tienen nada que ver con el estereotipo de la pobre mujercita apocada y metida en su casa. Las que viajaron a América eran mucho más libres. Francisca era excepcional porque le tocó vivir el choque entre dos mundos, el incaico y el español, pero las demás no eran menos duras. Y ni ella ni las otras merecen ser olvidadas», asevera la autora sobre las mujeres que recorren la obra a lo largo de sus 650 páginas.
Francisca, además de capear el enorme temporal que supuso el traumático final de un imperio despótico y el triunfo de otro –más teniendo en cuenta que ella era la 20M.ES/LIBROS Consulte más noticias sobre la actualidad literaria nacional e internacional en 20minutos.es
primera mestiza, hija de ambos mundos–, vivió amores ardientes, contempló crímenes horribles y pudo perder la vida 20 veces hasta que, con su fortuna y sus títulos, se dedicó a la vida cortesana durante el reinado de Felipe II.
Tan solo las cien últimas páginas del libro, el enorme apéndice documental, dan para una tesis doctoral en toda regla. Pero la novela propiamente dicha es una aventura fascinante. «Lo que yo he hecho», apunta Carmen Sánchez-Risco, «es algo parecido a los pasatiempos que había en los tebeos infantiles: unir con la escritura los puntos que forman una historia monumental». «Esos puntos, que son miles, vienen de la investigación histórica: todo es verdad», subraya la escritora.
«Esta es la vida de una de las mujeres más fascinantes que han existido en nuestro país, aunque hoy haya caído casi en el olvido. Pero yo nací en Trujillo y no podía dejar de contarla. Aquella mujer me miraba todos los días desde la pared de aquel palacio, como si me dijese: ‘Estoy aquí’. Pues ya está hecho», concluye la escritora extremeña. ●