Pablo Heras-Casado «La reacción del público a la música española es maravillosa»
Lleva la batuta de ‘Los maestros cantores’, de Wagner, que acaba de estrenar en el Teatro Real con 136 intérpretes en el escenario
Pablo Heras-Casado mantiene una relación especial con el Teatro Real, desde que en 2008 dirigió por primera vez desde su foso una ópera infantil, El pequeño deshollinador. Al cumplirse 16 años de ese debut, estrena Los maestros cantores de Núremberg, en cartel hasta el próximo 25 de mayo y que recrea la sociedad burguesa de una pequeña ciudad alemana.
¿Qué cualidades tiene
Los maestros cantores de Núremberg
y qué supone en la producción de Wagner?
Yo diría que es una de las cumbres de la historia del arte. Por primera vez, Wagner habla de personas reales y no de héroes o dioses que forman parte de poemas épicos medievales.
¿Cree que la ópera wagneriana es una especie de culminación de ese género musical?
Yo diría que sí. Después de Wagner no hay mucho más que contar (ríe). Por supuesto, a finales del siglo XIX y en el siglo XX se siguen haciendo grandes óperas, pero Wagner es una culminación estética de lo que él llamaba «obra de arte total», aglutinando en el escenario todas las artes.
En su familia no había antecedentes musicales. ¿Cuál fue su primer contacto con la música?
Fue totalmente espontáneo y lúdico, por el puro placer de ponerme a cantar con un grupo de amigos. Siempre era voluntario a formar parte de cualquier iniciativa musical que hubiera en mi colegio. Ya con ocho años me enteré de que había extraescolares de música y pedí a mis padres que me apuntaran. Ellos siempre me han apoyado porque veían que me motivaba. A partir de ahí, entré con 11 años en un coro mixto. Hacíamos canciones de todo tipo y para mí eso fue el germen.
¿Cuáles han sido los momentos cruciales en su vida musical? Llevo casi 30 años dirigiendo,
y mi vivencia personal es la de una carrera hecha poco a poco. Hitos muy importantes fueron, por ejemplo, estudiar con Pierre Boulez y Peter Eötvös, recientemente fallecido. Ellos fueron mis últimos profesores. Después, dirigir orquestas como la Filarmónica de Viena, la Filarmónica de Berlín o mi debut en el Metropolitan fueron grandes momentos. Dirigir en Bayreuth también ha sido esencial. Luego me gustaría recordar que mi presencia en el Teatro Real ha sido una constante importante.
¿Qué le gusta hacer en su vida ajena a la música?
Ahora mismo, estar con mi hijo. Ahora tiene un partido de fútbol, por ejemplo, y no puedo acompañarlo, pero a veces puedo hacerlo y vamos a jugar juntos. Tiene casi ocho años y le dedico todo el tiempo que tengo. Para mí es muy gratificante que él esté presente conmigo, también en muchos teatros.
¿Dónde vive la mayor parte del tiempo, teniendo en cuenta una agenda tan apretada como la suya?
Es aleatorio. En 2023 pasé prácticamente cinco meses en Viena. Tengo una relación muy estrecha con la Ópera de Viena y allí hice tres óperas, incluyendo algunas nuevas producciones, conciertos, etc. Cada año va cambiando, pero Madrid es siempre un punto de anclaje importante.
Hace poco una orquesta alemana en Madrid interpretaba como bis el Intermedio de
que celebrar la música española y la tradición musical española. No olvidemos los centenares de óperas que están inspiradas en España y su tradición literaria, o ubicadas en España. Hay una fascinación evidente, porque es música de primer nivel, pero ha existido siempre, también en relación a la tradición folclórica musical española.
Sin embargo, España carece de una orquesta de referencia con proyección internacional. ¿No deberíamos intentar subsanarlo?
Claro que sí. Es necesario, no solamente acoger sino producir nosotros mismos, pero creo que es una cuestión de tiempo. Muchas orquestas de primer nivel internacional
«Mi hijo tiene ocho años y le dedico todo el tiempo que tengo. Es muy gratificante que él esté conmigo, también en los teatros»
«Mi primer contacto con la música fue totalmente espontáneo y lúdico, por el puro placer de ponerme a cantar con un grupo de amigos»