Diez años sin Gabo: un legado que todavía triunfa
El mundo de las letras conmemora hoy el décimo aniversario del fallecimiento de uno de los grandes autores de la historia, Gabriel García Márquez, creador de un realismo mágico que impregnó la obra de muchos escritores que le siguieron. Y dejó como legado ese Macondo poético que sigue hechizando a los lectores.
En estos diez años no ha decaído el interés por el escritor colombiano, del que hace poco más de un mes se publicó una novela inédita, En agosto nos vemos (Random House), en la que trabajó hasta que sus fuerzas se lo permitieron. Tras Memorias de mis putas tristes, en 2004, García Márquez (Aracataca, Colombia, 1927Ciudad de México, 2014) estuvo casi diez años trabajando en un libro que no quería que saliera a la luz, pero que sus hijos, Gonzalo y Rodrigo, decidieron publicar porque consideraron que si su padre lo hubiera querido destruir, lo habría hecho.
Es el cierre de la brillante carrera de uno de los autores más relevantes del siglo XX, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1982 y de cuya imaginación nacieron obras imprescindibles como Cien años de soledad, Crónica de una muerte anunciada, El coronel no tiene quien le escriba Los funerales de la Mamá Grande. Obras de hace ya años, pero que se han seguido vendiendo a buen ritmo desde su fallecimiento, especialmente en las ediciones de bolsillo y en las ilustradas, como explican a la agencia Efe desde la editorial Random House, que tiene los derechos de los libros de Gabo en español para todo el mundo con la excepción de México y Centroamérica.
yLa poesía que rezuman sus obras sigue atrapando a los lectores. Porque García Márquez imprimió un estilo muy particular en sus trabajos, ya fueran como novelista, periodista o guionista de cine. Asimismo, Aracataca, municipio en el que nació, le sirvió como inspiración para ese Macondo en el que se desarrollaron sus historias, que en gran parte se inspiraban en su familia.
Agitador cultural por convencimiento, García Márquez tenía alma de reportero, como demostró en sus artículos o en Noticia de un secuestro.
Además, volcó en su obra muchas de sus inquietudes políticas, y su ideología de izquierda le provocó problemas y le llevó al exilio.
Su importancia como autor quedó confirmada cuando en 1982 le concedieron el Nobel de Literatura. Galardonado en muchas otras ocasiones, aseguró en 1994 no querer recibir el Cervantes. Ya había ganado el Nobel y quería dejar espacio a otros autores. Lo que nunca rechazó fue la escritura. Porque, como dijo en sus memorias, publicadas en 2002, Vivir para contarla: «La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla». ●